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Julio Verdú, inspector jefe de Aduanas en Algeciras y escritor: “Mover 13.000 kilos de cocaína implica corromperlo todo”

Entrevista tras publicar la novela 'El sótano'

El veterano responsable del grupo de Información Marítima del Estrecho publica El sótano, una novela negra inspirada en la mayor incautación de cocaína de la historia en el Puerto de Algeciras

Así comienza 'El sótano', la nueva novela de Julio Verdú sobre el narcotráfico en el Estrecho

El escritor y inspector jefe de Vigilancia Aduanera Julio Verdú Baeza presenta su cuarta novela, 'El sótano'. / Erasmo Fenoy

Julio Verdú Baeza no escribe desde la imaginación, sino desde la experiencia. Inspector jefe del Servicio de Vigilancia Aduanera desde 1984 y conocedor como pocos de los entresijos del narcotráfico en el estrecho de Gibraltar, acaba de publicar El sótano, una novela dura, oscura y profundamente verosímil. El punto de partida es real: la incautación de 13.000 kilos de cocaína en el Puerto de Algeciras en noviembre de 2024. A partir de ahí, Verdú traza un retrato inquietante de la corrupción, la violencia y la convivencia social con el dinero de la droga en una comarca convertida en frontera, ombligo del mundo y escenario literario de primer orden.

La portada de 'El sótano', cuarta novela de Julio Verdú Baeza.

Pregunta.El sótano arranca con un hecho real: la incautación de 13.000 kilos de cocaína en el Puerto de Algeciras. Se habló mucho sobre ello, pero quizá no se dimensionó lo que significaba aquello.

Respuesta.No, no se dimensionó en absoluto. Se dijo y se volvió a decir, lo dijisteis vosotros, lo dijeron muchos medios… pero no nos paramos a pensar en lo que eso supone. Trece mil kilos de cocaína es una barbaridad. Es algo descomunal. ¿Te paras a pensar lo que son trece mil kilos de cocaína juntos? Yo estuve allí ayudando a cargar los bultos. Se contrató una cuadrilla, claro, pero al final estábamos funcionarios de Aduanas, policías… vigilando, transportando, guardando. Todos acabamos cogiendo bultos de cocaína. Trece toneladas. El dinero que se puede ganar con eso… no me lo quiero ni imaginar. Y no es solo el dinero: son las voluntades que se mueven, la corrupción, todo lo que trae detrás.

P.Una operación de esa magnitud no se mueve sin aceitar muchos engranajes.

R.Exacto. Nadie mete trece mil kilos sin haber engrasado mecanismos. Esto puede llevar a amenazas a jueces, a policías, a guardias civiles, a aduaneros. A sobornos, a presiones. La corrupción existe desde que existe el ser humano. He leído últimamente sobre la época de Augusto y te das cuenta de que es algo innato. Cambian las formas, pero el fondo es el mismo.

Los corruptores saben perfectamente a quién acercarse y a quién no. A mí solo se me acercaron una vez. Y fue un compañero

P.¿A usted han intentado comprarlo alguna vez?

R.Una vez. Solo una. Y además fue un compañero. Acabó en la cárcel, condenado por el Tribunal Supremo y cumplió condena. Normalmente no intentan comprar a quien saben que es honrado. Ellos saben perfectamente a quién acercarse. Van poco a poco: te invitan, te meten en determinados ambientes, te llevan despacio… Pero también tienen muy claro a quién no se acercan. En casi cuarenta años de carrera, solo se me acercaron una vez.

P.La novela plasma una escena de violencia inspirada en un rumor que circuló por el Campo de Gibraltar: el supuesto secuestro de un niño en un McDonald’s.

R.Sí. Me llegó ese rumor hace años. Yo vivía entonces en Los Álamos, en Los Barrios, muy cerca. Me acerqué y era mentira: había sido una pelea entre padres. Pero ya que estaba investigando, busqué y encontré un suceso idéntico que sí había ocurrido… en Sudamérica. Y pensé: ¿y si esto pasara aquí? Afortunadamente no ha pasado, o no tenemos constancia de que haya pasado. Ha habido secuestros de adultos, de narcotraficantes. Pero tal y como vamos, es muy fácil que pase algo así.

Hace años era impensable encontrarse con Kalashnikovs; hoy ya los hemos visto aquí. Y que disparen a un policía ya no es una elucubración: ha pasado

P.En la novela aparecen Kalashnikovs. No parece un recurso gratuito.

R.En absoluto. Ya han aparecido Kalashnikovs aquí. Nosotros los hemos encontrado. Nos han hecho frente con Kalashnikovs. Hace nada le dieron un tiro a un policía en Sevilla con uno. Hace años eso era impensable. No que dispararan a un policía, sino que esta gente fuera armada de esa manera. Y ahora ocurre.

P.¿Dónde está la frontera entre la realidad que usted conoce y la ficción que exige la literatura?

R.En algunos casos, la frontera no está. Hay cosas que tienes que disimular, cosas que no puedes decir tal cual. No puedes afirmar: “Esto es verdad, esto ha pasado”. Pero todo es completamente verosímil. Que aquí no se haya secuestrado a un niño en una hamburguesería no significa que no pueda pasar. Si pasara mañana, me alarmaría, pero no me sorprendería.

