Parque Natural

La difícil reintroducción del lobo para la regeneración de Los Alcornocales

  • El ingeniero de montes Rafael Sánchez Vela sugiere el control de las poblaciones de jabalíes, venados y cabras montesas con su depredador natural

  • La aplicación de esta propuesta sería muy complicada por la coexistencia con el ganado 

El último lobo cazado en la provincia de Cádiz (Colección particular de Antonio Bohórquez Benítez, Ubrique).

El último lobo cazado en la provincia de Cádiz (Colección particular de Antonio Bohórquez Benítez, Ubrique). / Sociedad Gaditana de Historia Natural

El Parque Natural de Los Alcornocales afronta desde hace años un importante problema de regeneración debido al envejecimiento de los alcornoques y la falta de ejemplares nuevos. La solución es que se mime cada bellota que crece librándola del ganado doméstico, aunque sobre todo salvaje (corzos, ciervos, cochinos silvestres…) y en este escenario entra una solución teórica, aunque difícilmente aplicable según el ingeniero de montes Rafael Sánchez Vela, funcionario de la Oficina del Parque Natural de Los Alcornocales: la reintroducción del lobo ibérico.

“Suena un poco fuerte dicho así. Hay que tener en cuenta que el lobo desapareció de la zona por un problema de coexistencia con el ganado. La reintroducción del lobo es algo muy complicado porque desde hace 100 años el manejo es diferente sin la presencia de este depredador. Habría que volver a guardarlo por las noches y que estuvieran permanentemente vigilados por mastines, como se hace en el norte de España. No se podría repercutir el alto coste de volver a hacerlo de esta manera a los ganaderos”, destaca Sánchez Vela.

Las 173.000 hectáreas del Parque Natural de Los Alcornocales están en peligro por esa falta de relevo generacional y hasta el momento no se han planteado soluciones para regenerar el monte. Preguntado por la posibilidad de que la presencia del lobo sea beneficiosa para el ecosistema, Sánchez Vela expone que esta teoría sería beneficiosa para muy complicada de aplicar: “Cuando se plantea reintroducir una especie hay que tener muy claras las causas que han provocado su extinción. Creo que si se reintroduce no tendría mucho éxito. Habría que solucionarle el problema antes de planteárselo a los ganaderos para que no soportaran el alto coste de cambiar la forma de manejar el ganado después de 100 años. A través de unas subvenciones sería la única solución”, destaca.

El experto señala que las poblaciones de ungulados, sobre todo de cochinos asilvestrados, se disparan en algunos casos. “El jabalí, aunque ahora en Los Alcornocales lo que tenemos es el cochino asilvestrado por hibridación, es muy prolífico, tiene muchas crías al año. Era una presa predilecta de los depredadores y ahora no se controla. Las poblaciones de cochino asilvestrado ahora están disparadas. Es difícil bajar esas densidades e incluso controlarlas porque no tiene un depredador natural. En muchas zonas de Los Alcornocales la situación es muy complicada”, indica Sánchez Vela.

“En una perspectiva histórica muy resumida, el lobo era el superdepredador que estaba arriba en la cadena alimenticia y era el controlador de las poblaciones de ungulados (jabalíes, venados, cabras montesas…). A partir de 1850 que es cuando se empieza a utilizar el veneno y las poblaciones empiezan a mermar hasta que el lobo desaparece en torno a 1920 o 1930. El lobo desapareció hace 100 años, que a escala ecosistema no es demasiado, y desde entonces empieza a controlarlo el hombre. De ahí a decir que la solución es volver a introducir el lobo habría mucha tela que cortar. Cuando el lobo se extingue es porque hay una competencia muy grande con el hombre, sobre todo por la ganadería. Por eso al final se acaba extinguiendo. Cuando se plantea la reintroducción de una especie se debe plantear por qué ese animal ha desaparecido y cuáles han sido las causas. Si esas causas no se eliminan, difícilmente va a prosperar su reintroducción, ya sea de una especie animal o vegetal”, explica el ingeniero de Montes.

Rafael Sánchez Vela, ingeniero forestal y con la mano en la frente, en una jornada sobre la seca en 2019. Rafael Sánchez Vela, ingeniero forestal y con la mano en la frente, en una jornada sobre la seca en 2019.

Rafael Sánchez Vela, ingeniero forestal y con la mano en la frente, en una jornada sobre la seca en 2019. / Jorge del Águila

Sánchez Vela recuerda que en Andalucía, las últimas poblaciones del lobo ibérico están en Sierra Morena, “pero ya son muy exiguas y muchos expertos sostienen que ya han desaparecido”. “No se ha conseguido ya ni siquiera reintroducirlo allí, sino que se mantengan estables las pocas poblaciones que quedan”. “El lobo ahora está en expansión desde el norte de España, pero siempre con el conflicto con la ganadería. El principal problema es que el manejo del ganado sin el lobo es completamente distinto a que existiera el lobo. Allí nunca han dejado de coexistir y siempre se ha hecho de la misma manera: el ganado se encierra por las noches y los mastines siempre lo vigilan. Y los daños son menores. En el centro y el sur esas costumbres se han perdido y el ganado es extensivo. Esta forma manejo es casi incompatible con la presencia del lobo y ahí entran los conflictos fuertes. Ese manejo es mucho más caro porque se necesitan más medios”, reafirma el ingeniero de Los Alcornocales.

Yellowstone, un caso de éxito

La reintroducción del lobo en el Parque Nacional de Yellowstone (EEUU) hace más de 20 años "es el experimento ecológico más celebrado de la historia", según varios expertos. Allí los lobos y los pumas fueron eliminados deliberadamente hasta 1926 y, al cabo de unos años, la población de ciervos aumentó tanto se alteró la vegetación. Desde que se reintrodujo el lobo, el ecosistema ha vuelto a sus orígenes.

Sin embargo, Sánchez Vela señala, por las dimensiones de Yellowstone (casi 900.000 hectáreas) y sus características, el caso no tiene nada que ver con Los Alcornocales (173.000 hectáreas). “Allí ocurrió lo mismo, es un problema a nivel mundial. Desaparece el depredador natural y eso afecta a los ecosistemas porque los herbívoros se propagan sin controlador. En Yellowstone desaparece el lobo y el ciervo y el bisonte se expande. Se reintrodujeron algunas manadas de lobos, pero es tan inmensamente grande en comparación con otros parques de la península y está muy deshabitado, y las posibilidades eran mucho más grandes. Allí la presencia de ganaderos era casi anecdótica. Con esas manadas cambió el ecosistema porque los ciervos tienen otro comportamiento y dejaron de frecuentar ciertas zonas que comenzaron a regenerarse de forma muy rápida ya solo por la presencia del lobo. Es un caso muy llamativo y hay muchos documentales que hablan de eso. Es un caso un poco especial y diferente”, sentencia.

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