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El Campo de Gibraltar no guarda el paraguas todavía

"Disfruto con mi profesión y sigo trabajando para entretenerme"

El túnel del tiempo

Juan Quiroga Cortijo. Oficial primero marmolista en activo a los 74 años

Juan Quiroga en la actualidad, jubilado, sigue trabajando el mármol.

15 de febrero 2009 - 01:00

A los 16 años comenzó la andadura en la que sería su profesión: artesano del mármol. Pero Juan Quiroga Cortijo irrumpió mucho antes en el mundo laboral, concretamente a los 12, siendo un adolescente. Con 11 años perdió a su padre y su madre quedó sola, con cinco hijos. "Había que ayudar para sacar adelante la familia; así que dejé el colegio de los Salesianos, donde estudiaba, y me puse a trabajar", explica. Su primer trabajo fue en el Bar Concha, después Bar Banderas, fregando platos y haciendo recados. Al año, buscando aprender un oficio, se enroló en el Cuartel de Automovilismo, sito en Los Pinos, como aprendiz en la rama de electricidad. "Estuve tres años en los que, al mismo tiempo, me matriculé en la Escuela de Artes y Oficios, que entonces estaba en la calle San Antonio; iba por las tardes, e hice Dibujo Artístico y Modelado y Vaciado", completa detalles sobre su formación. Los conocimientos adquiridos en la Escuela de AA, le permitieron conseguir un empleo en Salvo Industrias del Mármol, de los hermanos José y Manuel Salvo. Juan Quiroga había encontrado la que sería su profesión definitiva. "Mi aprendizaje, al saber dibujar y modelar fue rápido, hasta llegar a alcanzar la categoría de oficial primero, cargo que desempeñé durante 32 años ininterrumpidos, en la citada empresa de los hermanos Salvo; el único tiempo que estuve inactivo fue el de la mili", comenta . En ese largo espacio de tiempo Juan, se consideró lo suficientemente preparado para montar su propio taller y con él, mejorar sus condiciones de vida, cara al futuro. Y eso hizo. "Me instalé en Los Barrios, calle Marconi número 4; lo bauticé con el nombre de Mármoles Quiroga y, en él me jubilé el pasado año 2000. Entonces puse el taller a nombre de mi hijo, que tenía 30 años y trababa conmigo desde los 14. Es un gran profesional y además delineante, circunstancia que me facilitó mucho mi trabajo mientras estuve en activo", expone. Sabemos que Juan tiene previsto cerrar su taller, lo más tardar, el próximo mes de marzo, algo que no encaja con lo expuesto sobre su hijo. Nos lo aclara: "verá Juan José -su hijo- me dijo hace un tiempo: Papá estoy cansado del mármol, lo voy a dejar. Y lo dejó tras colocarse en la APBA, como policía portuario. Su decisión me dejó sólo; de ahí que yo, aunque seguí, y sigo, trabajando he decidido cerrarlo. Hasta ahora lo he mantenido abierto porqué me encuentro muy bien físicamente y me sirve de entretenimiento. Pero sólo hago trabajos de compromiso que me encargan algunas amistades; o sea, cosas de poca monta. Tengo 74 años y me digo que ya estábueno lo bueno, aunque todavía me resisto a darle el adiós definitivo a Mármoles Quiroga", manifiesta nostálgico. Juan Quiroga trabajó el granito y los más diversos tipos de mármol, desde los tiempos en que toda la labor había que hacerla a mano. "Nuestras herramientas básicas eran entonces cincel, martillo y asperón; con los dos primeros se daba forma a las piezas, y con el asperón, las enlucíamos. Después cuando aparecieron las máquinas, el trabajo se simplificó de forma notable en tiempo y esfuerzo", anota antes de pasar a analizar las materias primas a las que da forma. "El granito es el elemento más resistente con el que trabajamos; de los mármoles el mejor por dureza y consistencia, es el de Macael, por eso generalmente se escoge para obras que han de utilizarse durante largo tiempo. El de Carrara es más blando, más dócil, y suele emplearse en piezas de suaves contexturas", especifica. Con dichos materiales, Juan, ha realizado obras importantes, algunas de presupuestos millonarios de las antiguas pesetas. "Pero casi todas las hice para particulares porque las instituciones, como los ayuntamientos por ejemplo, para cobrar me veía y me deseaba, así que dejé de servirles", recuerda acusador.

Se confiesa un enamorado de su profesión. "Sinceramente, yo disfruto con mi trabajo, sobre todo cuando se trata de realizar obras delicadas en las que hay que esmerarse y poner los cinco sentidos. Pienso que esa es la razón fundamental por la que, todavía, me resisto a dejarla del todo", considera. Juan tiene, además de su hijo Juan José, dos hijas; Ana María, que trabaja en Sevilla en una firma aeronáutica, y Mari Palma, que lo hace en una entidad bancaria. Esto significa que, al abandonar su hijo el taller Mármoles Quiroga, uno de los más antiguos del Campo de Gibraltar en el gremio, su fundador, prepare ahora el cierre definitivo.

¿Cómo lo encaja?, le preguntamos. "Pues... la verdad, con pena. Me hubiera gustado que mi hijo siguiera la tradición pero si su decisión le hace más feliz, yo también lo soy", sentencia papá Quiroga, como despedida.

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