Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Observatorio de la Trocha
Está tomando forma un movimiento ciudadano que se propone la recuperación de un obispado para la comarca, con base en el de Algeciras durante el siglo XIV. Ello supondría para estas tierras la adquisición del status que merecen, por su gloriosa historia, su situación emergente y su futuro, que puede ser grandioso si los campogibraltareños olvidan diferencias y trabajan unidos por el bien común.
Como todos sabemos, Algeciras fue en la Edad Media una de las ciudades más importantes de España por su posición geográfica, que le permitía ser una llave geopolítica, controlando el tránsito entre dos mares y dos continentes, circunstancia por la cual fue calificada como "cruz del mundo” por un cronista del siglo XIV.
De haber continuado su andadura, estaba destinada a ser en la actualidad la ciudad más importante de la costa andaluza, pues, para la Europa medieval, Algeciras era imprescindible para garantizar la navegación y el libre contacto comercial entre las potencias económicas del Mediterráneo y el Atlántico.
Para lograr integrar la estratégica ciudad en el mundo cristiano, el papado promulgó una cruzada, reuniendo un ejército donde se integraban contingentes de los principales estados europeos a cuyo frente se puso un indiscutible líder, Alfonso XI de Castilla, tan competente como decidido en sus objetivos. La ciudad fue conquistada en 1344, tras un asedio de dos años famoso en toda Europa, el rey de Castilla la organizó en todos sus aspectos como nueva urbe cristiana. Una de sus principales disposiciones fue la creación de un obispado en Algeciras, asunto muy importante, pues en aquella sociedad tan religiosa, el ser sede episcopal confería gran categoría, siendo los obispados una forma de organización del territorio.
Pero en la historia, los acontecimientos no suelen ser a capricho de los gobernantes o del destino, por regla general son resultado de un proceso y unas circunstancias. En el caso del obispado de Algeciras, es apasionante seguir la pista de su origen y la sucesión de jugadas libradas sobre ese tablero de ajedrez geopolítico que tiene su centro en la citada “cruz del mundo” que era Algeciras…
No hablaremos aquí sobre los siete varones apostólicos, San Hiscio o el obispado de Carteia, temas nebulosos que dejamos a los especialistas. Sí nos interesa el obispado de Medina Sidonia, cuya existencia es indiscutible merced a las fuentes y los testimonios arqueológicos. ¿Por qué un obispado en la antigua Asido o Asidonia? Por la ruina y despoblación que sufrió la cadena de ciudades costeras del Mediterráneo occidental en los últimos siglos del imperio romano a consecuencia de un gran cambio económico. De toda la España romana, la región más rica era la Bética, con su centro en el valle del Guadalquivir y que enviaba por mar sus producciones a la Italia romana, siendo para ello necesarios muchos puertos. Estos eran valiosos como puntos de recalada en la ruta hacia el centro del imperio y además daban salida marítima a sus propias producciones.
Esta pujanza disminuyó tras el incremento de las producciones del África Proconsular, en especial la zona de Cartago, el Túnez actual, que inundó el mercado en Roma al ser sus precios más competitivos que los de la Bética. Por esta y otras causas se arruinaron las ciudades costeras al desaparecer el comercio a larga distancia, en gran medida justificador de su existencia.
Ante la ruina y despoblación de grandes ciudades como Carteia o Cádiz adquirió poder Asidonia, que con su posición central y retirada de la costa era el lugar idóneo para un nuevo obispado. La Antigua Gades, o actual Cádiz no era más que un campo de ruinas y su papel en la historia medieval fue insignificante hasta el siglo XIII.
Tras quedar herido de muerte el poder almohade en la batalla de las Navas de Tolosa, el valle del Guadalquivir fue conquistado fácilmente por Fernando III el Santo y a consecuencia de ello, cambió totalmente la relación de poder, pues lo que quedaba de la España musulmana se transformó en el reino nazarí o granadino, teóricamente vasallo de la corona de castilla y sometido a tributo. Esta solución a todos benefició, pues de todas formas la Andalucía oriental era de muy difícil conquista, como veremos.
Por el otro lado, la nueva situación permitió la supervivencia de la España musulmana durante varios siglos durante los cuales el reino de Granada se benefició de tres factores: a) el empleo de la principal arma granadina, que fue la diplomacia, al jugar hábilmente con el equilibrio entre los poderes de la España cristiana del Magreb musulmán, b) la ayuda recurrente de los mariníes que además controlaban un territorio muy estratégico en el extremo sur de España y c) el relieve montañoso de la Andalucía oriental, donde se alzaban numerosas poblaciones-fortaleza, de muy difícil conquista, al convertirse además los granadinos en perfeccionadores de la arquitectura defensiva medieval, como puede verse, por ejemplo, en la alcazaba de Málaga. Esta última circunstancia se demostró en el siglo XV, cuando los Reyes Católicos completaron la recuperación del territorio que había pertenecido al Islam, a excepción de Portugal y Navarra.
Mientras tanto, en la España cristiana se había transformado un secular problema en una fuente de beneficios, y la corona creyó tener las manos libres para seguir utilizando su energía para otros objetivos. Concretamente, el gran rey Alfonso X el Sabio pensó continuar la reconquista en el norte de África y terminar de una vez por todas con el peligro de las recurrentes invasiones musulmanas. Para ello pensó una expansión atlántica conquistando ciudades-puerto, con lo que se adelantó a la expansión portuguesa del siglo XV, que consiguió doblar el cabo de Buena Esperanza y acceder al rico comercio con las indias orientales. Necesitado de un puerto atlántico que fuera base para las expediciones navales castellanas, potenció extraordinariamente Cádiz, y una de sus disposiciones fue instalar allí el obispado de Medina Sidonia. De haberse cumplido los planes de Alfonso X, posiblemente el actual Magreb occidental sería hoy cristiano y España hubiera cerrado a Portugal el acceso a las Indias.
