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Verboom: aniversario de un plan urbanístico incumplido

Tribuna de opinión

Jorge Próspero de Verboom proyectó en 1725 una Algeciras fortificada y ordenada, concebida para equilibrar el poder británico en Gibraltar

Aunque el plan urbanístico de Verboom no se cumplió plenamente, su influencia marcó el desarrollo territorial y defensivo de la Bahía de Algeciras

San Roque y las Algeciras de Verboom

'Plano de la Ciudad de las Algeziras con Proyecto de las Calles que se han de formr. para su nueva población'. 1725. / Archivo Cartográfico de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército
Juan Carlos Pardo

Algeciras, 11 de noviembre 2025 - 04:01

En primer lugar, me gustaría decir que lamento defraudar a los que esperan encontrar aquí referencias al urbanismo algecireño actual, pues, aunque hay motivos más que de sobra para la queja, dudo que se puedan agrupar en un solo artículo. Mis reflexiones están encaminadas a señalar que el próximo 25 de noviembre se cumplen 300 años de la aprobación del plan de Jorge Próspero de Verboom para la urbanización y fortificación de la ciudad de Algeciras.

El primer contacto de Verboom con Algeciras data de 1721, cuando fondea en la Bahía en una escala que tenía como destino Ceuta. Recordemos que Algeciras era un sitio ideal para hacer aguadas. De hecho; el nombre de río de la Miel hacía alusión precisamente a la dulzura y calidad de sus aguas. El lugar, a juzgar por toda la documentación posterior, debió impresionarle y ya en este primer momento realiza un plano de la ciudad, sondea los alrededores costeros del sitio y recorre el curso final del Palmones, cuyo cauce propone convertir en navegable. El interés de Verboom por la población no disminuye y con posterioridad visita la ciudad en varias ocasiones, en cada una de las cuales se genera un interesante aporte documental.

Verboom imagina una Algeciras poderosa que pueda contraponerse al despliegue de fuerzas que tenían los británicos en Gibraltar en ese momento. Estructura sus planes sobre la ciudad en dos aspectos. Por un lado, planifica dos núcleos urbanos divididos por el río de la Miel. Estos dos núcleos, que seguirían la forma de las antiguas murallas medievales, estarían rodeados por una fortificación a “la moderna” (como el mismo la llama en sus escritos); es decir, una ancha y no demasiado alta muralla en la que se iban intercalando potentes baluartes que permitían los fuegos cruzados. Por otra parte, estaba el interior de las ciudades, cuyas necesidades de defensa exigían un trazado regular que facilitara el movimiento de las tropas a través de las calles interiores, así como la concentración de estas tropas en puntos determinados. Esto hace que planifique una ciudad de tipología ortogonal, es decir, con calles rectas que se cortan perpendicularmente. En el interior del núcleo norte en su parte más alta, la Matagorda (actual barrio de San Isidro) propone la construcción de una ciudadela cuadrangular, con funciones similares a las de los antiguos alcázares. En este núcleo norte Verboom sitúa tres ejes viarios principales que recorren la ciudad de norte a sur, calles que se señalan en los planos con la letra A y que tienen unos 10 metros de ancho (12 varas). Estas calles están cortadas transversalmente por otras 9 de menor envergadura que tienen 7,5 metros (9 varas). En sus planos se sitúan las dos plazas, la Alta y la Baja que están prácticamente configuradas en estas fechas.

Jorge Próspero de Verboom.

La gran insistencia de Verboon hizo que esta propuesta se aprobase -como he dicho antes- el 25 de noviembre de 1725. En los planos originales se puede leer esta aprobación, en la que aún se vislumbra la firma del Marqués de Castelar, Baltasar Patiño, secretario de Felipe V (con funciones similares a un presidente del gobierno o un primer ministro). A pesar de la aprobación oficial, este proyecto urbanístico se incumplió, no sabemos si por la presión demográfica (Algeciras creció exponencialmente en esos años) o por la desidia de los que tenían que garantizar que se acometiera y cumpliera el plan (una constante en el urbanismo algecireño).

En los planos inmediatamente posteriores, de 1736, se observa que la ciudad ha crecido como un ser vivo, orgánicamente, ocupando primero las zonas más cómodas y de más interés, para pasar a ocupar después zonas de más difícil acceso. El relieve marca profundamente la forma de las manzanas de vivienda. La adaptación a la complicada orografía de la ciudad impone soluciones que, si bien en planta son confusas y chocan de lleno con el racionalista plan de Verboom, en la realidad del diseño, que persiste en la ciudad actual, se constata como esas curvas y esos quiebros en las direcciones obedecen a un criterio de suavizado de pendientes. La idea de comodidad se impone a la de orden, a pesar de las normativas que trataron de imponer los ingenieros militares. A pesar del incumplimiento, el que se impusieran calles relativamente anchas para la época y el carecer de adarves y callejones estrechos o ciegos hizo que la valoración del urbanismo algecireño fuese positiva entre los que escribieron sobre este tema en el siglo XIX (ahora hay bastante que objetar).

Plano de la Bahía de Algeciras. MPD, 10, 094. / Archivo General de Simancas

Los planes de Verboom no se circunscribían a Algeciras. Quizás la característica más significativa de sus planes es que sus propuestas no tienen ese carácter mediatizador de dar soluciones a un problema de simple fortificación, sino que sus ideas tienen una dimensión geopolítica y económica que abarca la totalidad del territorio circundante, y es precisamente ahí, en el territorio circundante donde las propuestas de Verboom se cumplieron a rajatabla (aunque en algunos aspectos dilatándose en el tiempo). Así se fortaleció la Isla Verde y se crearon toda una serie de puntos fortificados por todo el arco de la Bahía completándose todo con la potente línea de contravalación situada en el Istmo que Verboom llegó a ver construida.

Si están interesados en este tema les invito a que asistan al curso que se imparte los días 13 y 14 de noviembre en el Museo Municipal de Algeciras. Dicho curso de otoño está organizado por la Universidad de Cádiz, el Museo de Algeciras y el Instituto de Estudios Campogibraltareños, con entrada libre hasta completar aforo.

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