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De Iulia Traducta a al-Yazira al-Jadrá

Algeciras, una ciudad portuaria en el Estrecho de Tarifa (siglos VIII-XIX)

Un viaje por los orígenes de Algeciras, desde la Iulia Traducta romana hasta la fundación islámica de al-Yazira al-Jadrá en el siglo VIII

Breve historia del Puerto de Algeciras (siglos X al XX)

Tropas árabe-bereberes preparándose para la invasión de Hispania según al-Wasiti (Miniatura de la Biblioteca Nacional de París). / E.S.

Con este capítulo se inicia una nueva serie sobre la Historia del Puerto y la Ciudad de Algeciras, que será publicada los sábados por el diario Europa Sur. La serie se titula: "Algeciras, una ciudad portuaria en el Estrecho de Tarifa (siglos VIII al XIX)". Importante reseñar que durante la Edad Media y la Alta Edad Moderna los viajeros e historiadores y las crónicas se referían al brazo de mar que separa la Península Ibérica del Magreb, como Estrecho de Tarifa.

Las costas del Estrecho desde el siglo IX a.C. hasta la decadencia de Carteia a mediados del siglo I a.C.

Al menos desde el año 800 a.C. navegantes orientales (sobre todo fenicios) frecuentaron el litoral del Estrecho. Las pinturas esquemáticas de la Laja Alta (Jimena de la Frontera) representan embarcaciones de una tipología similar a la de los navíos utilizados por los navegantes que procedían del Mediterráneo Oriental: barcos con varias filas de remos, mástiles, timones y jarcias. No cabe duda que fueron avistados por los autores de las pinturas en el estuario del río Guadiaro o en la bahía de Algeciras. En la cueva de Gorham (Gibraltar), considerada un santuario fenicio, se ha hallado cerámica pintada de los siglos VI al IV a.C. y en el Cerro del Prado (San Roque) existió un asentamiento fenicio entre los siglos VII y VI a.C., que tuvo continuación en la época fenicio-púnica hasta mediados del siglo IV cuando los cartagineses fundaron la ciudad de Carteia. A estas evidencias hay que añadir las tumbas fenicias, datadas en el siglo VI a.C. localizadas en la isla de Tarifa, con acceso a las cámaras funerarias.

Pinturas de la Laja Alta con representación de barcos de tipología del Mediterráneo Oriental. / E.S.

Carteia, entre los siglos IV y II a.C. será la ciudad emblemática en la zona para Cartago. Durante la Segunda Guerra Púnica (218 a 202 a.C.), Carteia desempeñó un importante papel por la situación que ocupaba en la boca del Estrecho, sus excelentes cualidades navales y su cercanía a la ciudad de Gadir-Gades, uno de los principales bastiones cartagineses en la Península Ibérica. Sin embargo, en el año 206, el romano Lelio con una flota se apoderó de Carteia. Y, aunque se vio obligado a abandonar la ciudad, Carteia quedó fuera de la órbita cartaginesa hasta el final de la guerra.

En el año 171 a.C., una delegación de hijos de legionarios romanos y de mujeres hispanas elevó una petición al Senado para que se les concediera la ciudadanía romana y se les diera un lugar donde asentarse. El Senado les concedió el derecho de ciudadanía latina, otorgándoles tierras en Carteia. La ciudad romana se desarrolló como enclave portuario basado en la construcción naval, la agricultura y los recursos pesqueros.

Durante la guerra civil que asoló la República romana a mediados del siglo I a.C., Carteia se vio disputada por las tropas de Pompeyo y de César. El gobierno local apoyó al republicano Pompeyo y esta decisión fue la causa de su declive. Vencedor César y pacificada Roma, Octavio Augusto —sobrino de César— se ocupó en reorganizar el ejército y la administración, civilizar las provincias que aún se hallaban escasamente romanizadas, y llevar a cabo un ambicioso plan de obras públicas y fundación de nuevas colonias. Una de ellas se ubicaría en el litoral oeste de la bahía, frente al monte Calpe y a la antigua Carteia, que recibiría el nombre de Iulia Traducta.

Cerámica pintada de los siglos VI al IV a.C. hallada en la cueva-santuario de Gorham (Gibraltar). / E.S.

Carteía, considerada por las nuevas autoridades romanas una ciudad proclive a la República, que había apostado hasta casi el final de la Guerra Civil por la causa de Pompeyo, debía ser castigada de alguna manera por sus veleidades. Quizás fuera ese el principal motivo por el que Octavio decidiera fundar una nueva población, frente a la “desleal” Carteia, como parte de su programa de romanización de un territorio que tradicionalmente se había mostrado hostil a la causa de César. La nueva colonia, que llevó en su nombre el de la gens Julia, a la que pertenecía Octavio, fue fundada en el año 29 antes de Cristo con soldados licenciados trasladados (de ahí el apelativo latino traducta) desde la orilla africana, de Tingi (Tánger) y Zilis (Arcila) y, también, con colonos llegados desde Roma que aportarían el elemento de romanización.

