El tiempo
¿Lloverá en la tardebuena del Campo de Gibraltar?

"España exporta talento": glosa magistral de Ángel Sáez a Asier Unciti-Broceta

El historiador Ángel Sáez retrata con brillantez y mirada crítica la trayectoria del científico algecireño distinguido con el Premio Patrimonio 2025 de AEPA

Algeciras distingue a Asier Unciti-Broceta, el niño que quería vender chucherías y hoy combate el cáncer

Abrazo entre Ángel Sáez y Asier Unciti-Broceta, con el alcalde José Ignacio Landaluce celebrando el discurso del profesor. / Claudio Palma

Brillante, divertida y profundamente certera, la glosa pronunciada por Ángel Sáez Rodríguez durante la entrega del Premio Patrimonio de Algeciras 2025 trasciende el homenaje para convertirse en un lúcido retrato de país, de generación y de talento exportado. Este es el texto íntegro de una intervención que arrancó sonrisas, reflexión y una ovación prolongada.

Presentación en el Premio Patrimonio 2025 de AEPA

España es diferente, sin duda.

Nuestro país vivió acomplejado la larga noche del franquismo, viendo cómo nuestros vecinos europeos se hacían más modernos, más altos y más guapos. Y, además, hablaban inglés la mar de bien.

Nosotros empezamos a dejar atrás aquella etapa en blanco y negro cuando llegó el vídeo VHS a nuestros hogares y nos mandaron a los chavales a la universidad como síntoma de progreso social y de modernización del país. Tanto empeño le pusimos que, en breve tiempo, no sabíamos qué hacer con tanto licenciado y tanto doctor. Y el país empezó a exportarnos, como a las naranjas de Almería y al calzado de Alicante.

Ahora, medio siglo después, seguimos igual: llevamos cincuenta años echando fuera talento, sin ser capaces de mantenerlo en casa, aunque solo fuera para rentabilizar el enorme esfuerzo desplegado por las familias y por España en preparar a nuestros jóvenes, que hoy llenan los cuadros médicos de hospitales y los equipos docentes de escuelas de mil ciudades del mundo, en los que se cuida y se enseña con acento español.

En esa inmensa tropa de titulados españoles repartidos por toda Europa, principalmente, se encuentra ese tipo normal, Asier, con el que te puedes cruzar mientras haces un rato de footing, como nos ocurrió el domingo pasado, temprano, mientras diluviaba, por una causa solidaria.

Un genio algecireño, nacido en La Línea de la Concepción en 1976.

Llevamos cincuenta años echando fuera talento, como a las naranjas de Almería y al calzado de Alicante

Su geografía vital recorre el occidente europeo, pasando de la playa del Rinconcillo a los paisajes montañosos en los que realizó sus estudios de la Licenciatura en Farmacia. Un tiempo en Granada, otro tiempo en Ferrara, en el corazón renacentista de la región italiana de Emilia-Romaña. Allí desarrolló su tesis doctoral, cultivó sus gustos gastronómicos e hizo sólidas amistades. Aún se recuerda en la ciudad de la Alhambra la defensa de su tesis, que realizó en buena parte en italiano, como cortesía ante la presencia en el acto de Pier Giovanni Baraldi, su eminente profesor de Química Medicinal.

Por aquello de la falta de una política de Estado inteligente en España, capaz de mantener en nuestras universidades, con sueldos dignos y expectativas de futuro razonables, a buena parte de los jóvenes graduados, Asier Unciti hizo las maletas.

En nuestro país carecemos de esa política de Estado: la de invertir en investigación y cuidar a nuestros genios, como falta la relativa a la Educación, la Sanidad, la Vivienda, la de Exteriores, la Migratoria y la de Gibraltar, entre otras. Porque nos hemos dormido en el ensueño de la democracia recuperada, como si ese fuera un logro irrenunciable que no hay que seguir cuidando, y ahora no parecemos capaces de atisbar los negros nubarrones que nos acechan.

De modo que, siguiendo con las maletas de nuestro homenajeado, Asier voló al Reino Unido, mudándose a Escocia en 2004. Allí fundó en 2010 el Laboratorio de Terapias Innovadoras de la Universidad de Edimburgo y se convirtió en el primer español catedrático en dicha universidad escocesa, que ocupa el puesto 40 en el Ranking de Shanghái 2024, ciento y pico de puestos por delante de la mejor de las españolas, lamentablemente. Allí lidera un equipo de postdoctorandos procedentes de todas las partes del mundo. Y están haciendo un buen trabajo.

