La convocatoria de elecciones en Reino Unido para el próximo 4 de julio ha frenado en seco las negociaciones que el Gobierno de Rishi Sunak mantenía con la Comisión Europea para la integración de Gibraltar en el espacio Schengen. Cuentan las partes que ni la inminencia de los comicios ni el probable cambio de color político del ejecutivo de las islas interrumpen los contactos que se desarrollan “a nivel técnico” para posibilitar el desmantelamiento de la Verja. La cuestión, sin embargo, no es sencilla porque se trata nada menos que de pactar la instalación de controles de la Policía Nacional y de Aduanas en el puerto y el aeropuerto de la colonia para el control de los pasaportes y de las mercancías antes de permitir la entrada de personas –sean de la nacionalidad que sean– y bienes –sea cual sea su procedencia– en la UE. Es decir, consiste en que un british procedente de Gatwick o Shannon trague con que sea un agente español quien le franquee su entrada al Peñón, lo cual tiene mucho más de político que de técnico.

Además, como se ha reiterado hasta la saciedad, hay que comprometer a las autoridades llanitas para que se impregnen del verdadero espíritu europeo: para que luchen de forma mucho más eficaz contra el contrabando de tabaco y el lavado de dinero negro, para que asuman las directivas europeas de carácter medioambiental, para que paguen las mismas pensiones a sus jubilados con independencia de su nacionalidad o lugar de residencia y para que armonicen sus impuestos con los existentes a este lado de la Verja... aunque eso les lleve a dejar de ser lo que llevan siendo desde hace tres siglos.

En síntesis, han pasado más de dos años y medio desde el inicio de las conversaciones –en principio, acuérdense, iban a prolongarse seis meses o menos– y no hay acuerdo. Y tampoco un plan B. Más allá de las inversiones realizadas en materia de seguridad para combatir el tráfico de drogas: ¿Dónde está la apuesta de las administraciones públicas supramunicipales por el Campo de Gibraltar ante las desigualdades derivadas de las prácticas que se llevan a cabo en la colonia, ante la marginación social existente en muchas barriadas o ante el déficit en infraestructuras? Le tomo prestada la idea del titular a Manolo Cózar, empresario portuario y algecireño para más señas, como vindicación del territorio que habitamos. Hablemos y preocupémonos de forma mancomunada de la bahía de Algeciras, de Tarifa y de nuestros pueblos tierra adentro sin que el debate en torno a la construcción de nuestro futuro pivote en torno nuestros vecinos.

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