Narcotráfico
Los narcotraficantes recuperan por piezas las lanchas incautadas por la Guardia Civil

Tras el rastro de la época meriní

La comisión municipal de patrimonio decidió que se modificara el proyecto de derribo en el andamiaje para que no ocupara todo el perímetro de la calle Rafael de Muro y evitar así que estuviera cortada cuatro meses

Imagen de 1988 del edificio original cedida por La Trocha.

20 de mayo 2012 - 01:00

La Fundación Municipal de Cultura anunció en marzo de 2003 el comienzo inminente de la segunda fase de la excavación arqueológica que se llevó a cabo en la manzana conformada por las calles Cánovas del Castillo, Rafael de Muro y Santa María. La intervención empezó con cierto retraso, según reconoció el propio organismo autónomo, al estar supeditada a la demolición de los edificios que se asentaban sobre la inmensa parcela. En la primera fase de los trabajos, que se desarrolló en al fachada de Cánovas del Castillo, se rescataron restos arqueológicos de los siglos X y XI.

En mayo del mismo año Europa Sur se hizo eco de que tres arqueólogos trabajaban en el solar. En la fachada que da a Rafael de Muro había cuatro catas abiertas y los hallazgos más importantes se remontaban al siglo XIX. Se trataba de canecos (botellas de cerámica para bebidas alcohólicas) encontrados dentro de una tinaja que se relacionaron con el contrabando de Gibraltar. En la fachada de la calle Santa María, sin embargo, asomaron estructuras medievales. En junio de 2003 en la fachada que mira a Cánovas del Castillo los arqueólogos despejaron unidades moderno-contemporáneas, y las estructuras medievales que se intuyeron se encontraban muy atrasadas como consecuencia de pozos modernos que destrozaron en su día la cimentación. El sondeo realizado en la fachada que asomaba a la calle Santa María, en cambio, deparó a los expertos, alguna que otra sorpresa. Según el arqueólogo municipal Rafael Jiménez Camino en este sondeo se desenterró una fosa del siglo XVII o posterior, que arrasó los muros y pavimentos de una posible vivienda de época meriní, entre cuyos materiales de relleno se rescataron tres maravedíes. "Estas tres monedas castellanas aparecieron junto a los desperdicios y residuos utilizados como relleno de la fosa", explicó Jiménez.

Estos importantes hallazgos se encontraron en la parcela del inmueble situado en la calle Rafael de Muro 5 y 7. Se trataba de un edificio catalogado pero que se encontraba en ruina ya que se había derrumbado la parte trasera del mismo. Según el informe que presentó el arquitecto municipal en una comisión de Patrimonio celebrada en 1999 el edificio fue comprado por una empresa al anterior propietario a quien le fue comunicado en reiteradas ocasiones su deber de mantenimiento con respecto al edificio, habiéndole sido comunicado también a la empresa propietaria. Uno de los problemas del inmueble fue que siendo más alta la parte trasera del edificio el posible derrumbe vertería hacia adentro. En este sentido, el Ayuntamiento precisó que aunque había una parte derruida debía mantenerse la crujía que es donde estaban los elementos de más valor. De este modo la comisión acordó instar a los propietarios de edificios catalogados para que adoptaran las medidas concretas necesarias para la conservación de los mismos.

No obstante, en agosto de 2001 se anunció la demolición el edificio. De acuerdo con el proyecto presentado por la empresa se salvaba la fachada del inmueble. La aprobación de la licencia de demolición pasó por la Gerencia de Urbanismo. El derribo duró cuatro meses. La comisión municipal de patrimonio decidió que se modificara el proyecto de derribo en el andamiaje para que no ocupara todo el perímetro de la calle Rafael de Muro y evitar así que estuviera cortada cuatro meses, dado el trasiego de esta vía. La obra ocupó la manzana conformada por las calles Cánovas del Castillo, Rafael de Muro y Santa María.

El edificio ha mantenido la catalogación con grado 3, según confirmó el presidente de La Trocha, Manuel Correro, ya que la casa que le precedió también lo estuvo y el Ayuntamiento de Algeciras obligó a que se respetaran una serie de requisitos para mantenerlo.

Cercano a la Plaza Alta, en el entorno ya se habían perdido los edificios antiguos. El inmueble originariamente tuvo un uso residencial y comercial. La casa original era de dos plantas en ángulo abierto. Destacaban los detalles ornamentales, recercados de huecos con pilastrillas, ménsulas para apoyo de repisas de balcones, apretilado de azotea con barandillas y cerrajería de hierro fundido fiel a la corriente arquitectónica del tardoneoclásico popular.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último