Grandes hechos históricos en Algeciras (I): El asedio de 1342-1344
Observatorio de La Trocha
La Corona de Castilla consolida su poder militar y naval para asediar Algeciras con el apoyo de potencias aliadas europeas
La conquista de Algeciras fortalece el control cristiano del Estrecho y transforma el equilibrio geopolítico entre Europa y el norte de África
La historia de Algeciras es rica en episodios tan singulares como interesantes, trascendentales para la ciudad, como la fundación de Julia Traducta dentro de la política de Augusto o la de Al yazirat al Hadra por Musa ben Nusair; la derrota de Alfonso X el Sabio, con la fundación por los mariníes de la actual Villa Vieja; o la destrucción de toda la ciudad por los granadinos en 1375. O bien la llegada del ingeniero Verboom en 1721 que supuso el resurgimiento de la población en solo cuatro años.
Pero no debemos olvidar la importancia naval del siglo XVIII, con el corso marítimo o la influencia en los asedios de Gibraltar de 1727 o 1779-1783; o el haber sido centro de mando de la extensa Comandancia General de Algeciras, prácticamente una provincia, pues abarcaba desde Conil a Fuengirola; también ser base para la guerra de África de 1859-1860; el haber sido primer puerto mundial exportador de corcho en 1929 o puerto de arribada para el paso del Estrecho por el ejército de África en 1936 que supuso un punto de inflexión en la muy triste y lamentable guerra civil de 1936 a 1939. O bien ser el centro de la llamada “muralla del Estrecho", el gigantesco conjunto de fortificaciones levantado a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, sin olvidar la conversión de nuestro puerto en uno de los principales de Europa.
Pero de esa avalancha de hechos históricos nos han interesado aquí tres de ellos que, por la importancia que tuvieron, supusieron en su momento e incluso hasta hoy la proyección mundial del nombre de Algeciras. Estos episodios son el asedio de 1342-1344, la batalla naval de Algeciras en 1801 y la Conferencia Internacional de Algeciras en 1906.
El asedio de 1342-1344
Tras el éxito de la Batalla del Salado, Alfonso XI no se dejó atrapar por la tentación de intentar conquistar Algeciras en la euforia de la victoria. Varios siglos de fracasos habían demostrado que la ciudad-puerto era quizás la plaza fortificada más poderosa de la península y la que mejor podía ser auxiliada desde África. Por lo tanto, se utilizaron dos años en preparar cuidadosamente la empresa tanto en el interior como en el exterior de Castilla.
Tras un hábil trabajo diplomático, en 1342, la Corona de Aragón, la República de Génova y Portugal apoyan a Castilla para lograr el objetivo. Y lo que es muy importante: el Papa había organizado una cruzada, como las famosas de Tierra Santa, que atrajo a numerosos caballeros extranjeros mientras que Alfonso XI por otra parte realizaba lo imposible para conseguir el dominio del mar, reforzando la escuadra propia -en base a la construcción de nuevas naos y galeras- mientras buscaba los servicios navales de Aragón, Portugal y Génova. Un hecho con el que, a pesar de algunos reveses, se logró el control del mar; requisito indispensable para la expugnación de Algeciras, como la historia había demostrado del modo más amargo.
Tras ultimar los preparativos, se realizó el dificultoso avance del ejército cristiano hasta la ciudad, llevando consigo todo lo necesario para las primeras obras de castramentación (técnicas para levantar campamentos) y poliorcética (arte de asediar y conquistar ciudades y plazas fuertes), siendo preciso realizar dificultosos trabajos para acondicionar los caminos, sobre todo en la etapa final, a partir de Tarifa. También hubo que tener en cuenta el complejo sistema logístico que permitió el mantenimiento de esas tropas durante dos años y en tierra extraña.
Una vez ante Algeciras, perfectamente defendida no solo por su impresionante sistema de fortificaciones, sino por tropas de élite musulmanas, fue instalado, rodeando las dos villas, el conjunto de campamentos correspondientes a las diversas facciones del ejército cristiano. Este, en el transcurso de los años que duró el asedio, terminó por realizar una enorme obra de contravalación que abarcaba los dos núcleos e incluso se complementaba por el mar, cerrando el frente marítimo con empalizadas y barreras de diversos tipos.
La aguerrida guarnición realizó constantes salidas para combatir en campo abierto, algo poco usual en la historia de los asedios, empleándose en este por ambas partes los métodos bélicos más avanzados de la época. Así, los defensores utilizaron artillería o “truenos”, al decir de los cristianos, quizás por primera vez de forma práctica y no solo experimental. Los atacantes, para demoler puntos clave en las murallas, utilizaron la tradicional artillería neurobalística (catapultas) del modo más intenso que se conoce por medio de una autentica lluvia de bolaños (grandes esferas de piedra) tan intensa y continuada que, con motivo del asedio de Málaga, ya en el siglo XV, las naves castellanas vinieron a las ruinas de Algeciras para recoger y reutilizar ese tipo de munición. De ella aún se encuentran vestigios, curiosamente en el contorno de las murallas medievales.
