Tortillitas de alga invasora: un estudio revela el "potencial nutricional" de la 'Rugulopteryx okamurae'

¿Se imagina un potaje de berza con sus papas, sus judías verdes, sus garbanzos, su trocito de carne de jarrete, de cerdo, su tocino y su poquito de alga invasora? ¿Será posible algún día pedir en un bar del Campo de Gibraltar unas tortillitas de Rugulopteryx okamurae para acompañar una cervecita? Un grupo de científicos de distintas disciplinas en torno a la química de los alimentos de la Universidad de Sevilla cree que sí. Es más, ha publicado un estudio con las primeras pruebas sobre el "potencial nutricional" del alga parda, lo que abre una ventana a sus "futuras aplicaciones en los campos de la alimentación y la biotecnología" y su "papel en la promoción de la salud y la sostenibilidad".

La Rugulopteryx ofrece "una oportunidad potencial para su utilización como un valioso recurso alimenticio" porque puede convertirse en un ingrediente para elaborar alimentos saludables, según estos investigadores, que concluyen que se trata de "una fuente adecuada de ácidos grasos omega-3 y compuestos volátiles" que "pueden mejorar las cualidades sensoriales y conservantes", así como de péptidos antioxidantes y antiinflamatorios "con múltiples aplicaciones en las industrias alimentaria, farmacéutica y cosmética".

"Los esfuerzos para aprovechar su biomasa para estos fines no solo podrían mitigar las amenazas ecológicas que plantea su presencia, sino que también contribuirían a abordar las preocupaciones sobre la seguridad alimentaria y reducir la dependencia de las fuentes tradicionales de proteínas", se lee en el documento, publicado por ScienceDirect y firmado por Fernando Rivero-Pino, Teresa González-de la Rosa, María Torrecillas-López, Luna Barrera-Chamorro, José Luis del Río Vázquez, Elvira Márquez-Paradas, África Fernández-Prior, Marco García-Vaquero, José Carlos García-Gómez, Sergio Montserrat-de la Paz y Carmen María Claro-Cala, miembros del Departamento de Bioquímica Médica, Biología Molecular e Inmunología, del Instituto de Biomedicina, del Departamento de Zoología de la Facultad de Biología, del Departamento de Farmacología, Pediatría y Radiología de la Facultad de Medicina y del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, además de la Facultad de Agricultura y Ciencias de la Alimentación del University College Dublín.

En el estudio destacan la "composición nutricional, contenido mineral y potenciales compuestos bioactivos" del alga parda. La biomasa contiene 14,18 % de proteína, 21,29 % de lípidos (con un alto contenido de omega-3), fibra (31,32 %) y cantidades significativas de minerales como calcio, sodio, potasio, azufre y hierro. "Considerando la enorme cantidad de esta alga que se está recolectando, y con el propósito de agregar nuevas líneas de investigación alineadas con las nuevas políticas de promoción de un sistema alimentario respetuoso con el medio ambiente, la investigación reciente se está centrando en la caracterización de esta alga multicelular, que podría emplearse como fuente de macro y micronutrientes", explican.

Los investigadores destacan que el potencial de la Rugulopteryx okamurae en aplicaciones alimentarias "se ha explorado poco", destacando el potencial de sus terpenos (compuestos orgánicos, principalmente hidrocarburos, que se encuentran en diversas plantas, y son responsables de sus aromas y sabores característicos), azúcares reductores, pigmentos y fibras, con potencial antiinflamatorio, inhibidor de la α-glucosidasa o antibacteriano, entre otros.

Eso sí, el estudio cita reportes recientes de la alta toxicidad de esta especie atribuida a su alto contenido de sesquiterpenos, que no se encuentran en otras algas. "Si se pretende utilizar para consumo humano, se debe realizar una evaluación de riesgos adecuada, garantizando que su consumo no presente riesgo de seguridad", advierten.

En cualquier caso, entienden que "el uso de macroalgas invasoras para producir productos de alto valor presenta una estrategia prometedora para mitigar los efectos ambientales negativos de estas especies", que "ofrecen claras ventajas económicas, ya que no requieren agua dulce ni tierra cultivable para su cultivo, evitando así la competencia con las fuentes de alimentos convencionales".

"La composición de las algas pardas depende de varios factores, incluidas las condiciones ambientales, como la temperatura del agua, la intensidad de la luz, la disponibilidad de nutrientes y la salinidad", subraya el estudio, que especifica que "los factores genéticos y las vías metabólicas específicas de la especie de las algas pardas pueden influir en su composición bioquímica". Las algas sintetizan una amplia gama de compuestos. "Las proporciones relativas de estos constituyentes pueden variar significativamente entre diferentes especies de algas pardas e incluso dentro de la misma especie en diferentes condiciones ambientales, incluida la estación y el lugar de crecimiento, como en otros organismos marinos. El potencial para explorar nuevas especies ofrece una gran oportunidad para descubrir compuestos novedosos (estructuras nunca antes identificadas) con posibles aplicaciones en diversas industrias, si se demuestran actividades biológicas o tecnofuncionales", concluye.