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La destrucción del patrimonio arquitectónico de Algeciras (y II)

OBSERVATORIO DE LA TROCHA

El soterramiento del río de la Miel llevó a la demolición de varios puentes como el de la Conferencia y el antiguo ferrocarril

La fiebre especulativa en el sector inmobiliario acabó con la mayoría de las viviendas antiguas

La destrucción del patrimonio arquitectónico de Algeciras (I)

Casas de la calle Alfonso XI.
Juan Carlos Martín Matilla
- Asociación La Trocha

16 de febrero 2024 - 03:00

Debido al soterramiento del cauce del río de la Miel en 1972 se demolieron los puentes de su curso bajo, entre ellos el de la Conferencia, de gran elegancia, construido en 1926, y el antiguo del ferrocarril, por donde se encuentra lacalle San Bernardo. Ya en 1911 se demolió el antiguo puente de piedra que se levantó en el primer cuarto del siglo XIX en la misma zona y que durante algunos años coexistió con el de la Conferencia.

Continuemos, ya me referí anteriormente a que en 1979 la capilla de Nuestra Señora de Europa estuvo a punto de ser demolida y se salvó tras un intenso debate y enfrentamiento. Se salvó de milagro y algunos pensaban que si se hubiera demolido, tampoco pasaba nada, era un vetusto edificio y había que dar paso a la modernidad. Esta es, por desgracia, la mentalidad algecireña. Bueno, pues en 1983, se derribó el magnífico puente del matadero, en la carreta a Cádiz, construido un siglo antes. Esperen, que todavía hay más.

Al inicio de la actual centuria se demolió el interior del cine Florida, convertido en teatro, tras el derribo del antes citado Casino Cinema. Mostraba un magnífico interior en el estilo Art decó, con un elegante patio de butacas, magnífico plafón estrellado en él techo, así como sus palcos de platea y anfiteatro. Se demolió y en su lugar se construyó el que hoy vemos, carente de todo sentido estético y poco práctico. De nuevo el desprecio a la historia y al arte en nuestra ciudad.

La fiebre especulativa en el sector inmobiliario dio lugar a una sistemática destrucción del 99% de las antiguas viviendas particulares de nuestra población. Para ser justos, es preciso decir que no todas las casas demolidas poseían un valor histórico y artístico que las hiciera merecedoras de su conservación. En muchos casos eran viviendas con patios donde se hacinaban los vecinos, en precarias condiciones de habitabilidad. No caigamos en estúpidas demagogias que defiendan un pasado idealizado.

Pero en otros muchísimos casos se derribaron magníficas construcciones de los estilos tardo barroco popular, del siglo XVIII; modernista, de finales del siglo XIX y principio del XX; ecléctico, de la misma época, y británico, de principio del siglo XX. Este estilo era casi único en toda España, junto a Huelva, otro lugar colonizado por los ingleses. En su lugar se construyeron edificaciones que adolecen de una absoluta falta de estética y que muestran un mal gusto arquitectónico insoportable.

En el peor de los casos, no llegaron a construirse ninguna nueva edificación y hoy día se mantienen sus solares abandonados, que proliferan como setas en un bosque otoñal por todo el centro. Junto a estos solares existen casas abandonadas y ruinosas u otras cuyas fachadas siguen sin enlucirse.

En otras viviendas se han destruido las bonitas fachadas tardo barrocas, por ejemplo, el número 5 de la calle C. Colón, a la que se le eliminaron todos los elementos artísticos y se colocó un mirador de aluminio y un enlucido de granito artificial; o el número 13 de la misma calle, a la que se le arrancaron también sus elementos ornamentales y se han dejado sus vanos sin ningún adorno. Estas barbaridades arquitectónicas son muy típicas en una ciudad como la nuestra en la que el sentido de la estética urbana brilla por su ausencia.

Hace ya muchos años, en 1980 y con motivo del Plan General de Urbanismo de Algeciras, el Ayuntamiento encargó a Carlos Gómez de Avellaneda la redacción de un catálogo de edificios de interés, que se vio muy restringido, tanto espacial (barrio histórico y elementos muy puntuales del término) como cronológica y estilísticamente, pues hace 44 años, no se tenían en cuenta para nada edificios relativamente recientes, como el palacio de Marzales.