El asedio está bien documentado en una fuente excepcional, la Crónica de Alfonso XI y son tantos sus pormenores, tanto bélicos como políticos, que el asunto escapa a este trabajo. Nos limitaremos a recordar los esfuerzos de todo tipo de Alfonso XI, al fin recompensados tras la batalla del Palmones, con la capitulación de la ciudad y la entrada triunfal en ella.
La por algunos historiadores denominada como Batalla del Estrecho había finalizado, obteniendo los objetivos de la coalición internacional y resultando un éxito la cruzada de Algeciras. Entre las diversas consecuencias de la victoria, veamos las más importantes y vitales en el plano geopolítico:
- Con la deseada conquista de Algeciras desapareció el peligro de las recurrentes agresiones mariníes a la Baja Andalucía, que gozó de tranquilidad para su desarrollo hasta la guerra civil entre Pedro I y Enrique II, con la intervención granadina de 1369 en Algeciras, que supuso la pérdida de esta y su posterior destrucción en 1375.
- La conquista de la ciudad desbarataba el control económico del Estrecho por los mariníes, asegurando la libre navegación cristiana entre el sur y el norte de Europa, eliminándose también el peligro de nuevas invasiones islámicas como las de los Arabo-bereberes, los almorávides, los almohades o los mariníes, cerrando el paso a cualquier nueva dinastía africana con deseos imperialistas. Al mismo tiempo se aislaba al reino de Granada, privándolo de una fácil recepción de refuerzos africanos, por lo que su caída solo sería cuestión de tiempo.
- A causa de esa mayor tranquilidad en las fronteras, la reconquista se estancó prácticamente, dilapidándose las fuerzas de la España cristiana en contiendas dinásticas y nobiliarias, existiendo un cambio de orientación, con un mayor interés hacia Europa.
- Castilla adquirió una posición de fuerza entre los países europeos tras su victoria en Algeciras, siendo desde entonces solicitada su alianza por los otros estados cristianos, en especial por la capacidad de las fuerzas navales de cántabros y vizcaínos, lo que hizo intervenir a Castilla en la Guerra de los Cien Años.
- Paralelamente quedaban las manos libres para reiniciar la expansión ultramarina intentada por Alfonso X en el siglo XIII, cortada de raíz desde la fracasada conquista de Algeciras en 1278-1279. Mientras que Aragón consolidaba su expansión mediterránea, Castilla, aparte de su creciente interés por Europa, en su nuevo avance marítimo hacia el sur, explora las islas Canarias e inicia los primeros establecimientos, en competencia al principio con Portugal, Aragón y Génova. La colonización de las Canarias será un tiempo de experimentación que facilitará la asombrosa expansión española en América.
- Algeciras fue pieza clave en esta nueva situación, pues al establecerse y regularizarse las rutas marítimas comerciales entre el Mediterráneo Central y el Mar del Norte, quedó la ciudad-puerto en una inmejorable situación de cara a los nuevos tiempos.
- De forma paradójica, la apertura del Estrecho benefició en el plano económico al reino de Granada, que pudo exportar con más facilidad sus productos, ante los cuales se abrieron nuevos mercados europeos.
El éxito tuvo una gran repercusión geopolítica internacional cuando la noticia de la victoriosa cruzada algecireña se extendió por Occidente y a nosotros han llegado algunos testimonios de ello. Así, por ejemplo, en la corona de Aragón el magno acontecimiento de la “preso de Algezira de Alfadre” fue considerada como una victoria nacional y celebrada con los máximos honores.
Incluso el gran escritor inglés Geoffrey Chaucer menciona la conquista de Algeciras para la cristiandad en su obra más famosa, los Cuentos de Canterbury, donde habla de un héroe que estuvo en el asedio de Algeciras. Se ha pensado que pudiera tratarse de John Hawkwod, pero en realidad muchos caballeros ingleses fueron a la cruzada de Algeciras y el acontecimiento fue muy popular en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIV, así como en todo el mundo cristiano.
En nuestra próxima entrega, recordaremos la batalla naval de 1801, que supuso un acontecimiento inaudito en su momento.
Carlos Gómez de Avellaneda es doctor en Historia, cronista oficial de Algeciras, presidente de la Asociación La Trocha y de la Sección 2ª del Instituto de Estudios Campogibraltareños. Grupo de investigación PAI-HUM 1130, de la Universidad de Cádiz.
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