Puentes de Algeciras (I)
OBSERVATORIO DE LA TROCHA- NUESTRO URBANISMO HISTÓRICO
Algeciras estaba atravesada por el arroyo de la Miel, por lo tanto, la ciudad se dividía en dos partes unidas por varios puentes
Los puentes, desde la más remota antigüedad, han desempeñado un papel fundamental en todas las sociedades donde el desarrollo arquitectónico e ingenieril propició su construcción. Fue el Imperio Romano el que mayor nivel de desarrollo llegó a alcanzar en la Edad Antigua en todo lo referente a la construcción de esta fundamental vía de comunicación. No olvidemos que Roma creó el cargo de “pontifex maximus” o “pontifex summus“: el sumo o máximo pontífice, cargo que se relacionaba con las cuestiones religiosas y que poseía un gran valor simbólico. Significaba, literalmente, “el constructor de puentes”. El Papa de la Iglesia Católica lo heredó al ser el sucesor de los emperadores romanos, los cuales ya usaban este título.
Los puentes, por lo tanto, han cobrado un gran valor como símbolo de la unión entre los seres humanos y los dioses o como los propiciadores de poder pasar de un lado a otro en el aspecto espiritual; no olvidemos el juego de la Oca, con una gran carga esotérico. No obstante, su valor práctico es el de permitir atravesar un río de una orilla a otra. Antes de ser construidos se utilizaban barcas o pontones para cruzar estos cauces de agua.
Nuestra ciudad estaba atravesada por el río o arroyo de la Miel, el Wadi al Asal, denominado así en lengua árabe; el cual daba lugar a que existieran dos ciudades: una al norte y otra al sur de aquel cauce fluvial. Durante mucho tiempo se creía que la parte más antigua de la Algeciras medieval era la actual Villa Vieja y que la situada al norte del río era la población creada por los benimerines en el siglo XIII.
Ya en los años 60 del siglo XX sorprendía que al norte del río se hallaba con facilidad cerámica anterior al siglo XIII, mientras que en la llamada Villa Vieja los hallazgos cerámicos tenían una cronología de los siglos XIII y XIV. Ya en el actual siglo y tras una profunda revisión de las fuentes y de los datos arqueológicos, se llegó a la conclusión de que era al revés, el núcleo norte era el más antiguo y la ampliación del siglo XIII estaba al sur del río, lo cual fue corroborado por las excavaciones arqueológicas y el análisis exhaustivo de las fuentes gráficas.
Tal confusión se creó durante la resurrección de Algeciras en el siglo XVIII, pues los repobladores se instalaron al norte del río, donde estaban las ruinas principales, para poder edificar sobre ella. Se formó así una “Villa Nueva” y por contraste con esta, las ruinas al sur del río pasaron a llamarse “Villa Vieja”, existiendo constancia documental de que antes de la gran repoblación entre 1721 y 1724, los muy escasos habitantes de Algeciras utilizaban aún, por tradición, la denominación correcta
Para cruzar el río de la Miel fue necesario construir varios puentes que con el paso de los siglos se fueron arruinando. A partir del siglo XVIII, cuando Algeciras renace de sus cenizas, cual Ave Fénix, se construirán otros que sustituirán a los desaparecidos de la Edad Media.
El Puente del Matadero se construyó de piedra en 1880 y poseía un pretil y cinco arcos de tipo escarzano con dovelas apoyados en gruesos pilares alabeados. Sobre él discurría la antigua N-340, que nos comunica con Cádiz; hoy avenida Gesto por la Paz. Era una construcción de gran porte, bastante anchura y cierto valor arquitectónico. Por desgracia fue demolido en 1983 al construirse el ferrocarril subterráneo que enlaza la estación férrea con el muelle de la Isla Verde y que se extiende por el subsuelo de la calle Carteya.
Fue sustituido por uno de estilo totalmente funcional, cuyo tablero se apoya en pilares cilíndricos y está algo alabeado. Era uno de los dos que se mantuvieron tras la canalización y soterramiento del río. Como anécdota curiosa, he de comentar que los algecireños solían afilar sus cuchillos o navajas sobre las gruesas piedras alabeadas del pretil, las cuales presentaban ya un acusado desgaste por el constante rozamiento.
En este mismo lugar, en la Edad Media, existía un puente que contaba con cinco arcos, que pudieran haber sido de herradura, para facilitar la comunicación de Al Yazirat con la vecina ciudad de Tarifa. Quizás ya hubiera uno de origen romano en aquel sitio. Quedó arruinado debido a la destrucción de nuestra ciudad en 1375. Al comienzo del siglo XVIII solo se mantenían los pilares, de tal manera que se optó por edificar uno nuevo entre 1736 y 1738 que constaba de dos planos inclinados y un arco central de medio punto; era muy estrecho, pues serviría para el tránsito de pequeños carros o bestias de carga.
En 1736 un vecino de Algeciras se había comprometido a restaurar el puente antiguo a cambio de la propiedad de la extensa huerta contenida entre la curva orilla del río, el camino de Tarifa y las ruinas del recinto murado medieval correspondiente a la actual calle Alameda o Cayetano del Toro. Según la documentación gráfica de la época, que representa el puente de origen medieval, este no tenía a la vista cinco arcos, sino cuatro y de diferente altura, con uno central bastante grande del cual partían dos arcos a cada lado, siendo los extremos simples aliviaderos, por lo que uno de ellos, el más cercano a la ciudad, debía estar soterrado por los aluviones del río en su orilla izquierda cuando fue representado en el detallado plano de la zona, con alzado de las ruinas y que acompañaba a la citada propuesta.
