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300 años del nacimiento de Don Barceló, creador de las lanchas cañoneras

Historia de Algeciras

Historia. Barceló ascendió a Jefe de Escuadra y nombrado Almirante-Comandante de las fuerzas navales destinadas en la Bahía de Algeciras para poner sitio a Gibraltar

Placa colocada en 1967 por el Ayuntamiento de Mallorca en la casa donde nació, vivió y murió Barceló, en la calle del Vino.
Antonio Torremocha

01 de marzo 2017 - 02:05

E l pasado 1 de enero se cumplieron 300 años del nacimiento del teniente general de la Armada Española, don Antonio Barceló y Pont de la Terra, famoso marino muy vinculado a nuestra tierra por sus victorias sobre los corsarios norteafricanos y su participación en el Gran Sitio de Gibraltar de 1779 a 1783.

Había nacido el primero de enero de 1717 en el número 12 de la calle del Vino de Palma de Mallorca, falleciendo en la misma casa donde vio la luz por primera vez en el año 1797. Está enterrado en la iglesia parroquial de Santa Cruz de la capital balear. En la fachada de su casa natal existe una placa que dice lo siguiente: En esta casa vivió y murió el Excmo. Señor Don Antonio Barceló y Pont de la Terra -Capitán Antoni-, Teniente General de la Marina Española que en las singladuras de sus naves invictas debeló la piratería mediterránea y fraguó en la azulada infinitud de los mares un poema heroico de la España inmortal. El Excmo. Ayuntamiento de Palma al hijo ilustre de la ciudad para perpetua memoria de sus virtudes militares y de sus hazañas gloriosas. 20 de enero de 1967.

Barceló carecía de estudios y título de nobleza, pero con su inteligencia, valor en el combate y conocimiento de las cosas del mar, llegó a alcanzar el grado de Teniente General de la Marina Española y una fama imperecedera.

El terror de los piratas berberiscos

Comenzó siendo grumete en el jabeque propiedad de su padre, Onofre Barceló, que transportaba mercancías desde la Península hasta las islas baleares, incluyendo el Correo Real. Pronto pasó a ser marinero y luego piloto de la embarcación. A los 18 años perdió a su progenitor y se tuvo que hacer cargo, como capitán, del barco. Un año más tarde entró en combate con dos naves piratas berberiscas en aguas de Ibiza a las que puso en fuga. A los 21, pese a su nula formación académica, el rey Felipe V lo nombró alférez de fragata el 6 de noviembre de 1738. Los mandos de la Armada, pertenecientes a familias nobles, lo despreciaban por su origen plebeyo y procuraban zaherirle, a lo que Barceló respondía con su eficacia en el mando -sus marinos le adoraban-, su valor y sus éxitos militares.

En 1748, siendo ascendido por el rey Fernando VI a teniente de fragata, este monarca lo puso al frente de cuatro jabeques con los que logró varios triunfos frente a naves corsarias argelinas. En 1761, ascendido a capitán de fragata, se le dio el mando de una división de tres jabeques reales. En ese año sostuvo un enfrentamiento en el que apresó a siete naves berberiscas, contando él tan sólo con tres barcos. Al año siguiente, con su jabeque rindió en otro combate a tres navíos enemigos. En uno de ellos hizo prisionero a Selim, famoso capitán corsario, siendo herido en el abordaje de una de las embarcaciones enemigas por una bala de mosquete que le atravesó la mejilla izquierda y que dejó su cara desfigurada para siempre.

En 1775 el rey Carlos III ordenó atacar Argel, que era un nido de piratas que asolaban las aguas del Mediterráneo, con 46 buques de diferentes características y tamaños y un total de 18.400 hombres a bordo. Don Antonio Barceló iba al mando de la flota sutil, en primera línea, y aunque sufrieron numerosas pérdidas, el marino mallorquín pudo demostrar, una vez más, su enorme talla de marino.

Participa en el Gran Sitio de Gibraltar (1779-1783)

El 16 de junio de 1779 estalló una nueva guerra con Inglaterra. El 24 de agosto Barceló fue ascendido a Jefe de Escuadra y nombrado Almirante-Comandante de las fuerzas navales destinadas en la bahía de Algeciras para poner sitio a Gibraltar. Su flota la componían un navío de línea, una fragata, tres jabeques, cinco jabequillos, doce galeotas y veinte embarcaciones menores. Por tierra debía efectuar el ataque el general Martín Álvarez de Sotomayor.

Ante las dificultades de poder doblegar a los grandes navíos ingleses, Barceló obtuvo permiso de la Superioridad para acometer la construcción, en los astilleros de Algeciras, de sus famosas lanchas cañoneras, de invención propia, y así poder bombardear la plaza con más potencia y cañonear a los grandes buques de línea enemigos casi impunemente. Ideó armarlas con una pieza de a 24 o con un mortero. Para proteger a la dotación se las dotó de un parapeto plegable forrado por dentro y fuera de una capa de corcho. Medían 56 pies de quilla, 18 de manga y 6 de puntal, con 14 remos por banda, llevaban la pieza mencionada giratoria, con una gran vela latina, siendo su dotación de una treintena de hombres. Barceló atacaba de noche y siempre elegía las más oscuras haciendo imposible a los ingleses poder apuntar y acertar a las lanchas que sobresalían del agua menos de un metro.

Carlos III relevó a Martín Álvarez de Sotomayor al mando de las fuerzas sitiadoras por el duque de Crillon que llevaba unas instrucciones reservadas para que calibrase la capacidad de Barceló como general. Pero cuando el duque conoció a Barceló, dirigió una carta a Floridablanca recomendándole para el ascenso a teniente general a pesar de su sordera y su avanzada edad.

El insigne marinero mallorquín continuó al mando de las fuerzas de mar en Algeciras durante el bloqueo de Gibraltar, demostrando un valor y denuedo extraordinario. Se cantaba por aquel tiempo una copla que decía: "Si el rey de España tuviera cuatro como Barceló, Gibraltar fuera de España que de los ingleses no".

Estando en su retiro de Palma de Mallorca, acusado por los que lo envidiaban de falsedades e insidias, don Antonio Barceló -el Capitán Antoni, como le conocían en su ciudad natal- falleció a los 80 años de edad reposando su cuerpo en una de las primeras parroquias que fueron fundadas en Mallorca durante el reinado de Jaime I, en la iglesia de la Santa Cruz, en su propia Capilla de San Antonio, fundada por su familia. Para perpetuar su memoria, se colocó una lápida en el Panteón de los Marinos Ilustres de San Fernando donde se le quiso enterrar, aunque él dejó recogido en su testamento que sus restos descansaran en la iglesia de Santa Creu de Palma.

Las lanchas cañoneras que él inventó continuaron surcando las aguas de la bahía de Algeciras y del Estrecho en las décadas siguientes. Su participación fue decisiva en la conocida como "Batalla de Algeciras de 1801", en la que las escuadras española y francesa vencieron a la inglesa del almirante Saumarez junto a la Isla Verde.

Antonio Torremocha. Doctor en Historia Medieval. Académico de número de la Academia Andaluza. Director del Museo de Algeciras (1995-2007)

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