La destrucción del patrimonio arquitectónico de Algeciras (I)

OBSERVATORIO DE LA TROCHA

Urge buscar soluciones al estado de degradación en que se hallan varios sectores del casco antiguo algecireño y recapacitar sobre la destrucción sistemática a lo largo de su historia

El Casino Cinema.
El Casino Cinema. / E.S.
Juan Carlos Martín Matilla
- Asociación La Trocha

09 de febrero 2024 - 03:00

En el presente artículo pretendo reflexionar sobre el patrimonio arquitectónico que nuestra ciudad ha ido perdiendo a lo largo del tiempo y a la vez concienciar a los algecireños de la situación arquitectónica y urbana actual de Algeciras. Yo, al pasear por esta ciudad, la contemplo con los ojos del forastero y así compruebo la imagen que de ella se llevan los que nos visitan. No podemos seguir negando la realidad, sino que es preciso buscar soluciones al estado de degradación en que se hallan varios sectores del casco antiguo y recapacitar sobre la destrucción sistemática de su patrimonio arquitectónico a lo largo de su historia. Nuestra ciudad lleva en sus genes el ADN de la destrucción. En ciertas ocasiones esta destrucción le ha llegado de manos extrañas, pero en gran parte de las veces ha sido obra de los propios algecireños.

La Algeciras medieval fue destruida por el monarca nazarí Muhammad V de Granada en 1375. De aquella importante población solo se mantuvieron en pie sus numerosas ruinas durante unos trescientos cincuenta años. Cuando comenzó su repoblación a partir de 1704, tras la pérdida de Gibraltar, aún conservaba su recinto amurallado, aunque arruinado, y otros numerosos vestigios de su pretérito esplendor, como el presunto alcázar que coronaba la meseta sobre la que se asienta el actual barrio de San Isidro; todo esto fue cartografiado por el marqués de Verboom en 1724. Pues bien, pocas décadas después apenas quedaban restos medievales, ya que sus piedras fueron utilizadas para la construcción de la renaciente población, por ejemplo, la iglesia de Ntra. Sra. de la Palma; algo común en otros muchos lugares. Poco a poco la nueva ciudad renace de sus cenizas como el Ave Fénix y se levantan varios edificios en el lugar donde hasta el siglo XVIII no existían más que ruinas y matorrales. Esto conllevó la destrucción de la mayor parte de sus vestigios medievales.

Si el Siglo de las Luces fue el de su construcción, en el siguiente siglo, marcado por la decadencia de España en todos los aspectos, comenzó paulatinamente la destrucción de lo poco o mucho, según se interprete, conseguido la centuria anterior. El siglo XX será el más destructivo de la reciente historia de Algeciras y en el presente estamos aún por ver hasta qué punto llega la eliminación de su escasísimo patrimonio arquitectónico. Las causas de esta desolación son de diversa índole: culturales, sociológicas, políticas, económicas, etc. Sea como fuere, Algeciras ha ido perdiendo su patrimonio arquitectónico hasta llegar hoy día a ser una de las poblaciones con menos edificios históricos de España.

Durante la Guerra de la Independencia, cuando España se vio invadida por las tropas napoleónicas, el ejército británico que vino a ayudar a nuestro país contra Napoleón, con la excusa de que los fuertes que fueron construidos durante el primer tercio del siglo XVIII para defensa de posibles ataques de la colonia inglesa de Gibraltar cayeran en manos francesas, se dedicó a destruirlos sistemáticamente, así se perdieron los del Tolmo, Punta Carnero, San García y San Diego. Se salvaron los de la Isla Verde y de Santiago. El primero está siendo restaurado tras muchas décadas de abandono gracias a la APBA, el segundo fue destruido de forma gratuita a comienzos del presente siglo. En cuanto al de San García, aún se conservan algunas ruinas. Los demás desaparecieron en casi su totalidad.

