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Adiós al 'Alemán' del paseo

El indigente llevaba dos años en una residencia de ancianos debido a sus complicaciones de salud Su verdadero nombre era Edmund Büsch

Imagen de archivo de Edmund Büsch, conocido como 'el alemán'.
M. E. Selva Algeciras

27 de enero 2015 - 01:00

Era el Alemán. Un perfecto desconocido con el que a diario muchos algecireños se tropezaban. No era un indigente cualquiera, pesaban sobre él muchas leyendas aunque ninguna terminaba de ser cierta o confirmada. Dos años hace exactamente que Edmund Büsch -su nombre real- dejó vacío el pequeño espacio que ocupaba en los gélidos bancos del paseo de la avenida Virgen del Carmen.

Una hipotermia unida a la fractura de su cadera le venció y aunque se mostró reticente a recibir ayuda, fue trasladado al hospital Punta Europa gracias a Bienestar Social, que solicitó una orden a la Fiscalía para poder atenderle. En una residencia algecireña estuvo recibiendo todos los cuidados hasta que su estado de salud empeoró, falleciendo en el hospital Punta Europa hace dos semanas, según pudo saber este diario y confirmó la concejal del área Paula Conesa.

Unos 78 años se calcula que tenía. Se pudo averiguar más sobre él cuando ingresó en el hospital. Allí tanto Policía Local como Nacional actuaron coordinados con Bienestar Social. Conesa explicó que guardaba una especie de pasaporte al que le faltaban unos números. Una minuciosa investigación y sus huellas permitió dar con su nombre, e incluso se le empadronó en Algeciras. No fue una tarea fácil que acabara sus días siendo cuidado en una residencia. "Por lo menos no murió en la calle", señaló Conesa.

Sus cabellos blancos, su sonrisa estirada de ojos achinados, un abrigo que le apuntalaba el alma contra el frío y los pantalones, casi siempre raídos. Siempre atendía con la mirada a todo el que pasaba y conversar con él era imposible. Muchos ciudadanos conservarán en su retina esos gritos y aspavientos con los que torpedeaba el tranquilo tránsito por el paseo, sin ir más allá. Limpiaba, eso sí. Como si un servicio a la comunidad se le hubiera encomendado. Su gesto se tornó amable en sus últimos meses viviendo en la indigencia mientras arrancaba las malas hierbas del paseo y el Llano amarillo.

Años atrás se le recordaba en la playa de Los Ladrillos. Su supervivencia estuvo muy ligada a la buena voluntad de vecinos y hosteleros de los alrededores, que nunca dejaron de auxiliarlo.

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