Los testigos del ataque de Yassine Kanjaa coinciden en su fijación por los miembros de la Iglesia y su frialdad
Audiencia Nacional
Las personas que acompañaban al sacristán Diego Valencia y al sacerdote Antonio Rodríguez en el momento de ser atacados subrayan la tranquilidad aparente en la actuación del acusado
"Era como un espectro", define el sacerdote de La Palma, quien cree que no fue agredido porque ya se había quitado el traje eclesiástico cuando el acusado irrumpió en el templo
Comienza el juicio contra Yassine Kanjaa: 50 años de cárcel por el asesinato terrorista de Diego Valencia
Así hemos contado la primera jornada del juicio, en directo
Yassine Kanjaa mató a machetazos al sacristán Diego Valencia en pleno centro de Algeciras e hirió de gravedad al sacerdote Antonio Rodríguez con absoluta frialdad y mostrando fijación por los representantes de la Iglesia. Los testimonios en la primera sesión del juicio que se sigue desde este lunes en la Audiencia Nacional (Madrid) contra el presunto yihadista por los ataques en las iglesias de La Palma y San Isidro -el 25 de enero de 2023- han coincidido en describir al acusado como una persona que actuó contra sus víctimas con aparente tranquilidad, frialdad y determinación.
Una decena de testigos presenciales han reconstruido con sus relatos la noche más aciaga de la historia reciente de la ciudad. Escuchándoles en la sala, con un importante cambio físico en comparación con la imagen que fue distribuida tras los ataques, Yassine Kanjaa se enfrenta a una petición de la Fiscalía de 50 años de cárcel por el asesinato del ayudante de la parroquia de Nuestra Señora de la Palma, el intento de asesinato del sacerdote de la parroquia de San Isidro y por una agresión a Ahmed L., conocido del procesado al que se encontró por el camino entre los dos templos religiosos. Además, reclama indemnizaciones por 270.700 euros. Kanjaa se ha acogido a la previsión legal que permite a los acusados declarar en último lugar una vez practicada toda la prueba en el juicio.
"Era como un espectro"
El primero de los testigos en comparecer ha sido uno de los sacerdotes de Nuestra Señora de La Palma. Aquella tarde, tras celebrar la misa, sobre las 19:30 se encontraba hablando con dos mujeres (una de ellas catequista) en el patio interior de la Iglesia. Allí llegó Diego Valencia desde la sacristía pidiendo ayuda tras la irrupción de Kanjaa en el templo, momentos antes, con actitud violenta.
"Era como un espectro", ha definido el sacerdote a Kanjaa por su aspecto, vestido con una larga chilaba de color oscuro. "Oí a Diego entrar y gritar desencajado. Un tío, hay un tío. Llamad a la Policía", ha explicado el párroco. Al instante, ha proseguido, Kanjaa irrumpió en el patio armado con un machete y asestó a Diego Valencia un golpe por la espalda. "Salí corriendo hacia el despacho a por el teléfono. El acusado aparentaba estar en paz. No tenía situación de excitación, lo vi como muy tranquilo", ha destacado el sacerdote. Tras ese primer machetazo en la espalda, Valencia logró escapar hacia la Plaza Alta, donde fue agredido instantes después hasta la muerte.
"Fue todo muy rápido. Tenía una velocidad enorme. Seguramente identificó a Diego como sacerdote al estar en el altar recogiendo los libros", ha reseñado el párroco, que cuando sucedió todo ya se había quitado la indumentaria eclesíastica. "Si me llega a identificar -como sacerdote- seguramente yo hubiera sido otra víctima", ha apuntado. "Vi una fijación hacia Diego. No hacía aspavientos hacia otras personas", según el párroco de La Palma, que en ese momento, ha enfatizado, se encontraba acompañado por dos mujeres que resultaron ilesas.
El testimonio del sacerdote ha sido completado con el de las dos mujeres que se encontraban con él en el patio interior del templo. "Cuando Diego entró al patio pidiendo ayuda, el chico se me puso a la derecha. Diego trató de protegerse con una silla de velador en la cabeza y este chico le golpeó con algo. Pensaba que era un bate de beisbol, pero oí el ruido metálico. Me quedé petrificada", ha apuntado esta testigo, que salió corriendo desde el patio a otra estancia parroquial antes de alcanzar la calle, llena en ese momento de padres y niños que salían de asistir a la catequesis. Detrás, Diego Valencia trataba de huir y Kanjaa le perseguía. "Creo que tenía fijación por Diego. Yo lo veo así", ha declarado a preguntas de la acusación particular.
La segunda mujer que se hallaba en el patio, catequista y amiga de Diego Valencia, ha añadido que el sacristán también fue agredido con un cenicero de metal antes de salir rumbo a la Plaza Alta tratando de huir de Kanjaa. "Iba a por Diego, se pensaba que era cura. Él estaba muy tranquilo", ha complementado esta testigo que llegó a la Plaza Alta cuando Valencia ya yacía sin vida. "Diego era un charco de sangre", ha descrito.
La reconstrucción de la agresión a Diego Valencia en la Plaza Alta ha sido aportada por la camarera de una terraza cercana, quien vio a Kanjaa "dar tres golpes" al sacristán y marcharse "tranquilamente" en dirección a la Capilla de Europa, situada en el extremo opuesto de la plaza respecto de la parroquia de La Palma. "Me acerqué y el hombre estaba sobre un charco de sangre, convulsionando. Fui al bar a por una bolsa de basura para taparle y cuando volví ya había fallecido. A su agresor no lo vi correr en ningún momento", ha precisado.