P.¿Le resulta fácil novelar un mundo que conoce tan bien?

R.Muy fácil. Stephen King —que es un poquito más famoso que yo— dice que hay que escribir sobre lo que uno sabe. Crear un mundo de fantasía como El Señor de los Anillos es mucho más complicado. Yo escribo de lo que conozco.

El Campo de Gibraltar es, en muchos sentidos, uno de los ombligos del mundo. Por el Puerto de Algeciras pasan seis millones de contenedores: imagínate lo que puede ir dentro

P.El Estrecho y el Campo de Gibraltar no son solo escenario, casi son un personaje más.

R.En algunos aspectos esto es el ombligo del mundo. Y no es presunción. Es la frontera entre Europa y África, pero también entre Europa, América y Oriente Medio. El Puerto de Algeciras conecta Europa con América, con Asia, con Hong Kong a través del Canal de Suez. Por aquí pasan seis millones de contenedores. ¿Quién controla eso y cómo? Se hace un muy buen trabajo, hay unidades de análisis de riesgo que afinan muchísimo, pero aun así… es un lugar literario por naturaleza.

P.¿Le preocupa que desde fuera se reduzca la comarca al cliché del narcotráfico?

R.Es una realidad, nos guste o no. Recuerdo una vez que llevé a unos árbitros jóvenes que venían a un torneo de balonmano. No salieron del hotel en todo el fin de semana. Estaban alojados en el Reina Cristina. Tenían miedo. Y aquí no hay tiroteos ni muertos todos los días. Pero esa es la imagen que existe.

P.En El sótano aparecen escenarios muy reconocibles para el lector local.

R.Sí. El Parque María Cristina, por ejemplo, aparece como escenario de un crimen. Otros lugares existen, otros ya no. El restaurante Casa María aparece, aunque ya no esté. Es un recurso literario. Esto no es una guía turística. Las cosas pueden coexistir en el tiempo, siempre que haya lógica.

P.¿Y los personajes? ¿Cuánto hay de real y cuánto de ficción?

R.Nada sale de la nada. Los personajes “malos” son una mezcla de muchos traficantes reales que he conocido durante años: cómo se comportan con sus familias, con sus empleados, su prepotencia, su deseo de prestigio social. Muchos intentan blanquear su imagen, incluso buscando matrimonios que los legitimen socialmente. Pero a muy poca gente se le escapa de dónde viene su dinero. Los personajes “buenos” también son una mezcla. Algunos son ficción, otros aparecen con nombre y apellido. Y alguno será una sorpresa para el lector.

La trama de 'El sótano', ambientada en el Estrecho de Gibraltar, mezcla crimen, narcotráfico y un asesino en serie. / Erasmo Fenoy

P.Usted ha dicho en otras ocasiones que el narcotráfico no solo destruye familias, sino que amenaza a las instituciones.

R.En España todavía no estamos ahí, pero miras fuera y asusta. Macron ha declarado el narcotráfico principal enemigo de Francia. En Suecia, Bélgica, Países Bajos… hay quien habla directamente de narcoestados. La heredera al trono holandés tuvo que vivir en Madrid por amenazas. Eso es un disparate. No podemos pensar que estamos aislados. Esto siempre va a más. Llegó la heroína y destrozó a una generación. Ahora el fentanilo ya está en Europa. Todo llega.

P.¿Somos conscientes aquí de hasta qué punto el dinero del narcotráfico contamina la vida cotidiana?

R.Aquí se ha normalizado. Todo el mundo conoce a alguien que conoce a alguien. Y todos somos cómplices en parte: el que cobra en negro, el que vende una finca sabiendo a quién se la vende, el restaurante que hace la vista gorda y cobra el triple. No todos los sectores son culpables, ni mucho menos, pero hay muchos ejemplos.

P.¿Sintió vértigo al escribir sobre un mundo tan sensible?

R.No. Cuando escribo me absorbe completamente. Eso sí, hay límites que no puedo cruzar. No puedo ajustar cuentas personales ni permitir que nadie se identifique sin su permiso.

P.Ya está pensando en la siguiente novela.

R.Sí, una novela histórica que he tenido que recortar porque iba por mil páginas. Arranca con Cleopatra, un personaje fascinante y muy maltratado. Era cultísima, hablaba once idiomas, dominaba medicina, química, política… y aquí la hemos reducido a una caricatura. Juego con la idea de que su hijo, Cesarión, no murió, que escapó, viajó por el mundo y acabó regresando a Roma como esclavo y gladiador. La he presentado al premio Edhasa.

P.Para terminar, El sótano es una novela dura.

R.Muy dura. Hay crímenes reales, métodos reales. Y un asesino en serie con una explicación que algunos lectores descubrirán pronto. El lenguaje es coloquial, políticamente incorrecto, porque es el que se usa en comisarías y cuarteles. No edulcoro nada.

P.¿Le gustaría verla adaptada a la pantalla?

R.Ojalá. Pero yo escribo porque me gusta, no por dinero.

P.¿Se siente cómodo en la novela negra?

R.Más negra que policiaca. Y mis referentes son los clásicos: Hammett, Jim Thompson, Connelly… y Stephen King, que enseña como nadie a crear personajes.

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