La vida del querido cura Paco, un hombre que predicó con el ejemplo
OBITUARIO
Dejó huella en Conil, Castellar y su Algeciras natal, tres ciudades donde estos días le recuerdan y lloran
Muere Francisco García Ruiz, el popular cura Paco, capellán del Punta de Europa e Hijo Adoptivo de Castellar
El Ayuntamiento de Algeciras homenajea al “cura Paco” y le agradece su labor social y humanitaria
Francisco García Ruiz, cuando todavía no era el cura Paco, nació en Algeciras en 1938, mal año para venir al mundo pues dos bandos se mataban descarnadamente en la Guerra Civil.
Comenzó como religioso a finales de los 60 en la parroquia de Conil de la Frontera, un pueblo donde siguió veraneando casi todos los meses de agosto. En poco tiempo, revolucionó a la juventud conileña, participando activamente en su vida deportiva y convirtiendo el salón parroquial en el punto de encuentro de todos los amantes del futbolín. Que un cura jugara al fútbol en la playa y se bañara en el mar resultó, al principio, un tanto escandaloso.
En los años 70, lo trasladaron a la parroquia del Divino Salvador de Castellar de la Frontera, durante los primeros años del Pueblo Nuevo. Allí también se dejó la piel por ayudar a los jóvenes chisparreros. "Movió cielo y tierra por el equipo de fútbol", recuerda su sobrina, Palma García Hormigo. "Castellar le marcó profundamente y él también acabó en el corazón de la ciudad", donde terminaron nombrándole Hijo Adoptivo en febrero de 1996.
En 1971, el cura Paco logró, después de largas conversaciones con la heredera de la casa ducal de Medinaceli, que la talla del Cristo de la Almoraima se convirtiera en propiedad del pueblo y llegase a escondidas un 4 de mayo de 1971 desde el Convento de la Almoraima hasta la parroquia Divino Salvador, lugar en el que ha permanecido hasta la actualidad.
¡El Cristo es nuestro, viva el Cristo de la Almoraima!, voceó el cura Paco, atenazado por la emoción, a través de los altavoces de la iglesia para contarle a los feligreses la buena nueva.
Su último destino fue el hospital Punta de Europa de Algeciras, donde terminó ejerciendo como capellán durante 40 años. "El hospital era su casa", explica su sobrina. Los médicos y enfermeros que ejercían entonces rememoran su dedicación por los pacientes.
"Le hacía favores a todo el mundo", cuenta María Rasco Pérez, radióloga del Punta de Europa. "A veces, le temíamos al verle llegar porque sabíamos que iba a pedirnos una radiografía o una ecografía para alguien que le había transmitido su angustia". "Era un santo", añade esta médico. Los Miércoles de Ceniza, sin excepción, iba de servicio en servicio y de planta en planta para imponer la ceniza tanto a los enfermos como a todo el personal sanitario que se cruzaba por su camino.
Siempre atento y servicial con todos los que le buscaban, el cura Paco acabó haciendo él mismo los diagnósticos cuando los amigos acudían a su despacho a contarle sus dolencias. "Con tantos años como llevo en el hospital, ya sé más como médico que como cura", bromeaba.
"Yo iba para sacerdote, pero la vida después me ha llevado a ejercer como padre y como marido", confesaba a veces Francisco García Ruiz, que también se ocupaba de un sobrino enfermo y de una hermana.
Otra de sus grandes dedicaciones era ayudar a las personas necesitadas. "En su funeral, había una corona enviada por los pobres de Algeciras", relata Palma García Hormigo, quien añade: "Mi tío nunca se consideró importante: sólo predicaba con su ejemplo".
Algo que confirma la doctora Rasco: "Sabía que no era buen orador y no disfrutaba con la homilía. Las daba muy cortitas y acabó utilizando aquel refrán de que en época de melones, no hay sermones", cuenta. La radióloga, ya jubilada y que ahora mismo se encuentra en Sevilla, le ha dedicado una misa este viernes, a las ocho de la tarde, en la parroquia de San Nicolás de Bari. "Me dio mucha pena no asistir a sus exequias. Todos en el hospital le guardábamos un enorme cariño".
En los últimos tiempos, el religioso residía en el asilo de San José junto a las integrantes de la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, pero tuvo que ser trasladado al hospital Punta de Europa ante el agravamiento de su estado. Murió el pasado miércoles.
Cuando el cura Paco supo que estaba enfermo y que le quedaba poco tiempo, reunió a los suyos y les dijo: "Estoy deseando llegar a la Casa del Señor. ¡Qué ganitas de llegar al Cielo!", donde ya descansa. Su sobrina cuenta una anécdota ocurrida durante el funeral. "Vino alguien a decirnos que mi tío, el querido cura Paco, con su bondad y su sacrificio, había conseguido que hasta los ateos creyeran".
Algeciras le lloró en la parroquia de San Antonio de Padua, donde se instaló la capilla ardiente. A sus pies, sin descanso, el padre Antonio Jesús López, que al final lo cuidó y mimó como si fuera un familiar más.
Se fue el cura Paco, un hombre bueno. Van quedando menos.
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