Una vecina, desde una ventana, también presenció el ataque fatal de Kanjaa a Diego Valencia: "Escuché gritos y me asomé. Vi a un señor que andaba ligero perseguido por otro que le alcanzó. Le golpeó una vez, cayendo al suelo, donde recibió más golpes con un objeto alargado que llevaba en la mano derecha", según este testimonio.
Un cortacocos enorme
El bloque de declaraciones relacionado con la agresión a Diego Valencia ha quedado completado por un agente de la Policía Nacional que aquella tarde se encontraba fuera de servicio en la calle Muro, cerca de la Plaza Alta, cuando vio a Kanjaa caminar -tras asesinar a Valencia- hacia el mirador de la Plaza Virgen de las Lágrimas (hoy demolido).
"Le observé de frente. Llevaba un cortacocos enorme e iba tranquilo, andando. Se fue al fondo del mirador, que da al puerto y al Peñón de Gibraltar, se arrodilló, dejó el cuchillo en un lado y se puso a rezar", ha declarado este testigo. Apenas tres minutos después apareció una patrulla de la Policía Local. "Me quedé dándoles seguridad, ya que yo estaba sin arma, y ellos se abalanzaron contra él por la espalda. Trató de resistirse y ya fue engrilletado", ha relatado este testigo, quien ha confirmado que vio el cuchillo ensangrentado.
Caos en San Isidro
Momentos antes, el sacerdote Antonio Rodríguez había sido agredido por Kanjaa al terminar la misa que oficiaba en la parroquia de San Isidro, situada a unos 300 metros de La Palma. Kanjaa pasó por allí sobre las 19:20 e interrumpió la liturgia al entrar machete en mano en el templo.
"No la pude terminar. Iba a purificar los vasos cuando entró un señor vestido de negro que blandía un machete", consta como testifical de Antonio Rodríguez, quien murió de cáncer a finales de 2023. Su testimonio ha sido aportado al juicio a través de una grabación de la fase de instrucción. En ella, el sacerdote detalla que Kanjaa se acercó hacia él por el estrecho pasillo del templo. "Le dejé pasar al altar e intenté salir yo en sentido contrario por el pasillo. Me alcanzó, recibí un machetazo en la parte trasera del cuello. Veía caer la sangre sobre las sagradas vestiduras. Me quedé quieto, tumbado en el suelo", registra la grabación.
El sacerdote declaró durante la instrucción (el 23 de marzo de 2023) a preguntas de la Fiscalía que no escuchó a Kanjaa decir nada. "El ataque fue por la espalda", dijo.
Lo sucedido en San Isidro ha sido refrendado en la sala por dos testigos que se encontraban en la parroquia. "Llevaba el machete. Entró por la izquierda del altar y fue detrás del cura hasta que lo cogió. Le golpeó varias veces", ha relatado uno de ellos, mientras que el otro se ha expresado en términos similares.
Hermetismo en el día a día de Kanjaa
La sesión ha concluido con la declaración de un testigo que frecuentaba la casa okupada de la calle Ruiz Tagle en la que Kanjaa vivía con tres compatriotas. "Nadie podía entrar en su habitación", ha descrito este testigo para dar cuenta del grado de hermetismo en el que se desarrollaba la vida diaria del procesado.
La instrucción del caso determina que Kanjaa sufrió un proceso de radicalización en los meses previos al ataque. Este testigo, que convivió con Kanjaa en los dos meses previos al ataque (finales de 2022) ha comentado que el acusado se drogaba constantemente. "En la mañana del día 25 -la misma jornada de los ataques- llegó buscando alguna pastilla o droga que pudiera tener en los bolsillos de su ropa. Él está loco, se drogaba y buscaba peleas con cuchillos", ha declarado este testigo.
Las pruebas periciales, este martes
El juicio continuará este martes con las pruebas periciales (Kanjaa fue sometido a numerosos análisis de su situación mental a raíz de su detención), así como con el testimonio de los dos agentes de la Policía Local de Algeciras que detuvieron al acusado, más otros agentes de las fuerzas de seguridad que actuaron aquella noche.
El carácter terrorista de las acciones de Kanjaa es una de las claves en el procedimiento, ya que conlleva que las familias del sacristán asesinado y del sacerdote Antonio Rodríguez, así como Ahmed L. puedan reclamar como víctimas del terrorismo una indemnización del Estado, además de como responsable de lo ocurrido por no haber ejecutado la expulsión de España del acusado, dictada seis meses antes de los crímenes.
Los magistrados Alfonso Guevara Marcos, presidente del tribunal y designado ponente de la sentencia, María Riera Ocáriz y José Ricardo de Prada Solaesa son los encargados de determinar si el supuesto terrorista actuó, como aprecian tanto la Fiscalía como la acusación particular, con una anomalía o alteración psíquica que no mermó su capacidad de planificar su acción y de ser consciente del desenlace que iba a causar.
El informe pericial forense elaborado en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Sevilla sostiene que Kanjaa "presenta un cuadro psicótico que cursa con delirios de probable filiación esquizofrénica" y que "en el momento de tener lugar los hechos presentaba una descompensación psicótica aguda con un importante grado de implicación afectiva y conductual que afectaría muy severamente a sus capacidades volitivas e intelectivas".
El magistrado instructor de la causa, Joaquín Elías Gadea Francés, consideró también que Kanjaa actuó con fines terroristas, razón por la que la causa fue tramitada por la Audiencia Nacional. En torno a la posible alteración psíquica de Kanjaa en el momento del ataque, el instructor subrayó que ese hecho, de probarse, afectaría "al alcance de la culpabilidad", pero no a la calificación de los hechos como terroristas. Será una de las cuestiones que tiene que dirimir el tribunal tras la vista.
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