Lo que hace un pompero. Los niños cogen los pomperos como si fuera un juego de última generación, una auténtica novedad. Para ellos lo puede ser; para nosotros, los adultos, es un viejo conocido. Pero el hecho en sí de ver con qué ilusión soplan para ver salir del aro jabonoso esas pompas, las que ellos mismos han creado por un suave soplido, emociona. O al menos agita la imaginación. Lo hablaba este fin de semana con un pequeño, nos creamos una historia sobre 'la pompa viajera'. Contaba que una de esas pompas había llegado hasta tres casas más allá de la suya, que incluso le había perdido la vista. "¿Dónde crees que ha ido?", me preguntó. Uf, pensé, a ver qué digo ahora. "Pues de viaje, por eso es viajera. Estará viendo mundo, aunque será un trayecto corto porque parece que enseguida explotan". "Vaya, esto es un drama, lo de explotar", me dije. Para nada. El niño se lo tomó con filosofía, así es la vida. "No pasa nada, puedo hacer más pompas y podemos ver hasta dónde llegan ", contestó. Y eso hicimos, imaginamos más viajes cortos, duraderos en el tiempo.

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