San Roque

La contaminación no detectada (pero real) del incendio de San Roque

  • La elevación del penacho de humo evitó que las cabinas registrasen superaciones de los contaminantes medidos

  • Las partículas ultrafinas, en cambio, no son controladas por la red

Incendio en la fábrica de Indorama

Incendio en la fábrica de Indorama / Erasmo Fenoy

Martes 25 de junio, cuatro de la tarde. La población del Campo de Gibraltar mira hacia el cielo angustiada, observando el crecimiento de una enorme (y negrísima) columna de humo procedente del incendio de la fábrica de Indorama en San Roque. La nube crece y se expande y las redes sociales arden con vecinos que preguntan si hay riesgo para la salud, a lo que Junta de Andalucía y empresa responden que el humo “no es tóxico”. De hecho, remarcaba al día siguiente la Administración autonómica (y criticaban los ecologistas de Verdemar), las estaciones de la red de vigilancia de la calidad del aire “han dado en todo momento valores normales”. Y efectivamente, así es: tanto el día del incendio como el posterior la situación del aire es calificada de buena o admisible en el Campo de Gibraltar.

¿Cómo es posible que un incendio de esa magnitud no deje rastro en las cabinas de recogida de datos? La clave, explica el investigador principal de la unidad asociada CSIC-UHU Contaminación Atmosférica, Jesús de la Rosa, está en las condiciones atmosféricas, que permitieron que el penacho de humo se elevara y no impactara directamente sobre las zonas urbanas y, por tanto, tampoco en las estaciones.

Estas miden los datos de inmisión, la contaminación que se recibe, y en el caso de las estaciones del Campo de Gibraltar no registraron superaciones por encima de los valores límites o los recomendados en los que registran, como dióxido de azufre, monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno, partículas y ozono. Así, apunta el investigador, la estación que mayor impacto registró en partículas durante la tarde-noche del martes fue la de Palmones, que pasó de 15 microgramos/metro cúbico de PM10 (partículas inferiores a 10 micras) a 35 µg/m3 de media por la noche; también el aparato de la Estación de San Roque registraba algo superior. Ambos valores por debajo del límite europeo marcado en 50 µg/m3 que no se debe superar más de 35 días al año.

Incendio en San Roque

La tarde del incendio hubo suerte con la evolución del fuego (también un gran trabajo de los bomberos). Pero eso no quiere decir que tras arder 1.000 toneladas de PTA, un derivado del petróleo usado para producir PET, la contaminación no existiera. “El penacho negro está compuesto por hollín, partículas ultrafinas, hidrocarburos policíclicos aromáticos –catalogados como cancerígenos– y gases, entre otros”, apunta el investigador, al frente de una unidad especializada en el control de la calidad del aire en Andalucía. Por otra parte, las cabinas no están preparadas para medir las partículas ultrafinas (inferiores a 0,1 micra). Estas partículas, generadas por el tráfico terrestre y marítimo, la actividad industrial o transportadas por el viento a larga distancia suponen un importante riesgo para la salud, al poder alcanzar el flujo sanguíneo.

El humo se fue expandiendo. El propio De la Rosa hizo una modelización de la evolución prevista que muestra la extensión del humo por las poblaciones cercanas, sobrepasando Algeciras, La Línea, Los Barrios, San Roque, hasta más allá de Castellar y Jimena. Eso sí, apunta el investigador, cuando más lejos el impacto se va difuminando. Y en el caso de Jimena y Castellar no se puede medir al no existir estaciones de la red de control. En cualquier caso, “el daño en la tamósfera es evidente”, destaca De la Rosa.

De hecho, las partículas ultrafinas tienen un largo recorrido, explica. En algún momento de este caerán y “a lo mejor dentro de unos días detectamos un pico de ozono en otro sitio que tiene su origen en este incidente”, finaliza.

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