Los pocos brotes verdes de la crisis
La situación económica potencia el éxito de los negocios de segunda mano. El cambio en los hábitos de consumo lleva a mucha gente a vender lo que antes tiraba y a los clientes a comprar a buen precio
Una cámara de fotos, un libro, una Xbox, un cochecito de bebé son algunas de las cosas que tienen una segunda oportunidad. Sin duda, la crisis ha traído consigo el cierre de numerosos comercios en Algeciras. No obstante, hay gente que ha sabido ver el resquicio y se ha adaptado a los tiempos. Las tiendas de segunda mano son el mejor ejemplo.
Si primero fue el turno de la compra de oro ahora lo es de la compraventa de objetos usados. En la calle Sevilla hay un comercio de este tipo. Dan 24 números al día para atender a los que quieren vender algo y la gente ya hace cola antes de su apertura.
Una mujer llega con una bolsa cargada de libros pero no tiene número. Un trabajador le indica que hay que respetar la norma, que para eso está. Mientras, otro cliente se lleva una sierra eléctrica por 22 euros y reserva otra que cuesta 20 pero antes tendrá que pasar el filtro de la Policía. Así se comprueba que no se trata de un objeto robado porque en el caso de serlo se lo llevan para que sea devuelto a su propietario.
De pronto una mujer saca una cámara de las que llevaban carrete para venderla pero el dependiente le dice que eso ya no lo quiere nadie. Lo mismo le contesta cuando ofrece una colección de VHS. Son objetos del pasado y no cumplen las expectativas de los clientes. En una pared también hay fotos de sillones de masaje que se venden. No caben en la tienda y están en el almacén.
El encargado, Agustín Rodríguez, está muy liado pero saca un momento. Es un consumidor de segunda mano, así que el considera la compraventa de objetos usados una actitud, una filosofía de vida. De repente un empleado le dice que vienen a vender unas muletas y le responde que no están interesados. Sobre qué es lo más raro que le han querido vender prefiere guardar silencio aunque sí desvela lo más bonito. "El cartel de la última corrida de toros de Manolete. En estos casos es lo que pida el cliente y lo que pueda darle yo, claro", explica sin obviar que ese artículo lo ha comprado para él.
Los viernes y los sábados no se reparten números para comprar objetos. "Hay mucho papeleo y hay que organizar el almacén", revela.
A colación, como responsable de hacer las compras, reconoce que hay distintas pautas dependiendo del producto que traigan. Los aparatos electrónicos necesitan comprobaciones. Asimismo, también está la posibilidad de hacer un contrato de depósito. El cliente deja una sillita de bebé y firma un contrato de depósito. Cuando alguien está interesado se le llama y pasa a cobrar. "En este artículo el ahorro está entre un 50 y un 80%", confirma.
El consumismo de la época de vacas gordas ha sido sustituido por otra forma de comprar y también de vender. La gente quiere ahorrar lo máximo en un producto. La otra cara de la moneda está formada por quienes necesitan liquidez y saben que deshacerse de cosas puede darle un respiro. O aquellos que saben que puede haber alguien interesado en lo que quiere tirar a la basura o en lo que tiene relegado en el trastero.
Al hilo, Rodríguez desvela que no todo el mundo que acude a la tienda es por necesidad. "Hay algunos casos pero no todos. Eso sí, la mayoría te cuenta que lo está pasando mal y que necesita dinero para comer aunque luego suene su móvil y saque de la chaqueta un iphone", comenta subrayando que la experiencia en su caso es un grado. Sigue entrando gente. Ahora es el turno de un joven con un netbook color blanco.
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