El mundo de ayer
Rafael Castaño
Una línea en la pared
OBSERVATORIO DE LA TROCHA- NUESTRO URBANISMO HISTÓRICO
En la desembocadura del río de la Miel se construyó en los años veinte del siglo pasado un pequeño puente apoyado sobre varios pilares por cuya superficie discurría una vía para el paso de las vagonetas que transportaban piedras desde la cantera de los Guijos hasta el muelle de Alfonso XIII. En los años cuarenta dejó esta función y se convirtió en un simple puente peatonal para el paso de transeúntes. Recuerdo que cuando era pequeño lo atravesaba el paso de la Virgen del Carmen que se dirigía al paseo de la Hispanidad donde era embarcado en un pequeño pantalán en la barcaza La Caracola. Durante las tareas de bombeo del agua del río para su desecación y posterior canalización fue el lugar donde se instaló una gran barrera de metal para impedir que entrara el agua del mar al cauce que se estaba desecando. Posteriormente fue demolido en el año 1973.
En 1972 se construyó un nuevo puente para comunicar la avenida de la Marina con el paseo de la Conferencia, para lo cual se demolieron varios edificios en la avenida Villanueva, entre ellos el de la antigua sede de Sanidad del Puerto. Era de bastante anchura pues permitía el doble paso de vehículos en ambos sentidos. Cuando se llevaron a término las obras de canalización y abovedamiento del cauce del río de la Miel, no se demolió y se mantuvo encastrado en este abovedamiento.
Ya a finales de los años sesenta del siglo XX se construyó un puentecillo en la zona conocida como “las vegas”; es decir, en las vegas que se extendían por las orillas del arroyo de la Miel, entre la barriada de la Piñera y la estación de tren, donde actualmente se levanta el puente de caracol, que comunica la calle Velázquez con la citada barriada, atravesando las vías del ferrocarril. Una de las zonas más degradas de la ciudad y por donde se pensó crear una gran avenida de acceso central al puerto; lo cual jamás se llevará a cabo. Aquel puente conocido como “puente rancho” facilitó el paso de una orilla a otra, una vez se atravesaban las vías, pues antes había que cruzar el cauce del río pasando de piedra en piedra, lo cual era peligroso cuando el río traía bastante agua. La última riada de 1970 lo dañó, ya que arrancó las endebles barandillas y tuvo que ser reparado. Fue demolido tras el encauzamiento y soterramiento del río.
Ya en los años ochenta se construyó el antes mencionado puente de caracol para facilitar el cruce de las vías en el peligroso paso a nivel que se hallaba allí. Este puente, de estilo absolutamente funcional, consta de una sección recta y otra helicoidal. Se construyó para poder cruzar las vías del ferrocarril sin ningún peligro, pues antes se cruzaban a pie tras observar que no llegaba o partía ningún tren.
En la zona del llano de la Junquera, lugar en que se asentaba un poblado de chabolas, también se construyó un pequeño puente, apoyado sobre varios pilares de forma alabeada y en principio sin barandilla, que luego fue de madera y más tarde de hierro. También sufrió graves daños en la última riada del arroyo de la Miel. Una vez el río fue canalizado y soterrado se construyó sobre el antiguo cauce la avenida de Agua Marina. Muchas personas que habitaban en aquellas barracas fueron trasladas a las casas que hizo edificar el añorado y admirado padre Flores, párroco de la iglesia de Ntra. Sra. Del Carmen.
El último puente sobre el río de la Miel que he de comentar es el que se halla en el sendero situado en la barriada de El Cobre. Este puente cruza la parte del río en que sus aguas bajan aún libres en un entorno de extrema belleza, con una exuberante vegetación, que más parece del norte de España que de la zona meridional. Es una construcción fabricada en piedra, de estrecha anchura, con una superficie dispuesta en dos planos inclinados y pavimentada con guijarros. Dispone de un arco central de medio punto con dovelas también de piedra. Debió de ser construido a finales del siglo XVIII con la finalidad de posibilitar el cruce del río que discurre por un angosto cañón a los carros y bestias de carga que transportaban la harina de la molienda del trigo en los molinos que se levantan aguas arriba, entre ellos el famoso de El Águila o el de Escalona. Esta construcción es de similares características a las del puente Viejo o del Cristo, ya descrito.
Otro de los arroyos que fluye por el término municipal algecireño es el Pícaro, que desemboca en la ensenada de Getares. Uno de los puentes más significativos que atraviesa este arroyo es el puente de la barriada de Los Guijos. Fue construido en 1874 y sobre el discurría el estrecho camino que conducía a Cádiz. Es muy parecido al desaparecido puente del Matadero, aunque de un solo ojo. Está construido con sillares de piedra y parte de su paramento se revista con lascas de este material. Cuenta con un arco central de tipo escarzano, formado por una sucesión de dovelas apoyadas sobre cuatro semicolumnas cilíndricas de sillares. Es bastante estrecho, de tal manera que cuando en los años sesenta se trazó una nueva carretera dejó de utilizarse y fue sustituido por otro de moderna factura, mucho más ancho. Ha quedado como un referente o símbolo de esta barriada rural de nuestra ciudad. Necesita una buena restauración.
