En 1959, el economista y matemático estadounidense John Forbes Nash (1928-2015), tuvo que abandonar su brillante carrera como investigador en la teoría de juegos como consecuencia de la esquizofrenia que padeció. Esta enfermedad, no le impidió, después de mucho tiempo de tratamiento en instituciones psiquiátricas, recuperarse, volver a la actividad científica y conseguir el premio Nobel de Economía en 1994 junto a John Harsanyi y Reinhard Selten. La esquizofrenia es una enfermedad mental que impide diferenciar lo que es real de lo que no.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esquizofrenia es un trastorno mental grave que afecta a 24 millones de personas en el mundo, es decir, a 1 de cada 300. Se caracteriza por una importante deficiencia en la forma en que se percibe la realidad. La persona que sufre esquizofrenia está convencida de que algo es verdad aunque las pruebas digan lo contrario, sufren alucinaciones y son capaces de oler, oír, ver, tocar o sentir cosas que no están presentes.

La doctora Alicia Fraile, Psiquiatra del Hospital Quirónsalud Digital explica que “la esquizofrenia es, muy probablemente, un síndrome que agrupa varias enfermedades. Se puede calificar como un trastorno neurocognitivo, una enfermedad del cerebro que cursa con manifestaciones diversas pertenecientes a diferentes ámbitos”.

La esquizofrenia no es tan común como otros trastornos mentales, normalmente aparece entre los 20 y los 30 años de edad y se manifiesta antes en hombres que en mujeres. Suele estar asociada con una fuerte ansiedad y con el deterioro de los círculos del funcionamiento y de los círculos personales, familiares, sociales, educativos u ocupacionales.

La esquizofrenia puede estar provocada por causas genéticas y factores ambientales además de psicosociales que pueden afectar al desarrollo de esta enfermedad.

No se ha descubierto una única causa que desencadene la esquizofrenia. Las investigaciones apuntan que puede estar provocada por causas genéticas y factores ambientales además de psicosociales que pueden afectar al desarrollo de esta enfermedad.

La doctora Fraile apunta varios factores de riesgo que pueden desencadenar la esquizofrenia como son “vivir en áreas urbanas, la inmigración, complicaciones obstétricas, nacer a finales del invierno o a principio de la primavera ya que la madre puede estar expuesta al virus de la gripe durante el desarrollo neuronal, la edad avanzada del padre en la concepción, el consumo de cannabis y fumar cigarrillos o tener experiencias adversas durante la infancia” señala la psiquiatra.

Puede implicar deformación de la realidad y cambios de comportamiento.

La esquizofrenia se caracteriza, además de por una importante deformación de la realidad, por una serie de cambios de comportamiento como delirios, creencias falsas a pesar de evidencias contrarias, estos delirios pueden ser, entre otros, paranoicos o erotomaniacos. También se sufren alucinaciones, la persona con esquizofrenia, percibe sensaciones olfativas, auditivas, visuales, gustativas o somáticas que no corresponden a la realidad.

Las más típicas son voces de terceras personas que comentan entre ellas la conducta del paciente. Además de estos síntomas, se pueden manifestar “síntomas negativos” que limitan el habla, las emociones y el paciente tiene reducida la capacidad de sentir interés o placer además de sufrir agitación extrema o lo contrario, los movimientos se ralentizan y puede llegar a adoptar posturas extrañas.

Las personas que padecen esquizofrenia, pueden tener mermadas sus capacidades cognitivas o de pensamiento como la memoria, la atención y la resolución de problemas. Pero, además de todos estos síntomas, existe un problema mayor que hace más difícil el tratamiento de esta enfermedad, se trata de la falta de conciencia de la enfermedad, lo que imposibilita el tratamiento farmacológico que pudiera paliar los síntomas.

“Aunque no se ha encontrado una cura definitiva, la esquizofrenia se trata con fármacos antipsicóticos que disminuyen los síntomas y el comportamiento anómalo. Los pacientes se beneficiarán, además de la medicación, de intervenciones psicosociales como psicoeducación familiar, entrenamiento en habilidades sociales y terapia cognitivo-conductual” añade la doctora Alicia Fraile.

Aunque no se ha encontrado una cura definitiva, la esquizofrenia se trata con fármacos antipsicóticos que disminuyen los síntomas y el comportamiento anómalo.

En muchas ocasiones, las personas que sufren esta afección, se ven excluidas de la sociedad lo que influye de forma negativa en sus relaciones familiares y de amigos, dificultando su integración en la sociedad. Por eso, los hospitales psiquiátricos, a menudo no son la mejor opción para atender a las personas que padecen esquizofrenia.

Los centros de atención prolongada, las viviendas con servicios de apoyo y el empleo asistido son opciones que ofrecen un enfoque dirigido a la recuperación e integración en la sociedad de estas personas que, como John Forbes Nash, pueden recuperarse y tener una vida plena.