Pero todo se vino abajo, a causa del surgimiento de un nuevo poder africano, los citados mariníes o benimerines, que carentes del espíritu religioso y mesiánico de sus antecesores almorávides y almohades, pensaban principalmente en las riquezas materiales, y en este caso en el saqueo del rico valle del Guadalquivir donde se estaba realizando la repoblación cristiana. Sus expediciones de rapiña supusieron un baño de realidad que truncó para siempre los proyectos de Alfonso X. Los mariníes utilizaban la siempre estratégica Algeciras como base para sus expolios y, por lo tanto, era imprescindible su conquista, no solo para la seguridad del valle del Guadalquivir, y para impedir el reforzamiento del reino granadino, sino para dejar las manos libres en cuanto a la expansión norteafricana propugnada por Alfonso X.
Pero el asedio castellano de Algeciras fracasó estrepitosamente y desde entonces todo cambió: se abandonó la idea africana y en su lugar, el objetivo cristiano fue controlar el Estrecho, conquistando sus ciudades con un triple objetivo: impedir las expediciones de saqueo de los mariníes, cortar la ayuda de estos a los granadinos y recuperar la empresa de llevar la reconquista por tierras africanas. A estos deseos se empezó a sumar el deseo de los estados europeos de una libre navegación entre el Mediterráneo y el Atlántico.
A partir de entonces, la Cádiz renovada por Alfonso X no tenía razón de ser al ver estancado su desarrollo como puerto atlántico y por supuesto, perdió peso como sede episcopal, ya que el centro de interés geopolítico se había desplazado al Estrecho y en especial a la pujante ciudad de Algeciras. Tras ser esta conquistada en 1344, el interés de la corona de Castilla era tener controlado el Estrecho y, por lo tanto, al haber sido abandonada la empresa ultramarina, el interés era potenciar Algeciras por todos los medios, siendo uno de los más importantes el convertirla en sede del obispado.
Al perderse la ciudad en 1369 Medina Sidonia acogió fugazmente el obispado fugitivo, que al final recaló en Cádiz, ciudad que fue irrelevante hasta que llegó su gran momento tras el descubrimiento de América y sobre todo en el siglo XVIII al dejar de ser Sevilla el principal puerto hacia las Indias Occidentales. Este cambio se debió a problemas naturales, pues los sedimentos dificultaban la navegación por el Guadalquivir y técnicos al aumentar el calado de los barcos de transporte.
El agitado pasado de la zona ha propiciado la destrucción de mucha documentación histórica y en realidad se sabe poco sobre la Algeciras cristiana, que se extendió cronológicamente entre 1344 y 1369. Ese silencio ha propiciado la existencia de diversos errores históricos sobre nuestra ciudad, siendo el principal la creencia de que la repoblación cristiana había fracasado y ello propició la pérdida, lo cual no es cierto, ya que se debió a estar ausente la guarnición a causa de la guerra civil castellana.
La conquista fue tan fácil e incruenta que más bien fue una ocupación, pues, aunque la ciudad tenía muy escasa guarnición, las imponentes defensas, si eran asaltadas de frente hubieran supuesto indudables bajas al ejército granadino, que en realidad no era muy fuerte. Y la conquista violenta de la ciudad hubiera supuesto la muerte o la esclavitud para sus habitantes. Por lo tanto, se hizo lo más sensato, pues al no tener esperanza de socorro, la ciudad capituló y según la costumbre de la época, la población cristiana pudo salir sana y salva, llevándose aquellos bienes valiosos que pudiera transportar, tal como había ocurrido, por ejemplo, veinticinco años antes a la población musulmana de la misma Algeciras, tras la conquista cristiana de 1344.
Ello explica el que el obispado pudiera ser evacuado sin grandes problemas, llevando consigo imágenes y elementos valiosos, como hay constancia en Tarifa o en Jerez, a cargo en este caso de la orden Mercedaria. Pero Mohammed V, el sultán de Granada era un genio de la propaganda política y supo utilizar el inesperado éxito de Algeciras a su favor, construyendo parte de la Alhambra como monumento conmemorativo de la “conquista” y enviando a la Meca una delirante carta que convertía la recuperación de la ciudad en una hazaña tan heroica como absolutamente falsa…
De la destrucción de la ciudad por los granadinos exactamente en 1375 hablaremos en otra ocasión y sobre todo del testimonio de un fraile mercedario que vio los restos de la catedral cuando la ciudad permanecía en ruinas a principios del siglo XVIII. Eso fue antes de la llegada del ingeniero Verboom el 1 de octubre de 1721, convirtiéndose en el mayor defensor de su resurgimiento, realizado por iniciativa popular y espontánea en solo tres años. Pero esa también es otra historia…
Temas relacionados
También te puede interesar
Observatorio de La Trocha
La conservación de nuestro patrimonio (I): Un alfar de cerámica romana en Algeciras y la iglesia de Santiago, en TarifaReconciliación: Las memorias del rey Emérito
Cuando Juan Carlos I propuso a Isabel II que Carlos y Diana visitasen Algeciras, "una bonita ciudad portuaria", en su viaje de bodasLo último
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Contenido patrocinado por Covap
Covap reduce más de un 18% la huella de carbono en cada litro de la leche de vaca que produceContenido patrocinado por Cibervoluntarios
YoConecto: una forma sencilla y gratuita de aprender y usar la tecnología
No hay comentarios