Elecciones

Los debates

QUE yo recuerde, sólo en las elecciones generales de 1993 los cara a cara entre los dos principales candidatos fueron algo decisivos. En aquella campaña, José María Aznar ganó el primero en Antena 3 con claridad y contundencia y Felipe González, que se tuvo que poner las pilas con José María Maravall como principal asesor, hizo lo propio en el segundo, en Telecinco. Finalmente, los socialistas lograron la victoria electoral por un estrecho margen de votos. Bien es verdad que la verdadera clave del triunfo resultó ser la presencia del juez Baltasar Garzón como número dos en la candidatura socialista de Madrid. Tres años más tarde, con 14 puntos de diferencia  sobre el PSOE, el PP se borró de los debates, y Aznar no compareció ante González. Ganó a falta de un telediario, según recordó hace unos meses el sevillano en la Conferencia Política del PSOE.

En 2000, con la mayoría absoluta cantada, el ex presidente castellano-leonés tampoco le dio bola al candidato socialista, Joaquín Almunia. Cuatro años más tarde, el PP, convencido de nuevo de la victoria, no permitió que Mariano Rajoy, cabeza de cartel designado por Aznar, se enfrentara ante las cámaras a José Luis Rodríguez Zapatero. La victoria de los socialistas permitió que cuatro años después los debates cara a cara formaran parte de la campaña como una especie de derecho democrático de los ciudadanos. En 2008, Rajoy, por detrás en los sondeos, desaprovechó los dos que mantuvo con Rodríguez Zapatero y el PP volvió a perder los comicios.

Ante las elecciones del 20-N, los populares, sobrados en las encuestas desde hace meses, dudaron si mantenerse o borrarse de nuevo. El incidente de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, con la presentadora de TVE Ana Pastor en Los Desayunos -acusó a la televisión pública de imparcialidad en un acto un tanto cínico- hacía presagiar que desertarían. Pero, finalmente, con un margen estratosférico en las encuestas, optaron por mantener las formas democráticas y aceptaron un debate muy tasado con el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, en la neutral Academia de la Televisión.

Con la crisis económica y los cinco millones de parados como principales bazas argumentales, Rajoy no corre hoy riesgos electorales ni perdiendo. Aunque Pérez Rubalcaba resulta un candidato insuperable en el cuerpo a cuerpo, lo normal es que el gallego le gane desde la moderación, con el traje de presidente del Gobierno puesto durante toda la sesión televisiva. Todo ello a pesar de que su imagen pública sigue instalada en dígitos mediocres, aunque los suyos le hayan descubierto recientemente hasta carisma. Por su parte, el socialista le vencerá en el resto de largo, y agotará de camino su última oportunidad para intentar convencer a los 2,5 millones de votantes socialistas que se lo siguen pensando a estas alturas.

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