La Salud

El ejercicio de las Siete Palabras se hace histórico

  • Apenas en una hora duró el Vía Crucis en el que la talla de La Salud sale a la calle

La lluvia que impidió el jueves el Encuentro entre las imágenes del Nazareno y la Virgen de la Paz, no impidió durante la jornada del Viernes Santo que se desarrollasen las procesiones previstas. Así, y no sin riesgos ni precauciones el majestuoso Cristo de la Salud fue el protagonista del Ejercicio de las Siete palabras celebrado de manera solemne a partir de las 13:00 horas del Viernes Santo.

Poco antes del Vía Crucis, la lluvia que había caído durante toda la mañana cesó e hizo determinar a los hermanos de la cofradía del Cristo a proceder a esta solemne procesión del Cristo de la Salud, repetida cada Viernes Santo como una costumbre instaurada en el municipio el Padre don José Gámez Coto y que en esta ocasión recorrió inusuales calles del marco semanasantero debido a las precauciones ante el riesgo de lluvia.

Así el Cristo en su madero portado a hombros de los devotos salía de la iglesia de San Mateo recibiendo en su amarillo rostro un esplendoroso sol que no le abandonó hasta su recogida una vez finalizado el Ejercicio de las Siete Palabras que corrió a cargo del reverendo párroco, Pedro Durán Durán.

En lugar de iniciarse el recorrido litúrgico por la Calzada, la talla se adentró de manera inusual e histórica por el barrio más antiguo de Tarifa hacia el Barrio del Moral circundando la fachada de su templo de San Mateo en dirección opuestas a las manecillas del reloj. Eso hizo que el momento se antojase especialmente plástico y rara vez repetible, con esa talla por la estrecha calle Independencia o en la plaza del Padre Marchena o la calle Padre Félix. Durante el recorrido el cura fue repitiendo las palabras que Cristo pronunció antes de morir clavado en la Cruz. Siete breves paradas acompañadas por el silencio de la feligresía, haciendo honor al nombre con el que también era conocido esta bella talla de la Salud debido a que en su antigua ubicación junto a la puerta del campanario el padre Santos Moreno lo llamó como el Cristo del Silencio, para que las gentes -decía él- no hablaran en la iglesia. Ya que era impactante, nada más entrar, encontrarse con esa majestuosa imagen del crucificado.

Los devotos disfrutaron de esta imagen en la calle que disfrutó de unas horas de buen tiempo. La lluvia dió una tregua para que el Vía Crucis pudiera celebrarse en todo su esplendor. Fueron muchos los fieles que quisieron portar el Cristo en algún momento de su recorrido por las calles estrechas del casco tarifeño.

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