Un chaval de entre La Piñera y San José Artesano que, de niño, no pensaba ser químico farmacéutico, investigador ni director de uno de los laboratorios más innovadores del Reino Unido. Porque él iba a poner un carrillo, como el de aquel tipo joven que tenía uno en su barrio. Y es que nuestro admirado doctor Unciti-Broceta, cuando fuera mayor, no quería ser deportista ni astronauta. A él lo que le gustaban eran las chucherías.

En esa inmensa tropa de titulados españoles se encuentra ese tipo normal, Asier, con el que te puedes cruzar mientras haces footing, aunque esté diluviando

Tenía un claro proyecto de vida: regentar un carrillo y vivir rodeado del aroma de las golosinas, que tal vez tuviera que probar de vez en cuando para efectuar el preceptivo control de calidad. Así fue hasta que en casa le preguntaron si pensaba cobrar las chucherías que fueran a comprarle sus primos, a lo que respondió que no, por supuesto. Y lo mismo si los clientes eran sus amigos. Y… al rato, esa mente privilegiada apartó el dulce ensueño y se puso a planificar otras alternativas menos ruinosas.

Como dicen que los años aportan madurez, cabeza y sensatez, nuestro paisano abordó con entusiasmo las enseñanzas medias del BUP y el COU. Optó por una formación en Ciencias, terminando sus estudios de bachiller con matrícula de honor. Y, de manera muy sensata…, dijo que iba a ser periodista. Con un bachillerato de ciencias…

Otra genial idea, como la del carrillo de chucherías. Claro: el último de la fila en todas las facultades por venir de ciencias. Y no entraba, no.

Esta vez tampoco tardamos mucho en conocer los profundos argumentos en los que basaba su decisión de futuro: ser periodista era la clave para entrar gratis a los partidos del Betis.

De manera que reenfocó sus planes de estudios; Gordillo y Joaquín posiblemente se perdieron que les dedicara las más gloriosas crónicas de sus vidas deportivas, y el chaval de Luis y Mari Carmen se fue a hacer Química Farmacéutica y se doctoró con sobresaliente cum laude.

Ese sonriente señor, esposo de maestra y padre de estudiantes de high school y de sexto de Primaria, sentó la cabeza por fin. Y no dedicó sus conocimientos de química —como alguno habrá imaginado— a desarrollar nuevos sabores para las chucherías del siglo XXI, lo cual era una suculenta posibilidad, sino que decidió enfrentarse a una enfermedad terriblemente mortal: el cáncer.

La humanidad ha sobrevivido a endemias y pandemias radicales: la peste negra medieval, la tuberculosis durante los siglos XVII y XVIII, el cólera y la viruela en el siglo XIX y, ya en nuestro tiempo, peleamos con la diabetes, las cardiopatías y el cáncer, que pasan por ser las patologías más mortales.

El chico que soñaba con vivir entre piruletas y ver gratis al Betis ha abierto una nueva vía en la investigación oncológica

Asier emplea su vida en desarrollar fármacos para enfermedades que no acabamos de doblegar.

Desde la farmacéutica Nuvectis Pharma se dedica, con su equipo de investigadores llegados de todo el mundo, inmigrantes en el Reino Unido, a desarrollar medicamentos oncológicos de precisión, entre los que destaca el NXP900.

Se trata de un fármaco oral experimental desarrollado para frenar varios tipos de cáncer avanzados y con potencial de metástasis, que han mostrado resistencia a otros tratamientos.

Y es que su medicamento no solo inhibe la actividad normal de las quinasas SRC, unas proteínas clave en la proliferación y diseminación de células cancerosas; también bloquea sus funciones de “andamio”, las estructurales, afectando doblemente a unas proteínas que son clave para el crecimiento tumoral. Las mantiene cerradas y, por tanto, desactivadas.

Su equipo tiene en el punto de mira:

NXP900 ha mostrado éxito en ensayos preclínicos y está avanzando en ensayos clínicos en humanos para determinar su seguridad y eficacia. Y podría estar listo en 2027: una sola dosis al día bastaría para mantener bloqueada la proteína durante 24 horas.

Nunca se había logrado crear un fármaco que funcionara para combatir el cáncer desde este nuevo enfoque. Pero el chico que soñaba con vivir entre piruletas y ver gratis al Betis ha abierto ese camino, que permite combinar, en una misma oración, las palabras:

Algeciras / proyección internacional / liderazgo en la investigación oncológica

El chaval de una familia sencilla y trabajadora, de barrio proletario de Algeciras, que, siendo aún muy niño, prometió a su abuela Esther que le iba a conseguir, para ella, dos premios Nobel.

Vamos ahora a por el primero.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último