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“Tengo la ilusión de volver a ser capataz de una cuadrilla de hermanos costaleros”

Entrevista | Manuel García Campillo. Cofrade y tesorero de la hermandad del nazareno

Ejemplo de toda una vida dedicada al mundo de los hermandades

Sin duda, uno de los grandes artífices del crecimiento y progreso de la Semana Santa en la ciudad de Algeciras

Manuel García Campillo, con Jesús Nazareno al fondo, en La Palma.
Manuel Gil

Algeciras, 07 de abril 2019 - 05:00

–Hablar con usted, supone enfrentarse a un testigo y protagonista directo de la Semana Santa de Algeciras de los últimos 40 años. ¿Cómo llega al mundo de las cofradías?

–Aterrizo con quince años en la Hermandad de Medinaceli, aunque mi abuela Elvira me apuntó con sólo cinco años. Lo hago de la mano del Rvdo. Manuel Martín, párroco de San Isidro, que me llevó a la Junta de Gobierno. En aquella época se estilaba el cargo de vice-mayordomo. Fue mi primera huella y me permitió conocer el mundo de las cofradías y aprender del trato con personas que estaban vinculadas a Medinaceli: como Manuel Aldana, Manuel Sánchez, Francisco Rodríguez, Manuel Becerra, Jorge Marín o Sebastián Caballero, entre otros muchos. A su vez, también acompañaba con cirio blanco a la Virgen del Mayor Dolor [Buena Muerte] y el Nazareno, aunque en ese periplo las hermandades afrontaron un fuerte bache que llevó a la desaparición de estas dos últimas, por ejemplo. Fue ya en la década de los ochenta cuando comenzaron las reorganizaciones en las que trabajé, en la mayoría, de manera muy activa.

–¿Se podría decir que su pequeño universo cofrade lo reparte entre Medinaceli y Nazareno?

–Sí. Respecto a Medinaceli, formé parte de sus Juntas de Gobierno entre 1973 y 1988. Y en el Nazareno, tras mi vinculación en la niñez, fue ya en 1981 cuando me impliqué por completo de la mano de Manuel Martín (presidente de la gestora) y posteriormente con Juan Martínez, primer hermano mayor tras la reorganización. Entré en la Junta de Gobierno en el año 2002, con José Ortega, y fue en 2004 cuando me convertí en Hermano Mayor. Actualmente soy tesorero aunque te puedo adelantar que me presentaré nuevamente como Hermano Mayor en el próximo cabildo del 14 junio. He tenido la gran suerte en este mundillo de haber ocupado diferentes cargos en juntas de gobierno, capataz de varios pasos o de haber ayudar a la reorganización de entidades como la propia del Nazareno, Borriquita o Columna; y a la consolidación del Consejo.

–Presidente del Consejo, Hermano Mayor, Presidente de La Levantá, Junta de Gobierno, capataz, pregonero…, ¿todo tiene su momento?

–Entiendo que sí. Hay que estar al servicio de las cofradías pero antes al servicio de la Iglesia. En mi caso, siendo capataz, dejé el martillo porque la Hermandad del Nazareno precisaba otras funciones y las circunstancias así lo demandaban. Siempre, al servicio de la Iglesia y de la hermandad, en ese orden.

–¿Qué diferencias encuentra con aquellos años 80? ¿Se ha perdido ilusión?

–El cofrade estrena ilusión cada Cuaresma, en ese sentido no. Y la Semana Santa de Algeciras, indudablemente, ha cambiado muchísimo y para mejor. Lo único es que actualmente hay que poner la lupa sobre ciertas cuestiones en las que matizar y profundizar. Las hermandades tienen unas finalidades muy claras: culto público, formación y caridad. Y pese a que todas las cofradías cumplen con estos ideales, se están trasgrediendo algunos conceptos que los nuevos cofrades no están asimilando de manera pertinente. La hermandad se vive durante todo el año y aunque todos somos necesarios, nadie es imprescindible. No podemos simplificar o minimizar al cofrade como un personaje qué sólo se deja ver en fechas señaladas o exclusivamente el día de la salida procesional, ya sea: costalero, promesa, mantilla o insignia. Ése es un campo que hay que trabajar. Y por supuesto, sin olvidar a la juventud. La juventud ha estado presente siempre en las cofradías. Lo que hay es que tratarla en forma y modo.

