Los propietarios de la Casa de los Chinitos restauran el inmueble

Los propietarios de la Casa de los Chinitos, el histórico inmueble recubierto de conchas de playa y pequeños trozos de solería, han decidido restaurar esta vivienda, una de las más representativas de la ciudad por su aspecto y por su antigüedad, que corría riesgo de derrumbarse debido a la falta de mantenimiento durante los últimos años.

Muchos de los pedazos de cerámica de la fachada ya se habían desprendido y el techo se estaba hundiendo. Su deterioro provocó que en 2014 el historiador Miguel Ángel del Manzano Pratts lanzase una campaña en la plataforma change.org para reivindicar ante las administraciones la recuperación de este inmueble, a la que se adhirió un importante grupo de linenses. Ayer mismo una empresa contratada por los propietarios de la casa, la familia Gallego, instaló los andamios para que en breve comiencen los trabajos de puesta en valor de esta emblemática casa.

La Casa de los Chinitos, a la que muchos también llaman Villa Mosaico, es conocida por su llamativa fachada pero pocos conocen su historia y, mucho menos, lo que guarda en su interior. A principios del siglo XX era una de las últimas casas que había en la salida de la ciudad en dirección al cementerio. De hecho en los cortejos fúnebres las personas se quedaban a la altura de esta vivienda y dejaban que el féretro fuese llevado en solitario hacia el camposanto, ya que desde ahí la carretera era de arena y se hacía muy complicado andar por ella.

El blog La Línea en blanco y negro, del colaborador de este diario Luis Javier Traverso, recoge la historia de la llamativa casa. Este inmueble fue adquirido por Ramón Gallego Pérez y su esposa, Pilar Ibáñez Soles, que tuvieron dos descendientes, Rafael y Emilio. Este último, trabajador de la construcción en Gibraltar, fue el artífice de la construcción de la vivienda con la ayuda de su esposa, Elena, y sus dos hijas, Clemencia y Carlota.

Pasados algunos años Emilio instaló en la casa el restaurante La media luna. De hecho, en su fachada de mosaico aún se puede contemplar el dibujo de la media luna. Mientras el restaurante estaba abierto Emilio seguía colocando trozos de loza, cerámica o conchas en el interior y exterior de la casa. Esos pedazos de loza se los guardaban en Gibraltar las tiendas de cristalería y algunos amigos.

La Casa de los Chinitos está situada en un terreno de forma rectangular que tiene una superficie de 352 metros cuadrados. La edificación ocupa una superficie de 71,25 metros cuadrados. Consta de dos crujías paralelas a su fachada con un corredor central por el que se tiene acceso a las habitaciones y al patio trasero, al que se accede por un porche cubierto bellamente ornamentado.

Los muros son mampostería y cuenta con cerchas de madera con cubrimiento de teja curva a dos aguas. En el patio trasero hay un pozo, también recubierto de mosaico, y en su día estaba rodeado de flores de gran perfume y belleza que ambas niñas, Clemencia y Carlota, cuidaban con esmero. También hubo un viñedo.

El Plan General de Ordenación Urbana de La Línea recoge el inmueble como una edificación exenta y alrededor de la que se debía ampliar la superficie del terreno con expropiaciones de fincas colindantes, aunque finalmente no se llevaron a cabo, lo que ha ido detrimento del mantenimiento mínimo de la vivienda y su rehabilitación.

El que fuera aparejador municipal, Joaquín Cobos Romero, ya expresó la necesidad de que este inmueble merecía un interés especial y la propuso como lugar en el que albergar, por ejemplo, una oficina de información turística a los visitantes debido a su emplazamiento, antes de entrar en el entramado urbano de la ciudad.