Chema Cobo. Pintor y escultor

"Uno es de un sitio y se reconoce en él, no se lo tiene que contar nadie"

  • El tarifeño Chema Cobo regresa el miércoles a Cádiz con 'Joking Holes. Un pintor en la diáspora. 1975-2015'

No deja pasar un día sin pintar ni leer. Su mayor inspiración es crear cada día. De esa constante creación el artista Chema Cobo (Tarifa, 1952) ha alumbrado la exposición Joking Holes. Un pintor en la diáspora. 1975-2015. La colección, comisariada por la periodista cultural Amalia Bulnes, revitaliza obras de sus comienzos hace cuatro décadas, aunque la mayoría nunca ha visto la luz. Este miércoles, 13 de mayo, regresa después de 14 años al Claustro de Exposiciones de la Diputación de Cádiz en el Palacio Provincial hasta el 5 de julio. En verano llegará a la sala Cajasur de Algeciras.

-En 2001 fue su última vez en el Palacio Provincial y en el Campo de Gibraltar, ¿por qué se ha retrasado tanto su vuelta?

-Es simple, no es porque uno no quiera sino porque hay pocas instituciones que organicen exposiciones, o porque apenas hay galerías de arte.

-La colección recupera obras desde sus inicios, ¿se percibirá una evolución?

-Si hubiéramos puesto obras de mis 40 años hubiera sido hacer una retrospectiva, pero aún me siento muy joven para hacer esas cosas y es una labor que tomaría mucho tiempo y muchísimo más espacio. No es que esto no cueste trabajo, pero es una cosa general, de hecho hay obras de distintas épocas y se plantea la serie de caminos que he tomado mirando la obra en este momento. Se han seleccionado varias series de pinturas, se ha buscado su origen en el pasado y luego las consecuencias que ha tenido representándolas en cuadros más recientes. Lo quería plantear, de acuerdo con la comisaria, haciendo un mapa de lo que pasa por mi cabeza cuando trabajo.

-¿Qué papel juega el montaje?

-Se darán saltos en el tiempo, volviendo al principio y empezando de nuevo. Es como si estuviésemos viajando en círculos en espiral. Habrá unas quince obras antiguas y el resto es obra nueva.

-Se ha destacado la intención de condensar cuatro décadas de trayectoria, aunque no quiera hablar de retrospectiva está de aniversario.

-Lo de los cuarenta años surgió de pronto porque ni siquiera me había dado cuenta -la primera exposición de Cobo fue en 1975 en la galería Buades de Madrid- y porque en esas cifras no me gusta pensar. Hay mucha obra que es inédita, de un par de años a ahora que no se ha expuesto en ningún otro sitio y se expondrá en Cádiz y esa parte tiene de estreno. Obras que van a ver la luz en Cádiz.

-¿Es fiel a su identidad artística en su producción más reciente?

-Siempre digo que mi identidad va trasformándose todos los días. El hombre no deja de ser memoria y se construye en base a la memoria y teniendo en cuenta que la mía, la más temprana, es de esa zona -en referencia a Tarifa- y a vuelvo allí continuamente porque pertenezco y tengo relación original, me siento como si fuera parte de ella. Pero no conscientemente fomento la idea de identidad. Por ejemplo, si utilizo el concepto mar el que me viene a la memoria es el primero que he visto. Si me dicen África la primera imagen que me viene son los montes que se ven desde Tarifa. Uno es de un sitio y se reconoce en él, no se lo tiene que contar nadie ni aprovecharse nadie más.

-¿Qué significado posee en su obra el uso de jokers?

-El joker atenta contra la opinión que se da por sentada y ante lo que se consideran verdades absolutas en una época. Todo el mundo dice que la razón científica está por encima de todo, pero el joker trataría de cuestionarlo, invirtiendo lo que en principio tendría que ser racional y termina siendo una tendencia casi fanática.

-¿Hay enigma en su obra?

-Si continuamos convirtiendo el arte, el conocimiento o la cultura en un objeto de consumo o divulgación mal vamos, porque nadie se esfuerza por ello. La obra es enigmática porque tengo algo de enigmático y porque el mundo está lleno de enigmas. Si nosotros no le restamos a la realidad, la realidad sería muy aburrida si no tuviésemos que descubrir claves continuamente. El arte intenta que la imagen que se da por sentado, por sólida o verdadera, de pronto se descubra que ni es tan sólida ni es tan permanente. Es un poco esa incertidumbre que todo el mundo odia, pienso que es donde está la clave de la supervivencia y del cambio y de todo.

-En la exposición también hay esculturas, ¿cree que es una faceta suya menos conocida?

-No hago distinciones. Es más económico y rápido hacer un cuadro que una escultura, y más económico hacer una escultura que una película, hago las tres cosas cuando puedo. Realmente en cantidad he hecho mucha más pintura. El problema es que siempre es más difícil por cuestiones materiales y de inversión. Muchos escultores se buscan una inversión exterior, como la gente que hace películas. Pero como soy un poco perezoso para buscar financiación y no soy muy hábil para ese tipo de cosas, hago más cuadros, porque los puedo hacer solos y tranquilamente.

