Campo de Golf pide señales de tráfico contra el exceso de velocidad de los coches que eluden los radares camino de Getares

Calle Rosa de los Vientos. Son las 11 de la mañana de un lunes y suenan los motores de los coches que circulan a toda velocidad. Vienen y van a 50 o 60 kilómetros por hora, algunos a más, aunque deberían hacerlo a 30. Nada ni nadie se lo impide. El ruido y el riesgo que generan estos vehículos ha dejado de ser nuevo para unos vecinos que estaban acostumbrados al poco tráfico. ¿Por qué desde hace tres años pasan tantos coches por aquí? Muy sencillo, lo hacen para eludir los radares instalados en la cercana avenida Carlos Cano, la vía principal de entrada y salida de los barrios de San García, Getares y El Faro, donde el exceso de velocidad sí está castigado con una multa.

Los coches suenan en esta vía y en la cercana Botavara, hasta la rotonda en la que retoman por un breve espacio la carretera de Getares, hacia la urbanización de San García o en dirección contraria al paseo de la Conferencia y la avenida Virgen del Carmen. Hasta que se instalaron los radares en la carretera de Getares, por estas calles de Campo de Golf circulaban los residentes y poco más. Son esos mismos vecinos los que ahora alzan la voz para reclamar más atención para su urbanización. En dos entrevistas con los responsables municipales de Seguridad Vial han reclamado la instalación de badenes, la ubicación de radares móviles y, sobre todo, señales que dejen clara la prohibición de no circular a más de 30 kilómetros. También piden un disco de ceda el paso en la confluencia de las calles Rosa de los Vientos y Botavara. Los vecinos se quejan de ninguna de las peticiones se ha cumplido y de que nadie del Ayuntamiento se ha puesto en contacto con ellos para explicarles por qué.

Campo de Golf es, según sus habitantes, una urbanización en estado de "deterioro y abandono". Hay farolas "muy antiguas" conectadas entre sí por cables áereos, las aceras están en malas condiciones cuando están, porque en algunos puntos han desaparecido. Son de cemento, sin baldosas siquiera, porque se construyeron "hace unos 50 años con el Plan Parcial". Las arquetas han cedido, rotas en su mayoría, a punto de hundirse. Los imbonarles están taponados y "no se limpian ni siquiera cuando se aproxima la época de lluvias".

Siguen los vecinos con su lista de reclamaciones: los contenedores de basura están "rotos e inservibles". Nadie barre las calles ni se retira la basura que rebosa de las papeleras. "La actuación municipal es nula y la inversión para mejorar la calidad de vida brilla por su ausencia", continúan.

También alertan del abandono que sufre el parque que hay en la entrada de la urbanización y la vegetación salvaje que surge entre las viviendas por la falta de desbronce y que supone un "grave peligro de incendio".