Aniversario Veinte años sin el autor del misterio

El genio en su ausencia

  • El mundo recuerda a Dalí, el hombre y el artista, en el vigésimo aniversario de su muerte. Una vida fascinante llena de recovecos surrealistas que transformó para siempre el arte

"Yo he vivido la muerte antes de vivir la vida", dijo una vez. Se refería a que siempre vivió de prestado, a que fue el sustituto de otro, su reencarnación. Eso fue lo que le dijeron sus padres cuando, con cinco años lo llevaron ante una tumba en la que pudo leer su propio nombre: Salvador Dalí i Domènech. Era la sepultura de su hermano mayor, muerto a los siete años de meningitis. Cuando la pareja tuvo un nuevo hijo, tres años después, decidió ponerle el mismo nombre porque creyó que era su reencarnación. "Mi hermano y yo éramos como dos gotas de agua, aunque con distintos reflejos", dijo una vez. El 23 de enero se cumplieron 20 años de la segunda muerte de Salvador Dalí.

Ocurrió en el Hospital de Figueras. Dalí tenía 84 años y padeció varios días de agonía antes de expirar. Estrafalario, loco, demente, el pintor de Cadaqués fue, ante todo, un genio; un genio en estado puro capaz de percibir el mundo en planos inconcebibles para el resto de los mortales. De ahí que su obra sea un punto de inflexión. Y la influencia para millones de pintores. "El surrealismo soy yo", dijo una vez. El surrealismo fue él.

Nacido en Figueras, el 11 de mayo de 1904, Dalí siempre sintió inclinación hacia dos cosas: la pintura y la locura. Su padre, un estricto y pudiente notario de Figueras, nunca entendió la delicadeza artística de su hijo. Su madre, en cambio, fue la que lo animó a estudiar pintura con Juan Núñez, quien lo introdujo en los rudimentos del arte.

Desde pequeño, lo que más impactó en la mirada de Salvador Dalí fue la extrañeza del paisaje de Cadaqués y su entorno. Ese paisaje, lleno de formas extrañas en las rocas, sería el que abriría la mente del pintor y le inspiraría para sus extrañas asociaciones de imágenes. Toda la zona aparece siempre en sus obras de una forma u otra.

Dalí descubrió la pintura contemporánea a la edad de 12 años de la mano de Ramón Pichot durante unas vacaciones de su familia en Cadaqués. El nuevo estilo pronto influiría en el joven artista, cuya curiosidad acababa de desatarse. Un año después, el padre de Dalí organizaría en casa la primera exposición de su hijo. En 1919 volvería a repetir la experiencia, aunque esta vez en el Teatro Municipal de Figueras.

El pintor perdió a su madre en 1921 a causa de un cáncer de mama. Él apenas tenía 16 años. Su padre decidió casarse con su cuñada, algo que no aceptaría el pintor y tensó las relaciones. Eso motivó el ingreso, un año después, de Salvador Dalí en la Residencia de Estudiantes de Madrid.

Su estancia en la capital española resultó definitiva para la carrera del joven pintor. El ambiente de la Residencia de Estudiantes, liberal y creativo, impulsó el talento de Dalí.

En la Residencia de Estudiantes se encontró, además, con dos amigos formidables: Federico García Lorca y Luis Buñuel. Fue un choque de tres genios en ciernes que se influyeron mutuamente durante años. Durante su estancia en Madrid, Dalí estuvo estudiando en la Academia de Bellas Artes de San Fernando pero fue expulsado en los exámenes finales porque se negó a reconocer al tribunal.

En los años siguientes, la amistad con García Lorca, que comenzaba a tener éxito con sus primeros libros, fue un revulsivo para Dalí, y viceversa. El pintor flirteaba ya con el cubismo y el dadaísmo y era un crítico constante de la obra lorquiana. Cuando García Lorca bebía las mieles del éxito por el impacto de su libro Romancero gitano, Dalí fue el único que se atrevió a atacarlo duramente y a instarle a que olvidase su "gitanería". El pintor acababa de descubrir el surrealismo y metió a Lorca y a Buñuel en ese mundo. Dalí decidió dejarse el pelo largo y un incipiente bigote al modo del pintor Diego Velázquez.

En 1926 realizó su primer viaje a París y conoció a Pablo Picasso, a quien reverenciaba. Toda la agitación cultural de la capital francesa abrió aún más las puertas de su mente y comenzó a germinar en Dalí la raíz de la genialidad.

En 1929, Dalí y Buñuel decidieron realizar una película, Un perro andaluz, una malvada alusión a Federico García Lorca, que se sintió muy ofendido. Lorca se sintió retado sobre quién era capaz de llegar más allá en el mundo del surrealismo y, ese mismo año, en Estados Unidos, adonde se había marchado huyendo de una crisis personal, escribió su libro más brutal, Poeta en Nueva York, que no vería la luz hasta después de su muerte.

Para entonces, Dalí ya había establecido lo que él llamaba el método paranoico-crítico de la pintura: utilizaba la técnica de emplear visualmente un objeto -un árbol, una roca- para que, contemplado a cierta distancia, resultase ser la parte de otro objeto -una cabeza, una figura humana-. Lorca, paralelamente, desarrollaba también su teoría del teatro bajo la arena: mientras el mundo era una representación de cosas, convenciones y falsedades, por debajo de él andaba el teatro bajo la arena, donde se desataban las verdaderas pasiones.

El año 1929 sería crucial para Dalí. Aparte de realizar Un perro andaluz, película que conmocionó a la sociedad francesa por sus imágenes surrealistas (Buñuel y Dalí sólo plasmaban en el celuloide los sueños que iban teniendo, enlazados entre sí sin ningún orden lógico), el grupo surrealista liderado por Paul Eluard visitó al pintor en Cadaqués. Con Eluard venía su esposa, Gala, de la que Dalí se enamoró inmediata y perdidamente. Once años mayor que él, Helena Dmitrievna Deluvina Diakonova, una rusa residente en Francia, abandonó a su marido, se convirtió en la musa del pintor y no lo dejaría solo el resto de su vida.

Dalí se unió al grupo surrealista y empezó a producir lo mejor de su obra. En 1934 pintó La persistencia de la memoria, el famoso cuadro de los relojes doblados y, a partir de ahí, comenzó una serie de experimentos en los que sobre paisajes desérticos y vacíos irrumpían las figuras más extrañas, fruto de su método crítico-paranoico. La producción era febril y el pintor tenía cada vez más éxito.

Su vida se vio muy afectada por el asesinato de García Lorca y decidió marcharse a vivir a Estados Unidos en 1940. Allí se mezclaría con los grandes, trabajaría con Walt Disney y Alfred Hitchcock y desarrollaría una vida social muy intensa, caracterizada por sus poses estrafalarias y su necesidad de conseguir dinero para mantener un potente tren de vida. Fue en esa época cuando se le trataría de "embaucador" por sus pinturas.

En 1948 regresó a España y a su producción experimental. Se instaló entre Figueras y Cadaqués y convirtió su casa en un museo. La pareja vivió relativa y escandalosamente feliz hasta 1982, en que murió Gala. A partir de ahí, Dalí existió instalado en la depresión y con una salud cada vez más deteriorada que se apagó el 23 de enero de 1989. Con él se iba uno de los grandes genios que ha dado la pintura.

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