El siglo XIX trajo la desafortunada desamortización de Mendizábal, la cual provocó el abandono y posterior ruina de las capillas de San Servando y de la Santísima Trinidad y Nicolás de Bari o de la Dehesa de la Punta. En 1898, en la guerra que España sostuvo contra los Estados Unidos de Norteamérica, en el contexto de la Guerra de Cuba y de Filipinas, el Gobierno español decidió destruir la torre de los Adalides con la excusa de que pudiera servir como punto de referencia en un ataque naval a las costas algecireñas por parte de la marina norteamericana.

Pocos años después, en 1901, se desplomó la torre de don Rodrigo o del Espolón, que se encontraba en el ángulo sudeste de las murallas de la Villa Vieja, cuyos cimientos se fueron socavando a causa de los embates de las olas del mar que se hallaba a sus pies. También en el siglo XIX la torre del Almirante, en el actual paseo de Cornisa, saltó por los aires debido a una explosión al ser convertida en polvorín; manteniéndose hoy día una pequeña parte de su volumen. Otra construcción que fue arruinándose en la centuria decimonónica hasta su total desaparición fue la batería de San Antonio, en la calle Baluarte.

El siglo XX ha sido el de mayor destrucción del patrimonio arquitectónico e histórico de nuestra ciudad. En 1918 se demolió la puerta que daba acceso a las presuntas atarazanas medievales, abierta en la muralla Este de la ciudad, donde hoy se encuentra la calle Ojo de Muelle, con el fin de construir unas modernas viviendas. En la primera mitad de este siglo XX, se fueron derribando restos de las murallas, como corachas o barbacanas, en la zona donde hoy se abren las calles Trafalgar y Fuerte de Santiago, para la construcción del paseo marítimo.

En 1979 comenzó la destrucción de las barbacanas de las murallas del lado Nordeste, en su esquina con la calle Baluarte, para construir una promoción de viviendas particulares. Se salvó una pequeña parte, que veinte años después se prolongó tras la demolición del cuartel de Infantería, construido en 1860, al aparecer los restos del foso, barbacana, torres y murallas medievales.

Al construirse durante toda la segunda mitad del siglo XX los edificios de la avenida Virgen del Carmen, se fueron arrasando los restos de las murallas de todo el litoral que mira hacia la Bahía, desde la calle Ojo de Muelle hasta la del Fuerte de Santiago ( actual prolongación de la avda. de Blas Infante). De aquellas murallas medievales nos quedan los restos entre las calles Alfonso XI y Baluarte, que hoy día constituyen el parque arqueológico de las ruinas medievales.

En el paseo de la Conferencia, frente al lado sur del Hotel Reina María Cristina, se mantienen restos de su recinto amurallado, destacando tres torreones, que fueron excavados en parte hace unos cinco años. Existe un proyecto a muy largo plazo para su recuperación restauración y puesta en valor.

Tras la proclamación de la Segunda República, en mayo de 1931, se produjeron los graves sucesos del asalto y quema de los templos católicos de Algeciras: La iglesia de Ntra. Sra. de la Palma, las capillas de Ntra. Sra. de Europa, de San Antón, del Cristo de la Alameda y de la Merced (del convento homónimo). Estos ataques causaron un enorme daño al patrimonio histórico. La capilla de Ntra. Sra. de Europa se restauró en los años cuarenta; no obstante, le esperaba un negro futuro. En 1979 se consideró que debía ser demolida, tras su ruina inminente a causa del derribo de las viviendas colindantes en la actual calle Radio Algeciras. Se llegó a proponer el desmonte de la fachada y su instalación en la fachada principal de la iglesia de San Isidro, y lo que es mas delirante aún… ¡utilizarla como portada en la iglesia de La Palma! Y estas propuestas venian a veces de personas que por su supuesta formación, eran las mas obligadas a la defensa de un monumento. Incluso, para nuestra vergüenza como ciudad (estamos hablando de 1979) se llegó a considerar a los defensores de la capilla como retrógrados, enemigos del progreso e incluso como envidiosos del negocio ajeno… todo aquello daría para escribir un libro, pero afortunadamente, la ciudad supo reaccionar y ganarle el pulso tanto a la ignorancia como a la especulación. Nuestra ciudad estuvo a punto de perder uno de sus edificios históricos más señeros; pero se pudo salvar gracias a las protestas de numerosos ciudadanos de a pie e intelectuales. Fue restaurada en los años ochenta, siendo consagrada en 1988. En el 2002 se restauró la capilla del Cristo de la Alameda, tras décadas de abandono y ruina, con lo que nuestra ciudad pudo salvarla y así no perdió otro de sus monumentos. Se está preparando para un nuevo museo.

