historia

Los acuartelamientos de carabineros en el Campo de Gibraltar

  • La huella de los cuarteles sirve para reivindicar la labor de los carabineros y sus familias en la comarca

Antiguo cuartel del puesto de Guadalquitón.

Antiguo cuartel del puesto de Guadalquitón. / Equipo N-340

La conmemoración del CXL Aniversario de la creación de la Comandancia de Algeciras del Cuerpo de Carabineros representa una gran oportunidad para poner en valor esta institución, creada para la vigilancia y represión del contrabando y el fraude fiscal. Su presencia en el Campo de Gibraltar fue de las más singulares de todo el país, debido a las especiales características de este territorio: al mismo tiempo costero y fronterizo.

Desde la creación del Cuerpo de Carabineros en 1829 y su posterior reorganización en 1842, la presencia de los carabineros en nuestro país fue una constante hasta su disolución en 1940. Para llevar a cabo sus funciones se desplegó toda una red de acuartelamientos que ocuparon las principales localidades del país, aunque fueron costas y fronteras su territorio por excelencia. Construcciones de todo tipo y condición fueron punteando el perímetro del país, tomando como referencia el ya existente sistema defensivo histórico conformado por torres, baterías y castillos, al que se sumaron nuevas localizaciones con las que se obtuvo un control total de playas y pasos fronterizos.

Comenzado el siglo XX los ingenieros militares y de Hacienda asumen los proyectos

La gran mayoría de estos primeros puestos se caracterizaron por su precariedad y una continua necesidad de mantenimiento y reparaciones. En algunos casos, estos alojamientos eran simples chozas que los mismos carabineros tenían que construirse, a la espera de las necesarias partidas presupuestarias que el ministerio de Hacienda, como responsable del acuartelamiento, debía aprobar. Como norma general, se recurrió a una arquitectura de gran sencillez y ausencia general de ornamentos, con edificaciones de mampostería a modo de naves o barracones y cubiertas de tejas.

No será hasta comenzado el siglo XX cuando los ingenieros militares, primero, y los arquitectos de Hacienda, después, asuman la redacción y supervisión de los proyectos de acuartelamientos. De este modo, consiguieron mejorar estas construcciones en base a un programa mínimo, en las que se asumía la convivencia de carabineros junto con sus familias, al igual que ya estableciera la Guardia Civil para sus casas cuartel en su decreto fundacional de 1844.

Tras la Guerra Civil, la Benemérita asumió no sólo las competencias de Carabineros, sino todos sus acuartelamientos, incluidas sus carencias. Éstos fueron adaptados, en los casos en los que era posible, a las características de la Guardia Civil, aunque también fueron los primeros cuarteles que se acabaron desalojando, debido a múltiples factores: reorganización de las fuerzas, nuevos medios de transporte y comunicación para las labores de servicio, apertura de las fronteras. Esta situación derivó en un abandono paulatino de estas instalaciones que, sumado al empuje urbanístico que ha afectado al conjunto del litoral español, ha provocado la pérdida de una gran parte de estos antiguos acuartelamientos.

Este relato general que describe la realidad de los carabineros en todo el país se ejemplifica en el caso concreto del Campo de Gibraltar. La presencia de Carabineros se habilitó en todos los municipios, puertos, estaciones ferroviarias, puntos estratégicos del litoral y, por supuesto, en el istmo de Gibraltar. En la práctica totalidad de las antiguas torres atalayas que jalonan la costa mediterránea y atlántica se documenta la construcción de un puesto, así como en puntos intermedios, de modo que para los aproximadamente 110 kilómetros de costa de la comarca se construyeron alrededor de 40 acuartelamientos.

En el Boletín Oficial de la Provincia de Cádiz se puede documentar, ya desde mediados del siglo XIX, una incesante actividad licitadora para construir y "recomponer" casetas de carabineros. A partir de esos anuncios podemos listar la gran mayoría de los puestos de la Comandancia de Algeciras -acorde con los datos recopilados por el coronel Jesús N. Núñez en sus investigaciones-, en los que comprobamos la asociación toponímica que se produjo entre los acuartelamientos y su emplazamiento, cuestión de gran valor hoy en día debido a la pérdida de muchos de estos nombres.

En cualquier caso, las labores de construcción y mejora no estaba exenta de impedimentos, debido al aislamiento y las dificultades de acceso en que se encontraban gran parte de estas edificaciones o, simplemente, la delicada situación que implicaba la presencia de la colonia británica. Las demoras a la hora de actuar y la precariedad general que caracterizaban a estas instalaciones, nos da una clara muestra del gran sacrificio que asumieron, no sólo los carabineros, sino sus familias y, especialmente, sus mujeres, inquilinas de los cuarteles a tiempo completo. La realización de las tareas diarias asociadas a cualquier hogar resultaría especialmente gravosa en estos pabellones al estar alejados de cualquier población, como así recuerdan todavía algunos antiguos habitantes de estos acuartelamientos.

La asunción de competencias por parte de los ingenieros militares implicará una mejora sustancial para muchos de los puestos de la Comandancia y, consecuentemente, para el modo de vida de los carabineros y de sus familias. Un ejemplo de esta labor lo encontramos en el proyecto firmado, en 1904, por el capitán del Cuerpo de Ingenieros, Francisco Cañizares y Moyano, para el puesto de la Atunara, similar al que ya se encontraba en funcionamiento en el puesto de Torre Guadiaro, entonces perteneciente a la Comandancia de Estepona. La nueva caseta, tal y como se denomina en el proyecto, albergaría a 17 familias y venía a sustituir a otra de menores dimensiones que se mostraba insuficiente para cubrir las necesidades de la Compañía.

A partir de 1940, la Guardia Civil asume los acuartelamientos de Carabineros e incluso su organización como comandancia exenta de la de Cádiz, lo que intensificará la presencia de ésta en todo el territorio campogibraltareño. Esta ocupación por parte de la Benemérita ha distorsionado en gran medida la historia de estas edificaciones, obviando en muchos casos el origen primigenio de las mismas. Con todo, es innegable que la continuación como casas cuartel ha permitido que algunos de estos edificios hayan llegado hasta la actualidad, facilitando, tras su desafectación, su reutilización bajo otros usos, como así ocurre en Caños de Meca, Guadarranque o en el Rinconcillo, en donde se han reciclado como equipamientos municipales.

A pesar de esta importante presencia en la comarca, actualmente sólo podemos identificar algo menos de la mitad de las construcciones que en su día albergaron a las fuerzas de carabineros en la comarca, y muchas de ellas en un avanzado estado de ruina: Guadalquitón, Carboneras, Getares, Cañada del Peral, el Tolmo, Arenillas, Guadalmesí, Oliveros… Un territorio como el del Campo de Gibraltar, con una historia tan marcada por la presencia militar, no puede obviar una parte fundamental de su pasado, como es la que representa el Cuerpo de Carabineros y su antigua comandancia. La huella de sus cuarteles nos debe servir a todos para reivindicar y enorgullecernos de la abnegada labor que realizaron, tanto los carabineros como sus familias, en nuestras costas y fronteras durante más de un siglo.

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