Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Un tribunal de Múnich ha dado la razón a la sociedad de autores alemana GEMA en un litigio contra OpenAI, creadora del chatbot de inteligencia artificial ChatGPT.
Se trata, según los demandantes, del primer caso de este tipo en Europa, lo que podría establecer un precedente en la protección de derechos de autor frente a sistemas de IA generativa.
La controversia surgió cuando GEMA demostró que OpenAI había utilizado sin autorización las letras de nueve canciones de conocidos artistas alemanes -como Helene Fischer, Herbert Grönemeyer y Ralf Zuckowski- para entrenar sus modelos de inteligencia artificial.
Durante el juicio, ambas partes reconocieron que las letras fueron empleadas en el entrenamiento de la cuarta iteración de ChatGPT.
Sin embargo, OpenAI negó que estos textos se hubieran almacenado activamente en la base de datos del modelo para su uso posterior.
La sentencia establece que los modelos GPT-4 y GPT-4o de ChatGPT reprodujeron textos modificados de las canciones cuando los demandantes se lo solicitaron, con la instrucción expresa de no buscarlos en internet.
Eso demostró que la IA había memorizado las letras y podía proporcionarlas a los usuarios sin el consentimiento de los titulares de derechos ni licencia para utilizarlas, incurriendo así en reproducción no autorizada.
El tribunal descartó que la coincidencia exacta o sustancial de los textos generados con las letras originales pudiera atribuirse al azar.
"Dada la complejidad y la longitud de las letras de las canciones, se puede descartar la casualidad como causa de la reproducción", señaló en un comunicado.
Según el fallo, OpenAI deberá abstenerse en el futuro de reproducir o modificar, total o parcialmente, estos textos sin permiso, bajo pena de una multa de 250.000 euros.
Además, la empresa debe informar de manera exhaustiva a los demandantes sobre las actividades de este tipo realizadas en el pasado y sobre los posibles ingresos obtenidos con ello.
En un comunicado, GEMA celebró la conclusión de un proceso que "por primera vez en Europa ha evaluado el uso de obras protegidas por derechos de autor por parte de sistemas de IA generativa y se ha decidido a favor de los creadores".
"Hoy hemos sentado un precedente que protege los derechos de los autores y que aclara que también los operadores de herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT deben cumplir con los derechos de autor", declaró Tobias Holzmüller, consejero delegado de GEMA, que insistió en que OpenAI debería haber adquirido licencias antes de entrenar a ChatGPT con las canciones.
Aunque el fallo solo afecta a la legislación alemana, uno de los abogados de GEMA señaló que la resolución podría tener impacto en toda Europa, dado que las normas pertinentes están "armonizadas".
Este letrado anticipó futuras negociaciones con empresas como OpenAI para establecer tarifas de licencia de uso apropiadas.
La jueza Elke Schwager, al emitir su fallo, mostró sorpresa por el hecho de que OpenAI no hubiera tomado en cuenta lo que ella consideró una situación legal evidente.
"Tenemos a unos demandados altamente inteligentes que han logrado crear la tecnología más moderna", comentó. "Los derechos de autor son propiedad intelectual protegida. Por lo tanto, está claro que esto está fuera de lugar", añadió.
Schwager subrayó que cualquier persona que cree algo utilizando contenido ajeno debe compensar a los titulares de los derechos o, al menos, obtener su permiso, y concluyó que el uso realizado por OpenAI constituyó una distribución y reproducción no autorizada.
OpenAI defendió su postura argumentando que ChatGPT no almacena ni copia datos de entrenamiento específicos, sino que refleja en sus parámetros el aprendizaje general de todo el conjunto de datos con el que fue entrenado.
Además, la empresa subrayó que las respuestas generadas por ChatGPT se producen exclusivamente en función de las indicaciones que los usuarios proporcionan y que, por lo tanto, los usuarios serían los verdaderos responsables de la generación de dicho contenido, más que OpenAI.
En un comunicado, OpenAI afirmó que estudiará sus opciones legales y posiblemente apelará la sentencia.
La empresa sostuvo que el fallo es fruto de un malentendido sobre el funcionamiento de los modelos de IA, ya que ChatGPT no contiene textos almacenados, sino que crea nuevos contenidos basándose en los patrones aprendidos.
No obstante, añadió que respeta los derechos de propiedad intelectual y está en negociaciones con las organizaciones pertinentes de todo el mundo.
Varios medios de comunicación también han cuestionado la legalidad de los procesos de entrenamiento de los modelos de lenguaje, dado que en ellos se utilizan fuentes como artículos de prensa sin autorización previa.
Mika Beuster, presidente del sindicato alemán de periodistas DJV, calificó la sentencia como "una victoria parcial para los derechos de los autores".
Beuster argumentó que el entrenamiento de los modelos de inteligencia artificial constituye un "robo de propiedad intelectual" y que, a partir de este fallo, los periodistas que busquen compensación de empresas como OpenAI tendrían ahora una posición legal más sólida.
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