La iglesia de Ntra. Sra. de la Palma fue restaurada de forma sencilla en los años cuarenta del siglo XX, tras el saqueo de 1931; pero veinte años más tarde fue reformada totalmente, eliminándose lo restaurado y varios elementos decorativos e instalándose un nuevo altar mayor. Había que “modernizarla”. El desprecio a lo antiguo es un mal endémico en esta ciudad. De nuevo fue reformada en 1999, quedando como la vemos actualmente: carente de casi todo elemento artístico en su interior.

A principio de los años cincuenta del siglo XX la iglesia o capilla de la Merced se hallaba en situación precaria, sobre todo después de los referidos sucesos de 1931; fue vendida por el obispado de Cádiz a un particular que decidió derribarla para construir unos pisos. Algeciras perdía un bonito edificio comenzado en 1725 ante la pasividad de la ciudadanía y de las autoridades de aquel entonces. Veinte años más tarde era demolido el edificio del antiguo convento de los mercedarios, en cuya parte posterior se hallaba el cuartel de Escopeteros, y que fue cárcel e instituto de Enseñanza Media, tras la desamortización de 1835. En su lugar se trazó la calle Trafalgar.

También a principios de los años cincuenta del siglo XX, debido a un fortísimo temporal de poniente se desplomaron más de la mitad de los arcos y pilares del hermoso y elegante acueducto de 1777-1783, situado en la barriada de La Bajadilla y que cruzaba el río de la Miel. Quedaron unos ocho arcos, algunos ocultos entre las casas de la calle Clemente VI, actualmente denominada Vicente de Paúl. En 1987 otro temporal del Oeste hace caerse dos arcos y el pilar que los sustentaba. Se pudo reconstruir, pero no se hizo. Además, una de las casas de la citada calle se amplió a costa de ocultar otro de los arcos, de tal manera que ahora quedan cuatro a la vista más el que cruza la calle de entrada a la Bajadilla. El desprecio hacia Algeciras y su historia es más que patente. Nuestra ciudad perdió uno de los monumentos más valiosos del siglo XVIII. Suma y sigue, porque el acueducto de 1845 de la barriada de El Cobre se encuentra en su mitad oculto entre viviendas, que se fueron construyendo a partir de los años sesenta o setenta. Otro monumento despreciado por los algecireños.

A partir de la segunda mitad de los años sesenta del siglo XX la vorágine destructiva ha sido imparable hasta nuestros días. En 1970 se demolió el edificio del Casino Cinema, que fuera la caseta de feria del Casino y después teatro y sala de proyecciones cinematográficas. Tras su demolición se ensanchó la actual avenida de Blas Infante. No para aquí la fiebre destructora de nuestro patrimonio histórico, pues en 1975 fue derribada la plaza de toros La Perseverancia, que databa de 1866, para construir unos altos edificios, los cuales nunca se edificaron.

Once años después, en 1986, se construyó el complejo comercial de la Plaza de Andalucía, con sus pirámides de hierro y vidrios, que acogía locales comerciales, bares, restaurantes y un supermercado. A comienzos del presente siglo se echó abajo y ahora vemos una construcción, que parece una estación de autobuses, con locales comerciales y de ocio. La pérdida del histórico coso supuso otro zarpazo para el ya maltrecho patrimonio arquitectónico algecireños. En un principio se salvaron sus columnas, las cuales fueron llevadas al parque de las Acacias, recién inaugurado en 1976. Allí, ante la desidia y el abandono, sufrieron los actos vandálicos de los que frecuentaban aquel parque, convertido en nido de drogadictos. De estas columnas solo quedan siete y media: cuatro en el mausoleo de Paco de Lucía, dos en el patio del museo municipal y una y media en el zaguán de la plaza de toros Las Palomas.

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