PINTURA

Algeciras a la acuarela gracias a la doble vida de Rafael Ochando

La fuente de las ranas de la Plaza Alta, por Rafael Ochando.

La fuente de las ranas de la Plaza Alta, por Rafael Ochando. / Andrés Carrasco

Rafael Ochando Ruiz mantiene una doble vida. Por las mañanas, gestiona un laboratorio de análisis clínicos; por la tarde, pinta acuarelas. Admite que disfruta mucho más con los pinceles que con las muestras de hisopado, sangre y orina. Sin embargo, su padre, un militar, no le dio opción: con siete hermanos en la familia, la peregrina idea de estudiar Bellas Artes se fue al garete, así que eligió Farmacia

La vida de este algecireño nacido en 1952 transcurre entre su laboratorio de la Plaza Alta, su piso esquinero con vistas a la calle Ancha y sus largos paseos en bicicleta los domingos para contemplar el Estrecho, fuente de inspiración. 

"Quien considere que la acuarela es un arte menor se equivoca", declara Ochando con seriedad, consciente de que maneja una técnica que pocos se atreven a cultivar por su dificultad. Aprendió de manera autodidacta, tras tirar muchas obras a la basura. "Dominar la acuarela requiere mucha constancia, paciencia y práctica, romper más que dejar y aceptar su naturaleza impredecible sometida a los caprichos del agua", explica desde la sala de la Fundación Cajasur, donde se encuentra su última exposición. 

"Siempre he pintado, desde niño, pero no me lo tomé en serio hasta hace unos diez años", añade Ochando ante sus 40 nuevas obras. "Esta es mi tercera exposición y la última", zanja el pintor farmacéutico, quien ha plasmado algunos de los rincones más queridos de Algeciras y el Campo de Gibraltar, como diversas vistas de la Plaza Alta, un temporal en la playa de Getares, una tarde calima en Blas Infante, jornadas de viento en Tarifa, veraneantes en El Rinconcillo, la desembocadura del río Palmones, recreaciones de postales antiguas y varios rincones del Parque Natural del Estrecho.

"Esta es mi tercera exposición y la última"

"Empecé con el óleo, pero no se me daba bien", recuerda. "Un día, entré en esta misma sala donde estaban los ganadores del Premio Gaudí de acuarela y me pareció apasionante: así empecé". Reconoce que agradeció la rapidez de la acuarela frente a los tiempos que exige el óleo. A cambio, la acuarela no permite errores. "Los cielos son muy puñeteros porque resultan difíciles de controlar. Por otro lado, la viveza de los colores de la acuarela, la transparencia y la luz que se obtiene gracias al soporte blanco del papel no tiene comparación con ninguna otra técnica", considera el algecireño.

Rafael Ochando ante su obra favorita: un día de temporal en la playa de Getares. Rafael Ochando ante su obra favorita: un día de temporal en la playa de Getares.

Rafael Ochando ante su obra favorita: un día de temporal en la playa de Getares. / Andrés Carrasco

Admite que ha conseguido "un buen nivel como acuarelista", pero "poco voy a mejorar ya", en primer lugar, dice, por la edad, "con 71 años, todo va mermando". A Rafael Ochando, que es un tipo serio en apariencia, le gusta entretenerse en los detalles y firmar paisajes definidos. "Para esta exposición, he optado por escenas locales porque es lo que más me reclama la gente". El alcalde, José Ignacio Landaluce, tiene una de sus obras, y la delegada de Cultura, Pilar Pintor, dos. 

El artista ha sido muy indulgente con sus vistas de la Plaza Alta, imaginando un suelo de baldosas intactas. "En mi anterior exposición, pinté alguna loseta rota y el alcalde me llamó la atención", se acuerda. Tarda una o dos tardes en realizar cada obra.

"En mi anterior exposición, pinté alguna loseta rota en la Plaza Alta y el alcalde me llamó la atención"

"Las acuarelas que se hacen al aire libre son mucho más frescas y libres, sobre todo porque la luz se va", pero Rafael Ochando no tiene tiempo para pintar in situ; sólo algún apunte suelto durante sus excursiones por la comarca, especialmente por la zona de Las Corzas. Prefiere sacar fotos de los paisajes y después trabajar en casa "sentadito y escuchando música", matiza. "En la pintura au plein air hay auténticos virtuosos: yo lo he intentado en algún viaje, que me he llevado mi bloc, y no me sale mal, pero no se puede comparar".

Rafael Ochando muestra una de sus obras, expuestas en la sala Cajasur hasta el 4 de enero. Rafael Ochando muestra una de sus obras, expuestas en la sala Cajasur hasta el 4 de enero.

Rafael Ochando muestra una de sus obras, expuestas en la sala Cajasur hasta el 4 de enero. / Andrés Carrasco

Asegura que el Campo de Gibraltar tiene una virtud para cualquier pintor. "De una misma vista puedes sacar diez obras diferentes: con levante, poniente, calma, bruma... Es muy cambiante".

"Yo no tengo firma como pintor, aunque todos los días firmo un montón de análisis en el laboratorio"

Uno se sus puntos fuertes es el dibujo. "Según cuenta mi familia, de chico, tenía garabateados todos los libros y cuadernos que encontraba", rememora. Uno de sus hijos irrumpe en la sala Cajasur. Le transmite un mensaje breve: "Dice mamá que compres limones". Después, se marcha con su perro y la entrevista continúa.

"Para vender una acuarela a precio alto tiene que ser muy buena o que el pintor tenga firma. Yo no tengo firma, aunque todos los días firmo un montón de análisis en el laboratorio", comenta irónico el farmaceútico, quien admira al acuarelista australiano Joseph Zbukvic, conocido mundialmente por el uso del gris en sus pinturas. "De la zona, Teresa de Castro hacía unos cielos increíbles e Ismael Pinteño es un ilustrador extraordinario", apunta.

Rafael Ochando pinta acuarelas todos los días del año, salvo una semana. "Durante la feria, ningún algecireño trabaja", sostiene ante su obra favorita: un día de levantera en Getares con la mar picada y verde. Ya está vendida. 

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