-¿Ha sido fundamental el papel de la comisaria?

-Me ha gustado hacerlo con Amalia Bulnes porque precisamente es parte esencial. Ha sido a través de establecer un diálogo con ella y compartir unas visiones que podía tener de mi obra, y en base a eso hemos construido entre los dos lo que es la exposición, la forma de mostrar la obra. Esta haciendo realmente lo que tiene que hacer un comisario, no es un disc jockey como abunda hoy, que eligen en una discoteca las canciones de otro. Aquí hay una relación de diálogo y conocimiento, y sobretodo en busca de una tesis que se hace entre los dos.

-¿Cómo le convenció Bulnes para revitalizar su obra?

-Es bastante convincente. Tenía una idea y mucha ilusión y cuando veo una persona con mucha ilusión y la idea es buena no puedo decir que no.

-De su primera muestra en 1975 a la que está a punto de inaugurar, ¿qué ha cambiado?

-Me cuesta trabajo ver las cosas linealmente, normalmente trato de olvidarme de todo lo que hago, la buena sorpresa es que cuando vuelvo a ver obras pasados los años a veces me parece nuevo. Ha cambiado que quizás esté menos pendiente de lo que pasa en el mundo del arte y más pendiente de lo que uno hace. Conforme pasa el tiempo sigo con esa ambición de tocar muchos campos, pero ahondando un pelín más en cada uno de ellos. Y por fuera han cambiado muchas cosas, de ser un mundo del arte pequeño pero intenso y bastante fructífero, de los años 70, a ahora que hay unos mundos aparentemente grandes, pero por el ruido que hacen, no porque tenga más grandeza.

-¿El arte está ajeno a la crisis?

-Lo marca todo. Afecta a la economía de todas las personas. Hoy día se habla quizás excesivamente de arte y mercado, una cosa es el mundo de la subasta y otra de la economía real, que sería el resto del arte y no se habla nunca, solo cuando se habla de subasta. Pero eso no tiene nada que ver con lo que pasa. El artista lleva un régimen de autónomo y la verdad que serlo en este país es para llorar a veces.

-¿Es una utopía vivir de ello?

-Había una época en la que todo eran subvenciones, que de hecho tampoco he participado mucho en ese asunto. Pero de eso a nada. De tener instituciones públicas a no poder exponer en ninguna por falta de presupuesto. Además de las contradicciones, porque se habla mucho de cultura pero cada vez desaparecen más las humanidades de la escuela y eso es terrible, a ver si nos aclaramos. Eso de programar el futuro de la gente en función a la utilidad es peligroso porque lo que es imprevisible es lo que va a pasar.

-Y del arte contemporáneo, ¿qué opina?

-Creo que en general hay bastante confusión y mayor escepticismo por parte de muchos sectores intelectuales, por el círculo de estupidez en el que puede estar cayendo esto. Que todo lo que no parezca arte tiene que ser necesariamente arte puede ser un poco ridículo. Cuando se propone hacer un arte cuya finalidad última no es comprar ni vender, sino que sea financiado por todos los ciudadanos, eso me parece más terrible, porque el arte al fin y al cabo que lo financie quien pueda o quien quiera.

-¿Posee algún referente actual en el arte?

-Hay cosas con las que disfruto. Lo que no puede haber es una población de artistas y que todos tengan talento.

-Regresando a sus orígenes, ¿le sigue inspirando Tarifa?

-Muchas veces pienso en esa sensación de que es un sitio muy particular. Uno sabe dónde está y está en él pero a veces se cree que no está en ninguna parte, está todo tan cerca y tan lejos. Tan cerca esta África como tan lejos está por otro lado. Después si miras hacia el Atlántico cuando le echas un poco de imaginación o conoces la geografía sabes que al final de ese mar está América. La sensación de vértigo al pensarlo creo que produce una cierta inestabilidad psicológica que hace que te agarres a la pintura para contar el mundo de otra forma.

-Exponer en Algeciras, tan cerca de su tierra natal, ¿tiene un significado especial?

-Prácticamente es lo mismo. Además este tipo de obras siempre andan por otros derroteros y al final que lo vea gente de tu cercanía geográfica u originaria siempre es agradable.

-¿Será más reducida la muestra en la comarca?

-Depende del espacio, no sé exactamente cuál será en Algeciras. Será una versión más reducida pero a lo mejor no tanto. Lo haremos de forma que la exposición se pueda interpretar de la misma forma que estará en Cádiz.

-¿Y tiene previsto que viaje más a partir de Cádiz y Algeciras?

-En estos tiempos que se supone que son de crisis las previsiones hay que hacerlas con tres días de adelanto, todo depende de las coyunturas. Es posible, intentar siempre se intenta y sobretodo porque la exposición tiene un trabajo invertido en ella y se puede ver de muchas formas y en muchos sitios distintos y las instituciones pueden sacarle algún partido.

-¿Qué pasará con la colección después de su exposición?

-Se va a catalogar, hay obras ya catalogas que ya están en colecciones y también hemos trabajado un poco eligiendo lo mejor que podríamos dentro de lo que era posible. Y también hay obras que se podían haber expuesto pero que no están aquí o en otras colecciones.

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