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¿Es comparable la España del Mundial 82 con la del 2030?

Don Juan Carlos en el discurso de apertura del Mundial 82 en el Nou Camp

Don Juan Carlos en el discurso de apertura del Mundial 82 en el Nou Camp / EFE

La comparativa es imposible e injusta entre la España de 1982 y la que será en 2030, esperemos que evolucionada con prosperidad desde la de de hoy. Aunque hace 41 años parecía que la modernidad se había presentado en casa con un acontecimiento desde España que se vería en todo el mundo, no se percibía la globalización, ni la interconexión. Internet, el móvil, las pantallas en la mano, todo eso era ciencia ficción.

Si acaso se entreabría en las élites un sentimiento europeo de reunir a las democracias occidentales. ^Pero el mundo estaba repartido en cachitos pequeños. Y la OTAN, a la que España accedió con calzador meses antes, daba miedo en el contexto de una Guerra Fría y una amenaza nuclear aún más presente que la actual.

El logo de España 82 El logo de España 82

El logo de España 82

La España del 82, con Naranjito de emblema y mascota, nos parece de dibujos animados. De película de Martínez Soria. La salida de la dictadura, y un proceso democrático que se había cristalizado con éxito (aunque ahora parezca en ocasiones injusto y hasta precipitado), quedó representada ante el resto de países con ese balón impulsado al aire con los colores de la bandera, el logo del Mundial 82 que con todo su espíritu ochentero aguanta más en forma que el propio Naranjito, hijo sevillano al que se le tiene afecto por toda la ingenuidad que trasluce aquella época que es de otro siglo. De otro siglo y de otro milenio. Y así es. Pero como si hubiera acumulado varios cientos de generaciones entre un mundial y otro.

En el 82 Málaga y La Coruña parecían estar en continentes diferentes, de lo que suponía ir de un sitio a a otro. Y ahora parece que Paraguay (se decía mucho en el 82 “guay del Paraguay”) está dos estaciones de tren más allá.

El disco 'Olé España' de Michael Schanze, 1982 El disco 'Olé España' de Michael Schanze, 1982

El disco 'Olé España' de Michael Schanze, 1982

La España del 82 tenía una Constitución de tres años y medio y se había escapada de un intento de golpe de Estado de opereta. Estadios como el Nou Camp, donde aplaudían sin fisuras a don Juan Carlos en la ceremonia de apertura, parecía de lo más moderno y colosal. Eran estadios con unas prestaciones que ahora no darían ni para un partido de Quinta Federación o cómo esté dividido ahora el fútbol español.TVE era la pantalla con la que España escenificaba esa modernidad más allá de lo que disputaran el balón países desconocidos entonces como Kuwait, naciones blindadas como las de la órbita de la URSS y voluntariosos equipos como el de El Salvador se llevó 10 goles en una noche ante Hungría pero que dejó a Mágico González en Cádiz.

Lo que se sintonizaba en un televisor español eran sólo los dos menudos canales públicos que en conjunto apenas sumaban quince horas de emisión diaria. La ETB vasca comenzó a funcionar a finales de ese año.

Naranjito (España 1982) Naranjito (España 1982)

Naranjito (España 1982)

En aquel verano cuando la Primera se apagaba a las cuatro y media de la tarde las familias tenían que buscarse la ocupación en otras cosas. No había televisión. Por eso apareció con éxito el vídeo: el VHS, el Betamax o el 2000 (por entonces la cifra más futurista que podía concebirse), tres sistemas de cinta. Sólo sobreviviría el primero. El Netflix de entonces era el videoclub de abajo, porque aparecieron como setas. Lo más ambicioso que podía afrontar un matrimonio de clase media (lo habitual era que sólo trabajara el padre, el llamado cabeza de familia) era ahorrar veinte mil duros para comprar un vídeo. Hoy serían 600 euros, pero al cambio adquisitivo a día de hoy se acercaría a los 5.000 euros, una inversión seria.Con el vídeo se podía ver tele a todas horas, aunque con pocos títulos deslumbrantes para alquilar (una película editada costaba 10.000 pesetas, y eran títulos de segunda fila y contados clásicos). Lo que triunfaban era las películas de Esteso y Pajares y todo lo que hizo hasta entonces Alfredo Landa y Martínez Soria. Porque éramos aún muy Martínez Soria.

Pero además, el vídeo se hizo irresistible en 1982 porque parecía nacida para conservar en lata lo que se suponía inolvidables partidos del Mundial y un futurible título de la selección española. Pero no, claro. Hubo grandes partidos pero ninguno fue con España.

En los anuncios de aquellos meses, como signo de modernidad, también aparecían los pioneros televisores con mando a distancia. "Para saltar de un estadio a otro", decían, pero que había tiempo de sobra. TVE programaba sólo dos encuentros de los tres o cuatro de cada día. Por la Segunda Cadena iba el partido de las cuatro de la tarde (se programba un concierto de música clásica para enlazar con la parrilla habitual de la tarde) y por la Primera, el de las nueve. Y ya está.

Tras el Telediario de las tres de la tarde se ofrecía un resumen y tras el partido de la noche, un análisis de la jornada formado por las mejores jugadas y poco más. Roncero sería entonces un pipiolo como Pedrerol. Quedaban años para que afloraran los chiringuitos deportivos en la tele y Supergarcía empezaba a remontar desde Antena 3 Radio. Antena 3 aguardaba al futuro siendo sólo una cadena de radio.

El fallecido Alfonso Azuara se llevó al set del Bernabéu al seleccionador Santamaría y a varios jugadores en la frustrante eliminación ante Alemania y aquella noche fue toledana. Digna de Jugones.

Los aficionados españoles había soñado, sugestionados, con que se iba a ganar el Mundial 82. En los primeros minutos ante Honduras ya vislumbramos lo que iba a ser aquello. No hubo recuperación y los desastres se sucedieron por una mala planificación deportivo. Y también hubo mala planificación técnica. Y de previsión. Que el Mundial 82 se jugara y se viera tuvo carácter milagroso.

Tan milagrosa como la única victoria de la selección ante ese país que era un polvorín, Yugoslavia. A los serbios, croatas, bosnios, eslovenos se les ganó con descarada ayuda arbitral. Yse perdió con un equipo casi amateur como el de Irlanda del Norte. Arconada no tuvo su año.

En lo deportivo, y por tanto en lo televisivo a título de espectador, el Mundial 82 lo salvaron el grupo de la muerte de la segunda fase formado por Argentina, Brasil y la postrera campeona, la Italia de Paolo Rossi. Yel mejor partido fue la grandiosa semifinal en el Sánchez Pizjuán entre Alemania Occidental y Francia.

Naranjito fue un testigo triste aunque nunca se le borró la sonrisa. A la espera de sus sucesores de mascota para el año 2030 (suponemos que serán tres muñecos muy inclusivos) el orondo sevillano es recuerdo y memoria de unMundial muy antiguo y muy irregular. Por eso nos hace esbozar una sonrisa tonta de añoranza.

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