Poesía

Celebrando la poesía de Antonio Rivero Taravillo

Antonio Rivero Taravillo.

Antonio Rivero Taravillo. / Juan Carlos Vázquez

El pasado 13 de septiembre, el traductor y escritor Antonio Rivero Taravillo anunció en su muro de Facebook la buena noticia: le habían concedido, por unanimidad del jurado, el Premio de Poesía Ciudad de Alcalá. Es este el segundo premio que el autor logra en el género. El libro premiado tendrá por título Ahora y fue escogido entre más de seiscientos manuscritos. Rivero Taravillo recogió el galardón el pasado 9 de octubre, en una gala organizada por el Ayuntamiento del municipio.

El conjunto destaca –en palabras del propio jurado- por su variedad formal. Y así es: entre las páginas del poemario leemos versos que combinan diferentes ritmos, metros, músicas, junto con poemas en prosa y en versículos –un registro poco habitual en Rivero Taravillo-. Pero de Ahora también habría que señalar el excelente catálogo de imágenes en los poemas y la cuidada expresión de estos. Un ejemplo –de los muchos que podríamos citar- es el inicio del poema Apunte del natural, que dice así: “En la terraza, / un trozo de servilleta revolotea / junto a las mesas. / Mínima nube, / es mitad papel biblia y mitad miga, / pero ser vivo entero”. O el extraordinario Límite y fin, con sus paralelismos, silogismos y definiciones.

"Creo que es un muy importante que el poeta, cuando adquiere oficio, al mismo tiempo conserve la capacidad de arriesgar, y no se anquilose en lo que es fácil".

El autor supo del premio por teléfono. Confiesa a este periódico que todo le pilló de sorpresa. Ni siquiera se acordaba de que tenía un mecanoscrito concursando. “Cuando me enteré de que había ganado el Premio de Poesía Ciudad de Alcalá estaba en casa. Del jurado me llamaron a la hora de la comida. La deliberación sucedió un poco antes, sobre la una de la tarde. Yo realmente no me acordaba de que había presentado este poemario al premio. Porque tengo varios concursando. No obstante, até cabos cuando me dijeron que era del Ayuntamiento de Alcalá de Henares. Me dije a mí mismo que no podía ser otro asunto. Pero realmente no daba crédito por una razón: porque sé la cantidad de libros que se presentan –a esta edición del premio se presentaron 641- y sé que lo más probable es que no te lo den. Por lo que fue sorpresivo”, relata Antonio Rivero Taravillo.

El poeta, en la conversación, adelanta los principales elementos que constituyen el contenido del poemario, de este premiado Ahora. Lo primero que se nos desvela es que no será un libro de poemas “unitario”, sino una “suma de poemas”. Es el proceso habitual en la creación –en el trabajo de creación poética- de Antonio Rivero Taravillo. El autor detalla que los poemas le surgen como una especie de epifanía, de revelación. Ya sea a través de una estampa que asombra o de una imagen inesperada, que, por diferentes motivos, llama la atención. Así capta el momento, y este es depurado mediante el ritmo del poema, la música del verso o el lenguaje de la poesía. “Yo no redacto poemas”, resume el poeta.

Hablando sobre libros de poesía unitarios –o libros que contienen poemas extensos-, Rivero Taravillo recomienda dos: Piedra de sol, de Octavio Paz, y Sepulcro en Tarquinia, de Antonio Colinas. y siguiendo con la charla, el traductor reflexiona acerca de la relación entre libros de poemas premiados y poemarios unitarios. Una relación que suele darse. Y para la que Antonio Rivero Taravillo tiene el motivo o la causa. “Los jurados se fijan más en libros unitarios. Es comprensible que esto sea así, pero también es injusto. Porque el poema lírico es una unidad en sí. En mi criterio, no hay que perseguir la unidad formal cuando la unidad ya está implícita en la atmosfera de los diferentes poemas. Pero también es verdad que para un jurado es más argumentable, a la hora de justificar una deliberación, la unidad del libro”. No obstante, nos deja claro el poeta que él no es “contrario” a la escritura de estos libros, aunque sí a escribirlos con el propósito de alzarse con premios de manera premeditada, calculada, como si la poesía fuese “una operación de marketing”. “La poesía está bien que se premie, pero al ser genuina, no como una especie de plan de negocio”, concluye Rivero Taravillo.

“La poesía es fundamentalmente una visión distinta de la realidad que se transfigura y que el poema trata de aprehender en su forma”.

En Ahora son pocos los poemas que se han descartado y mucho lo que se ha experimentado, indica su autor, para el que la autoexigencia en la escritura es un propósito siempre presente. “Estoy contento con el empleo de formas de poemas en prosa y en versículo porque me han sido en general ajenos, hasta ahora. Creo que es un muy importante que el poeta, cuando adquiere oficio, al mismo tiempo conserve la capacidad de arriesgar, y no se anquilose en lo que es fácil. La facilidad tiene un problema, y es que paradójicamente es un lastre, porque convierte en maquinal lo que debe ser un milagro. Y utilizar esas formas en las que me encuentro más titubeante me hace afirmarme en mi discurso”.

Antonio Rivero Taravillo no distingue “el ocio de la vida profesional”, pues “la escritura es mi propia vida”, comenta. Ese afán por vivir de y para la literatura supone que siempre tenga un proyecto –traducción, novela, ensayo, aforismos- entre los archivos del ordenador. Entre estos, nos descubre uno especialmente interesante: una biografía de Álvaro Cunqueiro. Un trabajo que, afirma Taravillo, “cubre un hueco”.

Ahora se publicará muy pronto, ya sea en una colección del Ayuntamiento de Alcalá de Henares o en coedición con una editorial –se están valorando las dos opciones-. Pero hasta entonces nos queda esperar para conocer más acerca de la propuesta. Nos quedamos, mientras tanto, con una definición de Antonio Rivero Taravillo sobre qué es la poesía. Una definición que nos da pistas del contenido que leeremos en este nuevo poemario. “La poesía es fundamentalmente una visión distinta de la realidad que se transfigura y que el poema trata de aprehender en su forma”, reflexiona el autor. Y así concluimos lo que no sabemos si se puede concluir –ya contamos unos cuantos siglos dándole vueltas al tema-.

 

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