–¿Cree que la juventud quiere llegar demasiado pronto o sin la formación adecuada?

–El tema de la formación tiene mucho que ver con la sociedad actual. Si no existe una base en la familia o en la educación, en la religión tampoco la habrá. En ese espacio tenemos que actuar los dirigentes cofrades. Con la formación oportuna se evitarían muchas situaciones como las que se dan ahora: hermanos que sólo aparecen una vez al año o personas que desfilan y no son hermanos de las cofradías. Hay que transmitir estos valores. Y aunque a veces nos vemos obligados a aceptar ciertas situaciones, hay que procurar que no sea así. Las hermandades deben estar compuestas por hermanos en todas sus parcelas.

–¿Faltan cofradías o falta más gente?

–Gente falta, hermandades de momento, estamos muy bien. Incluso alguna de ellas necesita un empujoncito. También es cierto que es positivo ver que en diferentes parroquias estén creciendo movimientos, en principio destinados a trabajar de forma pastoral, con el objetivo de llegar a convertirse en una hermandad de gloria o penitencia en el futuro. Pero hay que mantener y cuidar lo que ya existe. Desvestir a un Santo para vestir a otro, no me parece oportuno. Hay que evitar ir picoteando de todos los sitios.

–Este año, la Carrera Oficial está de estreno…

–‘Ad experimentum’ [ríe]. La nueva Carrera Oficial está trabajada con mucha ilusión por un gran grupo humano como es el Consejo Local, con su presidente a la cabeza, y en colaboración con el Ayuntamiento. Hay que darle un voto de confianza y aunque tenga sus limitaciones o peculiaridades, seamos positivos y veamos qué podemos sacar. Porque algo bueno saldrá. Seguro que habrá detalles a mejorar, todo eso ayudará a que funcione mejor el próximo año.

–¿Cree que la Semana Santa se difunde y promociona de manera suficiente y eficiente?

–Actualmente, gracias a los medios de difusión, la Semana Santa está presente cualquier día del año, en cualquier casa y lugar. Quizás hasta sobreexpuesta en ese aspecto. Lo que sí ocurre es que ciertos medios de comunicación deberían vigilar el estilo y forma en el que se informa. Así como cuidar a los comunicadores o participantes. Es fundamental que lo que se transmita se haga bien porque podemos caer en el error y la demagogia. Y luego, surgen problemas. Por ejemplo, si se procesiona en una hermandad es necesario conocer la causa y el fin de una Estación de Penitencia. No se puede salir por diversión, oficio, moda o temas así. En definitiva, falta formación, como hemos comentado antes.

–Tiene fama de hacer muy bien su trabajo…

–La fama que puedo tener es de ser constante y caprichoso en la formalidad. Soy muy perfeccionista. Pero como todos, tengo mis lagunas y defectos.

–¿De qué se siente más orgulloso?

–De mis nietos que además son muy cofrades.

–¿Qué le queda por hacer? ¿Qué le ilusiona a estas alturas?

–Ser capataz en Algeciras, volver a coger un martillo y llevar una cuadrilla de hermanos costaleros. Repito, formada por hermanos costaleros [sonríe].

–¿Un deseo para esta Semana Santa? ¿El tiempo?

–El tiempo no debe ser una preocupación. Si salimos, estupendo. Si nos quedamos dentro, recibiremos con los brazos abiertos a todos los que vengan a ver a nuestros titulares. Nos dará algo de pena pero empezaremos a trabajar para el año que viene una vez que pase la Resurrección.

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