Muere a los 89 años Salomón Seruya, el gibraltareño que soñó con la concordia
Defensor del diálogo a ultranza durante setenta años, tenía la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil de España y la del Imperio Británico
Fue político y, como tal, ministro de Desarrollo Económico y Turismo del Gobierno de Gibraltar; además ejerció de diplomático como embajador de Israel en Filipinas y también triunfó como empresario hasta convertirse en uno de los comerciantes más importantes de la zona, propietario de una prestigiosa cadena de perfumerías y presidente de la Cámara de Comercio. Pero sobre todo fue un amante de libertad, o así le gustaba definirse a Salomon Abraham Seruya (Gibraltar, 1926), el gran defensor del diálogo, un gibraltareño ilustre que empezó a clamar por la cooperación con España allá por los años 50 y que no dejó de hacerlo hasta prácticamente ayer, cuando falleció a los 89 años.
La muerte de Seruya es la de un hombre coherente y fiel amigo del sentido común que se convirtió en un personaje muy querido de la vida pública gibraltareña, donde sus opiniones -en tiempos abundantes- eran siempre oídas y muy respetadas. Pero no sólo en Gibraltar Seruya era estimado. Era frecuente verlo en España, a menudo para pasar periodos de descanso, y muy especialmente en La Línea era tratado por muchos como un linense más, siempre dispuesto a colaborar con el más necesitado.
En noviembre de 2008 , se convirtió en el primer gibraltareño en recibir desde el Tratado de Utrecht una alta distinción del Estado español: la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil. Se la impuso, con todos los honores, el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en el palacio de Viana, por "la voluntad de diálogo y de entendimiento" que este judio sefardí defendió durante décadas en multitud de foros. Seruya dijo entonces que durante su vida pública siempre antepuso "el aspecto humano alas cuestiones partidistas o ideológicas", y señaló: "He querido servir a mi pueblo, y he tratado de buscar un acuerdo con España, nuestro país vecino y querido".
Sol, como le conocían sus amigos, fue distinguido además con la Orden del Imperio Británico.
El 3 de abril de 1965, Seruya publicó en el periódico The Times un artículo con diez puntos en los que, como buen visionario, abogaba entre otras cosas por la expansión del uso del aeropuerto y la colaboración cultural. Ese discurso no lo abandonó nunca.
Empezó su carrera política de joven en la Asociación gibraltareña de Defensa de los Derechos Civiles y ocupó el cargo de Ministro de Desarrollo Económico bajo el mandato de Sir Joshua Hassan en la década de los sesenta del pasado siglo. Después se mudó a Israel con su familia, donde forjó una amistad con el líder del Partido Laborista, el estadista Shimon Peres. Se incorporó al partido y al cabo de un tiempo fue nombrado embajador de Israel en Filipinas. Volvió a Gibraltar en 1981 -después de que su nombre sonara con fuerza para ser embajador de Israel en España- y se hizo cargo del negocio familiar. Nunca dejó de opinar allá donde podía -entre otros medios publicó varios artículos y fue objeto de muchas entrevistas en Europa Sur- y en el año 2000 recibió la Placa de Oro de la Provincia de Cádiz por su defensa del díalogo con España. Gran partidario del Foro Tripartito y admirador del exministro Fernando Morán, siempre abogó porque cualquier conversación se materializara en acuerdos reales de cooperación que no se quedaran sólo en el papel y la foto.
En 2009 fue nombrado patrono de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Ayudó económicamente a muchos colectivos de Gibraltar, La Línea, Algeciras y Jerusalén que se vieron beneficiados por sus donaciones.
La Asociación Mar del Sur pidió en 2013 que le concedieran la Medalla de La Línea. Cuando este colectivo lo nombró socio excepcional declinó la invitación ante la situación que vivía (y vive) Gibraltar por los controles en la Verja que generan largas esperas.
El 21 de junio de 2007, durante el acto de entrega de un concurso de bilingüismo que patrocinaba (uno de los muchos), anunció que se retiraba de la vida pública. Aquel día a instó a los jóvenes de ambos lados de la Verja a dominar los dos idiomas, asegurando que las dos culturas le han ayudado y enriquecido en su vida política, diplomática, empresaria y personal.
Al margen de su vida pública, Seruya fue un hombre muy familiar, siempre al lado de su amada esposa, Frances, quien falleció antes que él, sus hijas Dona, Susan y Lillian, y sus muchos nietos.
A las 18:15 horas está previsto el acto del sepelio en el área hebrea del cementerio de Devil´s Tower Road.
Durante todo el día de ayer mandaron sus condolencias el Gobierno de Gibraltar, el Ayuntamiento de La Línea, el partido Popular de La Línea, el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, la asociación Mar del Sur, la Asociación de mediana y Pequeña Empresa de La Línea y el Centro Unesco del Campo de Gibraltar. Todos ellos descataron el carácter tolerante y Dialogante de Seruya, cuyo espíritu se hace tan necesario en estos días.
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