Nacimiento (Noche de paz)
Cuentos del Natal
“Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crie hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento”
(Isaías 1, 2-3).
I
El portal cerrado, nadie que lo habite y un frío en la umbría deseo de la muerte; la oscuridad plena, la tierra reseca, el bálago inútil, un roto en el vano y nadie que habite el hogar desierto del pastor hüido, la covacha inmunda que da a los vencidos la noche a cubierto.
II
[Noam Chomsky]
Y se quedarán sin hogar, sin calle, sin la referencia dulce del vecino o de la familia; todo será paz de muertos, horror de sobreviviente, el primer objetivo es garantizar que los ricos puedan gozar felizmente sus mansiones cálidas repletas de amor.
III
Señala la estrella donde reventó la bomba una vida de niño... Otro niño sonríe al sicario que se cree justo por matar al padre criminal de aquél. Los peces del río tragan bardomera de arena y de sangre, un niño que está en la cuna ignora si podrá vivir.
IV
Noche de la paz, noche del amor que congelas manos y pies de cadáver, deja a la familia santa reposar en su lecho gris de polvo y de piedra, que su sangre siembre de vida un futuro mejor, que alimente toda la cicuta que precise el sabio con sus muertos todos.
V
Carnero brutal que quitas el hombre del mundo, piedad para las criaturas sin culpa que mueren del hambre y la sed, no obedezcas más ley que la metralla del amor de un padre y de aquella madre que imploran a gritos por sus hijos vivos todavía, cede y que no los lloren.
VI
Llega la familia completa al portal, el buey y la mula asienten cansados y miran con ojos de amor: el calor que todo animal vivo da. Detrás vienen los soldados enviados por dios, las armas del hombre que quiere mandar sobre toda vida menos la que es suya, y dice que es bueno.
y VII
Buey de carne gorda, de orejas la mula paralelas, miran a su amo nacido y el mundo no sabe quiénes son sus dueños; el animal puede y el hombre no quiere, ¡ay si hubiera un dios cómo temblarían esos herodianos que machacan cráneos inocentes! Noche no existe en paz para criminales.
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