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Por el lince del Estrecho

Técnicos del Programa de Gestión Sostenible del Medio Marino de la Junta censan y estudian al único invertebrado marino en extinción · Existe al menos un centenar en las rocas de la bahía

María del Carmen Arroyo mide una 'Patella ferruginea', sobre una roca en Punta Carnero.
A. Muñoz / Algeciras

12 de agosto 2012 - 01:00

María del Carmen Arroyo y Manuel Fernández estudian todos los días el parte meteorológico para saber si el tiempo les dejará bucear entre las rocas de la bahía o si les tocará emplearse con datos en la oficina. Son biólogos buceadores y los encargados de censar, vigilar y estudiar, entre otras especies, la población del único invertebrado marino que está catalogado a nivel nacional y andaluz como especie en peligro de extinción. Se trata de la Patella ferruginea, una lapa muy conocida en la comarca por su papel en la ejecución de proyectos portuarios, y que comparte nivel de protección con el lince ibérico.

Por el lince del Estrecho se enfundan el traje de buzo. Cada año desde 2004, en primavera y verano, estos técnicos del Programa Regional de Gestión Sostenible del Medio Marino de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía controlan el crecimiento de las lapas ya censadas y la población existente en la zona. Se calcula que existen al menos un centenar en la Bahía de Algeciras.

Esta semana la inmersión será mediante apnea, sin botellas de aire comprimido. Desde el Centro de Gestión del Medio Marino del Estrecho (Cegma), donde el programa tiene su base, se desplazan en coche hasta Punta Carnero para examinar los ejemplares que se aferran a las rocas del parque natural del Estrecho, justo en la zona intermareal. Bajan el barranco, ya ataviados como hombre y mujer rana y con todos los útiles necesarios para la jornada. El objetivo, repasar los ejemplares pegados al islote de las Palomas y a las piedras de alrededor.

Para encontrar la primera no hace falta que el agua llegue por encima de la rodilla. "La principal amenaza de las lapas es el hombre. Creemos que suelen utilizarse como carnada para la pesca", cuenta Manuel. María del Carmen coge la regla y le indica la talla. "Ésta mide 5 centímetros de longitud", indicó mientras su compañero anotaba los datos, junto a las coordenadas exactas de su posición para, después en la oficina, cotejar datos y establecer una tasa de crecimiento y calcular la edad. "El año que viene puede haberse movido un metro o dos, no más", explicó. Una masilla verde marca su rastro, aunque tampoco conviene llamar la atención. "De hecho, creo que ahora la voy a quitar", dijo la bióloga marina. El año que viene, el GPS no miente.

Continúan su labor en una roca más alejada de la costa. La patella ferruginosa también se pega en los puertos, aunque reconoce la piedra natural en los diques y la elige frente al hormigón. Gracias a acuerdos con la Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras han logrado, por ejemplo, que en el espigón de La Línea, cerrado al paso, la población de patellas no haya descendido desde el pasado año. Todo un logro dada la trayectoria anterior.

Antes de volver a la búsqueda, Maria del Carmen cuenta que el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha anunciado recientemente que ha logrado reproducir en condiciones de laboratorio, mediante fecundación artificial, ejemplares de lapa ferrugínea. "Además, están interesados en viajar a la Bahía de Algeciras para hacer un estudio genético y conocer de dónde llegaron las patellas del Estrecho, si de la colonia de Ceuta o de la costa malagueña, por ejemplo", dijo Manuel.

La sesión de buceo termina dos horas después con los datos de otras 20 lapas. Ahora, sólo queda volver al Cegma para volcar las mediciones en la base de datos del programa por la supervivencia de esta lapa, protegida como el lince del Estrecho.

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