Iulia Traducta: centro de producción de salazón de pescado

La nueva fundación se dotó de los elementos característicos de una urbs, entre ellos la acuñación de moneda con la doble finalidad de favorecer las transacciones comerciales y servir de propaganda al nuevo régimen. La ceca de Iulia Traducta comenzó a acuñar monedas entre los años 13 y 12 a.C. Los valores emitidos fueron el dupondio, el as, el semis y el cuadrante. Se han hallado numerosas monedas de esta ceca en ciudades hispanas, pero faltan en la Mauritania Tingitana, lo que se puede explicar porque el norte de África era una zona con una fuerte proyección económica de Gades y Carteia. Se han hallado monedas de Traducta en Sevilla, Granada, Almería, Galicia, Asturias y Portugal, lo que indica la gran proyección económica que logró la nueva fundación en los mercados hispanos.

Las monedas con la figura de un atún y el hallazgo, excavación y puesta en valor de una extensa factorías de salazón de pescado en la calle San Nicolás de Algeciras, con la aparición de anzuelos de bronce, agujas para reparación de redes y de conchas de moluscos vienen a demostrar que, como en otras ciudades del Círculo del Estrecho, la pesca y los procesos industriales para su conservación y posterior comercialización eran las actividades básicas sobre las que giraba la economía de la ciudad.

Factoría de salazón de pescado hallada en la calle San Nicolás de Algeciras perteneciente al complejo industrial de Iulia Traducta. / E.S.

De los materiales hallados en los niveles de colmatación de las piletas de la factoría se puede asegurar que el complejo fabril comenzó a funcionar en el siglo I d.C. y estuvo activo, con algunas remodelaciones, hasta las primeras décadas del siglo V cuando, en el año 429, los vándalos la arrasaron antes de pasar al norte de África. Pero, a mediados el siglo VI los bizantinos se establecieron en Ceuta y en la bahía de Algeciras y la factoría volvió a ponerse en producción, al menos hasta principios del siglo VII. Poco se sabe de lo acontecido en Iulia Traducta hasta el año 711, cuando los bereberes, mandados por Tariq ben Ziyad, desembarcan en el litoral norte del Estrecho.

Fundación de al-Yazira al-Jadrá por Musa ben Nusayr en el año 712

En la primavera del año 711 el gobernador de Tánger, Tariq ben Ziyad, desembarcó en el peñón de Gibraltar (Jebel Tariq) y fue pasando las tropas bereberes a la Península, unos diez mil hombres, entre abril y julio de ese año. Después de varios encuentros armados con las fuerzas visigodas, se estableció a orillas del río de la Miel (probablemente sobre las ruinas de Iulia Traducta). Según refiere la crónica árabe dejó como gobernador o delegado suyo en ese campamento a su aliado el Conde Don Julián, mientras que él, con el ejército, emprendía la conquista del reino visigodo. En opinión de Lévi-Provençal, lo que Tariq hizo al ocupar la arruinada Iulia Traducta fue organizar un campamento base destinado a ser un reducto defensivo en caso de retirada.

Según algunas fuentes árabes, Musa ben Nusayr, gobernador del norte de África, sintió celos cuando supo que un bereber, tan escasamente islamizado, había logrado la gran proeza de llegar hasta la capital de los visigodos, Toledo. Musa reunió un ejército de árabes y desembarcó en el lugar donde Tariq había establecido su campamento. Según el Dikr, Musa desembarcó en ramadán del año 93 (julio-agosto del 712). Antes de partir con sus tropas para encontrarse con Tariq en Toledo, refiere el Fath al-Andalus, “reunió en aquel lugar, en una asamblea, a las banderas de los comandantes árabes que no se disolvió hasta haber señalado el trazado fundacional (tahtit) de una mezquita”. Para el arabista Pedro Chalmeta el trazado y la fundación de una mezquita, como primera acción de Musa al pisar tierra en la Península Ibérica, representaba, al mismo tiempo, el acta fundacional de al-Yazira al-Jadrá (Algeciras), primera ciudad erigida por los musulmanes en al-Andalus, que sería foco de islamización y de arabización de los nuevos territorios y puerta de la Conquista, con toda la carga simbólica que ello debía tener para los musulmanes.

Lucerna paleocristiana datada en el siglo VI d.C. hallada en el yacimiento de Iulia Traducta en la calle San Nicolás de Algeciras. / E.S.

Son bien conocidas las características que para los árabes debía poseer un lugar destinado a establecer una ciudad de nueva fundación, que son: contar con agua corriente, tierras fértiles para huertas y campos de pan para sembrar, un bosque cercano para la obtención de leña y madera, fácil defensa y existencia de un puerto marítimo o fluvial, como escribe el geógrafo al-Qazwini en el siglo XIII.

En Algeciras se daban con creces esas características geográficas y edafológicas: la ciudad se asentaba sobre una colina situada al norte del río de la Miel, con una cota media sobre el nivel del mar de 15-23 metros; existencia de un río cuyo tramo final era navegable hasta unos quinientos metros (según el ceutí al-Idrisi) y que regaba una fértil vega que abarcaba unas 15 hectáreas; el arbolado (alcornoques y acebuches) llegaba hasta las mismas puertas de la ciudad y el mar cercano le proporcionaba buenas comunicaciones y seguro abastecimiento de pescado y de productos que llegarían a través del comercio. A estas cualidades habría que añadir que Tariq, y luego Musa, se encontraron con una población indígena asentada en la zona que, aunque escasa, seguía ejerciendo algunas de las funciones que eran propias de la región del Estrecho: pesca, agricultura y comercio con la otra orilla.

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