No obstante, ese documento tan prudente como restringido, cayo mal en algún que otro ambiente, ya que en aquella época lo normal era destruirlo todo para edificar, ya hemos hablado de aquel punto de inflexión que significó el salvar la capilla de Europa en 1979.

A partir de aquel momento empezó en Algeciras la preocupación por el patrimonio arquitectónico y la siguiente acción fue el citado catálogo de 1980, que fue tomado en serio durante varios años, pero al terminar el periodo de vigencia de aquel plan de urbanismo, ello se utilizó como pretexto para prescindir de los frenos a la destrucción, pero al menos se consideraron ya intocables los elementos más importantes y conocidos. Hoy el catálogo de 1980 es muy útil sobre todo para comprobar lo mucho que se ha perdido desde que dejo de estar en vigor.

Con los años fue necesario un nuevo PGOU y esta vez el nuevo catalogo de pudo realizar sin las cortapisas del antiguo, y el proceso destructivo se ha atenuado, pero ante determinadas y forzadas circunstancias, no es todo lo eficaz que debiera haber sido pese a los esfuerzos que del ayuntamiento y de algunos particulares, por ejemplo, las reconstrucciones de fachadas no siempre fueron fidedignas.

También existía una normativa municipal del siglo XIX, en la que se exigía a los propietarios que guardara el decoro y la seguridad de las fachadas de sus viviendas. No sabemos hasta que punto se practica esto en la actualidad.

Si un turista se pasea por las calles Comandante Gómez Ortega, Baluarte, Duque de Almodóvar, Río, Cayetano del Toro, Tarifa, Ventura Morón y un larguísimo etcétera, ¿qué puede contemplar? Una ciudad con muchos solares y edificios ruinosos y sin ninguna unidad estética.

Por otra parte, la mayoría de las calles del casco antiguo han perdido sus históricas edificaciones, ¿cuántos edificios antiguos quedan en las calles Regino Martínez, Sevilla, Alfonso XI o Prim? La casa nº 28 de la calle Regino Martínez, abandonada, ya presenta signos de deterioro y de aquí a pocos años estará en ruinas. En la calle Ventura Morón, la situación de la antigua casa Millán, en su esquina con la calle Joaquín Costa, es intolerable y la contigua, con su fachada de cemento, es indignante, y vergonzoso el estado de la casa de la esquina con la calle C. Colón.

Se han pintado unas preciosas pinturas murales en los solares de las calles Miguel Martín, Duque de Almodóvar y C. Colón. Son una belleza, indiscutiblemente; pero ¿son la solución a este estado de decadencia y ruina en que se halla inmerso el centro de Algeciras?

No quiero dejar de mencionar las obras de restauración de la finca número 11 de la calle C. Colón, la del antiguo consulado belga, cuyo propietario la está restaurando primorosamente, devolviéndole el esplendor que tuvo antaño. Merecería que el Ayuntamiento le concediera un premio por su labor en defensa del patrimonio arquitectónico algecireño.

También es una magnífica noticia el proyecto de reurbanización del Patio del Coral, una de las zonas más antiguas de la ciudad y que actualmente, junto a la calle Los Barreros, es una de las más degrada de la Villa Vieja.

Para concluir, debo mencionar dos edificaciones en grave peligro de derrumbe. La torre del Fraile, del siglo XVI, de la que ya se ha desplomado la mitad, y la capilla neogótica del antiguo asilo de San José, de 1916. Algeciras no puede seguir perdiendo su patrimonio arquitectónico. Esto debe quedar claro como la luz del medio día. Tampoco podemos cruzarnos de brazos ante la realidad de una ciudad en cuyo centro histórico proliferan solares y casas ruinosas por doquier, lo que causa una deplorable imagen. ¿Qué impresión se pueden llevar los visitantes que lleguen a nuestra ciudad?

Juan Carlos Martín Matilla: Licenciado en Filología, vocal de Patrimonio de la Asociación Cultural La Trocha. Consejero de número del Instituto de Estudios Campogibraltareños y miembro de su Sección 2ª (Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura).

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