La climatología adversa no dejó otra decisión posible a la Hermandad del Cristo de las Almas y la Virgen de la Angustias. La bella Piedad, obra del escultor sanroqueño Luis Ortega Brú, se quedó un año más en el interior de la iglesia de la Inmaculada Concepción.

El cortejo se organizó a las 21:15 en el templo, listo para salir, pero los rostros serios de los presentes ya avanzaban la determinación que tomó la junta de gobierno. Estaba lloviendo en la calle, así que no había nada que hacer.

Uno de los miembros de la junta de gobierno se dirigió a los costaleros y a los nazarenos que aguardaban en el santuario: "Ya sabemos que es duro pero esta hermandad ha estado siempre unida, ha sido siempre seria y sabemos que la mayoría lo vais a comprender. Todos tenemos ahora una sensación amarga".

Dicho esto, las puertas del templo se abrieron pero solo para dejar pasar a la Banda Municipal Ciudad de La Línea y así celebrar una oración todos juntos en el santuario de la Inmaculada Concepción. Los pocos fieles que ayer desafiaron a la lluvia tuvieron que quedarse en el atrio bajos sus paraguas para poder ver a las Angustias y al Cristo de las Almas.

El paso del Cristo de las Almas y Nuestra Señora de las Angustias tenía un itinerario marcado que consistía en cruzar la plaza de la Iglesia, tras salir del santuario de la Inmaculada, seguir por el pasaje Torres Vico, Salvador Dalí, López de Ayala y Duque de Tetuán hasta llegar al pasaje de Jesús del Gran Poder. Una vez allí el cortejo tenía previsto continuar por la calle Sol, Cervantes e Isabel la Católica para seguir por San Pablo y entrar en la calle Real y carrera oficial. Realizado este trámite solo tenía que cruzar la plaza de la Iglesia para regresar a su templo.

La hermandad debía estrenar este año cuatro ciriales del paso, además de cuatro palermos, el cuerpo de acólitos y los incensarios y el grupo joven, lucir ocho varas de mando y su guión.