Me quedo con la del 74
EEUU, 2009, 121 min., Thriller. Dirección: Tony Scott. Guión: David Koepp Intérpretes: Denzel Washington, John Travolta, James Gandolfini, John Turturro, Luis Guzman, Michael Rispoli. Música: Harry Gregson-Williams. Cines: Ábaco, Al-Andalus Bormujos, Al-Andalus Utrera, Aljarafe, Aracos, Cineápolis, Cineápolis Montequinto, Cinesa Plaza de Armas 3D, CineZona, Los Alcores, Metromar, Nervión Plaza.
Joseph Sargent es un realizador televisivo (rara es la serie alguno de cuyos episodios no dirigiera: Lassie, Daniel Boone, Bonanza, El agente de CIPOL, El fugitivo, Star Treck, Los invasores) que tuvo una breve carrera cinematográfica entre 1968 y 1979 cuya joya es Pelham uno dos tres (1974), una pequeña obra maestra que le salió redonda, un ejemplo de lo que puede la artesanía cuando se pone con eficacia al servicio de una buena historia (la novela de John Godey) y un buen guión (Peter Stone) interpretado por un elenco, no de estrellas, sino de grandes y sólidos actores (Walter Matthau, Robert Shaw, Martin Balsam). Contaba además -como premio extra- con una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine; una mezcla de jazz, funky y música contemporánea, compuesta por un David Shire en estado de gracia que ese mismo año creaba la genial partitura pianística para La conversación de Coppola, que desde los títulos de crédito sumía en la tensa atmósfera del caótico Nueva York de los 70.
Este remake de Tony Scott deja las cosas claras desde el principio: la música de la acelerada, televisiva y videoclipera presentación de la película es una especie de rap y la banda sonora está firmada por el pegapases Harry Gregson-Williams, fabricante de música en serie. El cuidadoso estudio de personajes maravillosamente interpretados por Matthau, Shaw y Balsam se convierte en una galería de superficiales estereotipos sobre actuados (caso de un grotesco John Travolta) salvado únicamente por la profesionalidad a prueba de todo de Denzel Washington, que logra dar ciertos matices a sus personajes. También ha desaparecido el estudio de comportamientos en ambientes cerrados (el vagón del metro secuestrado y la central de operaciones del metro de Nueva York) que reproducían las patologías que en ese momento afectaban a Nueva York. El guión, Scott y Travolta se cargan el personaje, más complejo, que interpretó Robert Shaw y hacen prácticamente desaparecer el atormentado, débil y digno de lástima personaje que interpretó Martin Balsam.
¿Qué queda? Una entretenida (eso sí) película de acción sin emoción, de montaje al borde de un ataque de nervios y cámara hiperactiva, sin auténticas interpretaciones al margen de Denzel Washington y con más palabrotas y menos estudio de caracteres, que responde bien al universo de los cada vez más parecidos entre sí hermanos Scott.
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