El fenómeno Solzhenitsyn | Crítica

Catedral del dolor

  • Ediciones del subsuelo edita un estudio de Georges Nivat sobre la compleja figura y la inmensa repercusión política, literaria y social del Nobel ruso Alexandr Solzhenitsyn 

Imagen del Nobel ruso Alexandr Solzhenitsyn (1918-2008)

Imagen del Nobel ruso Alexandr Solzhenitsyn (1918-2008)

El ensayista Georges Nivat recoge en esta obra una indagación sobre el Nobel ruso que trasciende, necesariamente, el ámbito literario. Ello ocurre tanto por la naturaleza misma de la obra de Solzhenitsyn (pensemos en su Archipiélago Gulag), como por la inmensa repercusión que tuvo el autor en la Europa y la Norteamérica de los 70-80. “Se hablará del siglo de Solzhenitsyn como se habla del siglo de Voltaire”, escribe Nivat al comienzo de su ensayo (pág. 73), tal vez con cierta desmesura. Sin embargo, la conmoción fue cierta. Y la controversia. Y la recepción inhóspita por parte de la izquierda europea. Después de su publicación en 1974, escribe Raúl del Pozo, “los comunistas de todo el mundo, y especialmente los de España, descubrieron que por debajo del anticomunismo doliente y lírico de Alexandr Solzhenitsyn, estaba el infierno de la verdad”.

El 'fenómeno' Solzhnitsyn implica la denuncia de los crímenes del comunismo, pero también la disconformidad con la moral occidental

Lo que Nivat busca subrayar es, pues, la totalidad de un “fenómeno” que implica la refutación del comunismo y la denuncia de sus crímenes, pero también la disconformidad con la moral occidental, observada desde un cristianismo sencillo, en el que la sociedad de consumo -la “sociedad opulenta” que postuló Galbraith-, tampoco encuentra aceptación. Como ya imaginará el lector, el apartado de las polémicas y los desencuentros en los que participó esta suerte de gigante eremítico que fue Solzhenitsyn, es bastante nutrido. No obstante, hay un hecho primordial que lo desencadena todo, y que se halla en el origen de esta inmensa requisitoria sobre la maldad humana. Este hecho, de extraordinaria ambición, se resume en la dedicatoria de su Archipiélago: “A todos los que no vivieron lo bastante para contar estas cosas. Y que me perdonen si no supe verlo todo, ni recordarlo todo, ni fui capaz de intuirlo todo”. Es en esta capacidad de dar voz a una enorme pluralidad sufriente -y no en un testimonio personal o un nuevo aporte documental-, donde radica, a juicio de Nivat, la diferencia de Solzhenitsyn respecto del resto de la literatura del Gulag. Para Nivat, se trata de una nueva visión de la humanidad, que trasciende la ceguera ideológica. Así, el complejo Solzhenitsyn que nos ofrece tiene algo de profeta que arde en el fuego de la Historia. Algo de icono hierático y tardío que señalaba a un mundo radicalmente otro.

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