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Los entrenamientos de la Real Balompédica se han constituido en un improvisado expositor de botas de fútbol de los más diferentes modelos, que van desde los cincuenta a los doscientos euros de precio

Diferentes modelos de botas utilizados por los jugadores de la primera plantilla de la Real Balompédica.
Rubén Almagro / La Línea

08 de agosto 2010 - 05:02

Como sucedió en su día con la añorada televisión en blanco y negro, la pluralidad de colores desembarcó hace un puñado de años en el fútbol. Y no sólo en la pluralidad de indumentarias -esclavas de las obligaciones de marketing- sino en los pies de los protagonistas. Los entrenamientos (y por añadidura los partidos) de la Real Balompédica son un clarísimo ejemplo de la oferta tan dispar de que disfrutan los futbolistas a la hora de elegir el calzado. Cualquier jornada de trabajo se constituye en un improvisado expositor de lo que impone la moda para los borceguíes. Para unos no es más que material de trabajo. Para otros, una forma de defender la individualidad e incluso de coquetería bien entendida.

La mayor parte de los pupilos de Rafael Escobar -escribir todos reflejaría, posiblemente, mejor la realidad- disponen de dos juegos de botas. Uno, generalmente más modesto, para el trote diario, que suele tener tacos muy cortitos, para hacer más llevadera la tarea. Otro, casi siempre de mayor valor, para los encuentros.

No es infrecuente que algún futbolista tenga un tercer par, porque distingue entre los campos de césped sintético como eldel Municipal y los de hierba natural, donde emplean tachones (que es el nombre que reciben en México) con suela mixta, que incluye media docena de tacos de aluminio.

Cada cual elige modelo y color según sus gustos y posibilidades. Generalmente son los solteros los que más invierten en este apartado. Los precios pueden ir desde los cincuenta/sesenta euros para los modelos más modestos hasta rondar los doscientos, para los de las marcas más conocidas, que generalmente son promocionados por futbolistas de primer nivel.

Los propios integrantes del plantel albinegro son los que se encargan de cuidar de su material, a diferencia de lo que sucede en otros clubes -la mayor parte de las veces de superior categoría- en los que los utileros asumen esa responsabilidad a cambio de una propina mensual. En la caseta existe un bote de grandes dimensiones de grasa de caballo que los profesionales aplican a su calzado nada más finalizar las sesiones preparatorias, para evitar que se resequen y pierdan flexibilidad.

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