El alga invasora 'Rugulopteryx okamurae' amenaza ahora a Galicia tras diez años asentada en el Estrecho de Gibraltar

La Xunta encarga un estudio para la detección genética para intentar frenar su avance tras ser avistada por primera vez el pasado verano

La flora marina del Estrecho comienza a adaptarse al alga invasora asiática

Retirada de un arribazón del alga asiática en Tarifa, en una imagen reciente.
Retirada de un arribazón del alga asiática en Tarifa, en una imagen reciente. / Erasmo Fenoy

De sur a norte, el alga invasora Rugulopteryx okamurae amenaza ahora con colonizar las costas de Galicia después de que se detectaran en la región los primeros ejemplares durante el pasado verano. El alga asiática, también conocida como alga parda, fue avistada inicialmente en Francia en el año 2002 y tomó los fondos marinos del área del Estrecho de Gibraltar a partir de 2015, hace ahora diez años. Desde entonces, trae de cabeza a la comunidad científica, a los pescadores y los ayuntamientos del Campo de Gibraltar por sus molestos arribazones en las playas, la afección a la pesca y el desplazamiento de la flora marina autóctona, entre otros problemas.

Ante los primeros indicios de colonización en Galicia, y para tratar de frenar su expansión en una zona especialmente sensible para la pesca y el marisqueo, la Xunta ha encargado a la Universidad de Santiago de Compostela un estudio para la detección genética de esta especie. El trabajo, valorado en 200.000 euros, pretende que un equipo investigue trazas genéticas como una posible nueva forma de detección del alga invasora ante el riesgo de una rápida propagación, teniendo en cuenta los antecedentes del área del Estrecho.

En paralelo, la Xunta prepara un protocolo de acción acerca de esa especie, incluyendo posibles fórmulas para la gestión de los residuos, ya que la colonización del alga interfiere en el crecimiento de las especies autóctonas, además de los alimentos y nutrientes. Los arribazones que salen a las playas suponen el principal problema al que tienen que enfrentarse los ayuntamientos, limpiando el litoral a la par que se genera un residuo de difícil gestión, aunque el impacto real se produce en el fondo marino, donde el rápido crecimiento se ha llevado por delante especies autóctonas.

En el Estrecho, un estudio de la Universidad de Sevilla con el patrocinio de la Fundación Moeve liderado por el científico José Carlos García, determinó la existencia de varias formas de llegada del alga a la zona. Además de las aguas de lastre de los buques mercantes, la primera hipótesis que fue puesta sobre la mesa, el trabajo apuntó a la dispersión a través de los plásticos que recorren los mares de todo el mundo, además de la acuicultura. El biofuling, incrustaciones de microorganismos en los cascos de los barcos, sería otra de las vías de entrada a través de las embarcaciones de recreo que permanecen años atracadas en puertos.

En cuanto a la dispersión, la investigación en el sur de España determinó que la Rugulopteryx okamurae se adapta a las zonas umbrías y se sitúa en las rocas, lo que supone un alto riesgo para las accidentadas costas gallegas.

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