En las ruinas, el único arco conservado era uno de esos aliviaderos laterales para desagüe en momentos de crecida. Según el dibujo que lo representa, al parecer no era de medio punto o semicircular, sino apuntado y por otra parte, el no tener tablero plano y horizontal, sino de “lomo de asno” o de dos rampas convergentes en el centro, dificulta su adscripción a la arquitectura romana, aunque cabe pensar en un origen muy antiguo, con algunas fases de ruina y restauración, así como cambios en el entorno, que de alguna manera hubieran permitido un puente de tablero horizontal.
La obra del puente se había presupuestado en 1200 pesos, sin contar las obras de contención y canalización provisional del río para permitir las obras, que serían lógicamente en verano. Reaprovechando los muñones de los antiguos pilares, se recrecían estos y, sobre ellos, volteaban tres nuevos arcos de medio punto, se mantenía el ancho de paso anterior y la nueva estructura disponía no de pretil, sino de barandillas, metálicas o de madera, así como de cuatro balcones o miradores (dos por banda) de escaso saliente y que permitían asomarse y controlar la vertical. Aparte de su recrecimiento, los nuevos pilares estaban provistos de estribos y tajamares en ángulo dispuestos en los dos sentidos de la corriente.
El Puente Viejo o del Cristo se construyó entre 1819 y 1820, frente a la actual calle del Duque de Almodóvar, y unía las actuales calles Segismundo Moret y Villanueva. Se edificó sobre los restos de un antiguo puente medieval ya arruinado y para su construcción se utilizaron sillares de la muralla que aún se mantenía en gran parte por aquella zona aledaña al río. Su superficie consistía en dos planos inclinados, contaba con un pretil de piedra y en su centro se abría un arco de medio punto con dovelas de piedra. Se accedía a él por unos escalones. Era bastante estrecho. Fue demolido en los años 1910 y 1911. La posición del puente medieval “entre las dos villas” se muestra en un plano del siglo XVIII, concretamente de 1736 y cruzaba el río por el punto más cercano entre las dos villas, enlazando una puerta en la Villa Grande, del Norte o Vieja (en la Edad Media) con otra más o menos frontera, situada en la plaza del Coral de la actual Villa Vieja.
El Puente Nuevo o de la Conferencia se llevó a cabo entre 1905 y 1906 por motivo de la Conferencia sobre Marruecos celebrada en nuestra ciudad. Como el anterior puente impedía el paso de automóviles o coches de caballos, el Ayuntamiento decidió construir uno nuevo que permitiera el tránsito de vehículos. Carecía de arco, su superficie era totalmente plana y se apoyaba en sendos pilares de piedra a cada extremo. Combinaba unas balaustradas de mampostería adornadas con pilastras coronadas con florones, a cada lado unas barandillas de hierro fundido en su parte central. Debido a unas riadas, sufrió desperfectos en 1914 y ya en 1921 se deterioró gravemente al resquebrajarse el pilar del lado sur. De tal manera que debió demolerse, por lo que durante cierto tiempo fue sustituido provisionalmente por una simple pasarela de madera. En este año comenzó la construcción del segundo Puente de la Conferencia, cuyas obras finalizarán en 1926.
Este nuevo puente era muy elegante, pues poseía un gran arco escarzano y los pretiles consistían en unas originales balaustradas de mampostería caladas. En su construcción ya se empleó el hormigón armado, de una forma parecida a como se hizo años más tarde en la bóveda del mercado Ingeniero Torroja. Era bastante ancho y a su entrada por el lado norte, junto a la calle Segismundo Moret, se encontraba un paso a nivel con barreras, pues por aquel entonces el ferrocarril que unía la estación férrea con la marítima ya discurría paralelo a esta calle. Cuando en 1973 el río se canaliza y se sotierra, es demolido.
Confluyendo tangencialmente con este puente y su anterior, se construyó en 1894 otro para el paso del ferrocarril desde la estación férrea hasta el muelle de madera. Fabricado en hierro, se apoyaba en pilares cilíndricos en su centro y en otros de piedra en sus extremos. En 1924 dejó de usarse para el ferrocarril y se convirtió en una calzada para vehículos que servía de enlace entre las actuales calles San Bernardo y Villanueva. Se demolió en el mismo año que el de la Conferencia. Llegaron a existir tres puentes en aquella curva del río: este del ferrocarril, el primero de la Conferencia y el puente Viejo de piedra. Todos ya desaparecidos.
Estos nuevos puentes que acompañaron un tiempo al Puente Viejo o del Cristo, y al carecer de arco y ser planos, con sus tableros al nivel de la orilla, crearon problemas a la carpintería de ribera o pequeño astillero establecido en la Huerta del Ancla, (nombre de ecos marineros), ya que sus mástiles tenían que ser desmontados para pasar bajo los nuevos puentes y atracar en la orilla izquierda del río, al objeto de ser izados hasta la zona de trabajo, más elevada que el nivel de las crecidas. El río de la Miel era navegable para pequeñas embarcaciones hasta el Puente del Matadero, siendo interesantísima esa industria naval establecida en un sector del estuario y en un terreno dedicado en un principio a la agricultura de regadío. Curiosamente, en las inmediaciones de ese astillero se situaba uno de los primeros cementerios de Algeciras, dedicado a los fallecidos en el hospital militar que en la primera mitad del siglo XVIII estuvo situado en la Plaza Baja o de Nuestra Señora de la Palma.
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