También en este arroyo, aguas abajo, se levantan tres puentes: El de San Bernardo, que permite el acceso a la urbanización de la Aldea; el de la carretera hacia el faro de Punta Carnero, y el que se halla cerca de la desembocadura, que está construido en hierro y madera, en el que destacan los dos grandes arcos que se levantan a cada lado por la parte superior. El de la Aldea data de principios del presente siglo y el del faro, de los años sesenta. Ambos son de estilo totalmente funcional, carentes de todo valor artístico.
En la carretera que conduce al faro de Punta Carnero y, pasado este, a una moderna urbanización frente al estrecho puede verse un pequeño y antiguo puente, que salva una de las fuertes depresiones del lugar. Esta prácticamente oculto por la vegetación y pudo estar en función del camino costero que comunicaba varias fortificaciones, bordeando la costa hasta Tarifa.
En cuanto a los puentes construidos para el paso del ferrocarril, es preciso citar el de Pajarete, de 1890, y el que se encuentra en la zona de la Menacha, sobre la antigua carretera de Los Barrios. El primero consta de un tablero recto de hierro que se apoya en pilares de piedra, siendo de escasa anchura y longitud; el segundo, también de poca longitud y fabricado en hormigón armado, consta de un arco de medio punto bastante rebajado, y se halla sobre una peligrosa curva en la citada carreta comarcal
Ya que se ha mencionado la carretera vieja de Los Barrios, hay que citar que el término de Algeciras limita con el de la vecina población por el río Palmones o de las Cañas y por el arroyo del Prior. Hay que tener en cuenta que, a nuestra ciudad, cuando renace de sus ruinas en el siglo XVIII, se le deniega la restitución de sus antiguo alfoz o término, que llegaba en el siglo XIV hasta el río Guadarranque.
Al naciente pueblo de Los Barrios se le entrega más del 75% de este antiguo término de Las Algeciras; mientras que, a Algeciras, por recelos y envidias entre localidades, solo se le concede el resto. De tal manera que los citados río y arroyo fijan los límites. Pues bien, para atravesarlos se construyen sendos puentes, que datan de los años sesenta del pasado siglo y que sustituyeron a otros anteriores. Son de un simple estilo funcional, sin interés arquitectónico o estético.
En los años cincuenta del siglo XX se llevaron a cabo las obras de construcción del largo y estrecho puente de la isla verde o de “las vagonetas” apoyado en numerosos machones cilíndricos y provisto de una barandilla en toda su longitud. Su finalidad era unir la costa algecireña con la histórica Isla Verde. Su función era soportar los carriles del pequeño ferrocarril de vía estrecha que trasladaba la escollera y otros materiales desde la cantera de los guijos hasta las obras del puerto de Algeciras.
En un principio tenía locomotoras de vapor y se dice que una chispa procedente de una de ellas provocó el incendio del casino palafítico de madera conocido como Kursaal, que entonces estaba transformado en Instituto de Enseñanza Media, pero el siniestro pudo tener otra causa. Como era estrictamente para el ferrocarril, este puente solo permitía el paso peatonal y con mucha dificultad. Sus pilares del extremo oeste coincidían con un punto de intensidad en la fuerte corriente que bordeaba la costa en sentido norte a sur.
Ya en la siguiente década desapareció este puente al ser integrada dicha isla en las instalaciones portuarias mediante un gigantesco relleno de toda esta parte del litoral. Así que la Isla Verde, la antigua Isla de Umm Hakim, dejó de ser isla, y por supuesto, hacía muchos siglos que dejó de ser verde.
En el año 2006 se inaugura el puente de acceso norte al puerto de Algeciras. Esta construcción es una de las más destacadas de la nueva arquitectura algecireña del siglo XXI. Destaca su estructura grácil y elegante, formada por un tablero algo alabeado, bajo el cual se abren tres grandes ojos con arcos de tipo escarzano muy rebajados, que descansan sobre gruesos pilares cilíndricos. Comunica el muelle Juan Carlos I con la autovía, desde la cual se accede a él a través de un túnel con una peligrosísima curva muy cerrada. Este puente evitó que la APBA rellenara todo el litoral de la playa de los Ladrillos como era su primera intención.
Cuando se demolió el cuartel de Infantería, que databa de los años sesenta del siglo XIX, bajo sus cimientos se hallaron los restos de la murallas, talud y foso medievales y también, para sorpresa de los arqueólogos, un pequeño puente medieval que permitía cruzar el foso en dirección a la puerta de Gibraltar. Su origen, según indica Carlos Gómez de Avellaneda, podría ser mudéjar; es decir, construido por alarifes hispanoárabes al servicio del rey Alfonso XI de Castilla y León, en el siglo XIV, tras la conquista de Las Algeciras. Consta de un arco de medio punto resaltado con ladrillos dispuestos en sardinel y adornado por varios arquitos ciegos del mismo estilo en cada uno de sus lados. Carece de pretil y su pavimento está formado por guijarros.
Para concluir citaré el viaducto de la autovía en la zona de los Alamillos, aunque no se trate exactamente de un puente. Fue construido en la década de los noventa del siglo XX, y también constituye una insigne obra de ingeniería. Consta de un tablero que descansa sobre una sucesión de pilares de hormigón armado de gran altura entre los que se levantan varios arcos de medio punto.
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