Estado Gruyère

Los cuadros de un partido de Estado tan centenario, parece increíble, cambiando en 24 horas según diga el Gran Timonel

De todo este paisaje chirriante, lo más, unir la amnistía y España, y que lo apoye gente que se caracteriza por su profundo amor a patria común e indivisible, como Ortúzar, Puigdemont y Aragonés. Es la rueda de molino que nos pretende poner en la garganta Pedro Sánchez para comulgar. No se entiende sino desde un profundo desprecio. El presidente en funciones ha puesto una raya en la arena de la playa. Separa de nuevo a los españoles buenos de los malos. ¿Le merece la pena? Sabe que millones lo detestan y le van a gritar por donde vaya. Pero el Poder es tan fuerte, atrae tanto… Ante el poder, siempre genuflexo. Y quienes vienen luego, pues podemos imaginarnos. Alimentan el fuego de la discordia. La gente no dedica la mañana de un domingo ni muchas noches en los predios de Ferraz si no está convenientemente exacerbada. Lo de la amnistía, sin explicar del todo, digo ampliamente en los programas de la tele, con ejemplos claros, ya es un buen catalizador del malestar nacional. Por eso el domingo centenares de miles se fueron a las plazas. ¿Anunciaban algo nuevo? Me temo que más frustración, más desasosiego, más irritación. Contra Sánchez y los socialistas, que antes decían rotundamente de la inconstitucionalidad de la Amnistía y hoy han cambiado de opinión, inmediatamente después de su presidente. ¿Tanto poder tiene este hombre? Los cuadros de un partido de Estado tan centenario, parece increíble, cambiando en 24 horas según diga el Gran Timonel. El juego estuvo siempre claro: si quieres mis votos, ve escribiendo ahí a lo que te comprometes. Ortúzar, Puigdemont y Aragonés son los expertos de la jugada. Digo que siempre supieron de la capacidad de mentir del socialista, o de cambiar de opinión. No me vas a dar la gestión de la Seguridad Social para luego cambiar de opinión, ni los trenes de Cercanías o la quita de la deuda. Garantías son garantías. Porque Sánchez no es de dar la mano, que eso vale más que una firma ante Notario o delante de España, no. Se lo ha ganado. Así que esto es lo que hay, esta sensación de falta de aire, este ahogo. Que en momentos es pensar si estamos en el principio de algo. ¿Estamos en el principio de algo? El Estado Gruyère se nos antoja algunas veces España. Más que nada por la facilidad de meterse por dentro los gusanos. Un día se caerá todo, más que romperse se caerá. Al suelo los siglos de historia, al abismo el sentido nacional, el último que apague la luz. Antes les ocurrió a otros y en el futuro algunos sólo tendrán pasado.

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