40 aniversario de la explosión del 'Petragen One': el día que el infierno se desató en la Bahía de Algeciras
El 26 de mayo de 1985 la comarca se estremeció con un accidente en el pantalán de refinería que causó 33 muertos y 70 heridos
Cuatro décadas después ni los héroes como Javier Beza quieren hablar de lo que vivieron ese día
"Yo tenía 12 años y lo recuerdo perfectamente, como corría la gente para todos lados y sentí el temblor en mi casa". "Yo era una niña y estaba en la terraza de un séptimo piso, mirando justo hacia donde se produjo la explosión. Primero salió una llama de fuego inmensa y a los pocos segundos se produjo la explosión y el temblor, nunca lo olvidaré". A menos que fuera un niño o no hubiera nacido todavía, si usted vivía en el Campo de Gibraltar el 26 de mayo de 1985 sabrá a qué se refieren estos testimonios. Porque seguro que recuerda qué estaba haciendo aquella mañana a las once y diez. En ese momento, el reloj se paró en la comarca. Era un domingo soleado de comuniones y se convirtió en uno de los días más oscuros de su historia. Hubo una fuerte detonación en el pantalán de refinería que hizo templar los cristales y luego, una columna de humo negro se levantó sobre la Bahía de Algeciras. Acababa de producirse uno de los mayores incidentes industriales de España. Este lunes se cumplen 40 años de la brutal explosión en el Petragen One, que afectó al Camponavia y causó la muerte de 33 personas y heridas a otras 70.
"Yo estaba en primera línea de ataque a incendios con mi padre y los compañeros de la 1ª brigada del Parque de Bomberos de La Línea. Fuimos los primeros en llegar a ese infierno", recordaba una persona en la página de Facebook La Línea a través del tiempo. Y siguen los testimonios: "Ese día yo estaba trabajando en el puerto de Acerinox... y la verdad pasamos mucho miedo". "Fue terrible y espantoso por eso no se olvidará nunca". "Lo recuerdo perfectamente porque mi boda civil fue dos días después (un martes)". "Un mal día para la comarca y para mí por la vivencia tan amarga que tuve que vivir (...). Estuve allí desde el principio de la explosión, ya que era chófer de ambulancia y me encontraba haciendo la mili en Sanidad Militar, agregado a Cruz Roja Española, y ese día me tocó guardia con otros compañeros". "Tuvo que ser espantoso ese día, yo estaba de visita en el Rocío y me encontré una conocida de La Línea que me contó lo que había pasado".
El artículo publicado al día siguiente por Diario de Cádiz (Europa Sur no nacería hasta cuatro años después) sirve para dibujar los primeros hechos: "Terrible catástrofe en la bahía de Algeciras. 33 muertos y 36 heridos es el primer balance de la tragedia ocurrida en la mañana de ayer en el pantalán de la refinería de Cepsa (ahora Moeve), en la bahía de Algeciras. La tragedia sobrevino al producirse una explosión en el petrolero Petrogen One (en realidad el buque se llamaba Petragen One, pero la confusión de aquellas primeras horas le cambió el nombre) de bandera panameña, que descargaba nafta. Por simpatía también explotó el petrolero Camponavia, que se encontraba en las inmediaciones del pantalán. Las llamas de ambos petroleros llegaron a alcanzar más de doscientos cincuenta metros de altura, mientras un hongo de humo envolvía toda la zona. Las explosiones llegaron a oírse claramente en Marbella. De inmediato comenzaron las labores de extinción del fuego. El Camponavia se hundió rápidamente, mientras los tripulantes que habían sobrevivido se lanzaban al mar. Las conducciones de nafta, desde la refinería hasta el pantalán, seguían ardiendo a la hora de cerrar esta edición. Las poblaciones de Puente Mayorga y Campamento huyeron despavoridas tras la explosión".
"El mar ardía, el barco estaba ya semihundido, pero seguía ardiendo y cadáveres flotando, gente sacando muertos del mar", comentaba Eduardo López Gil, alcalde de San Roque en 1985, en los instantes posteriores al acontecimiento. La frase estaba entre las primeras declaraciones recogidas por la prensa. A partir de ahí, durante 40 años, los testimonios tienen el mismo doloroso tono.
“Yo estuve malo porque aquello fue una guerra. Viéndote allí, entre llamas, sin saber por dónde salir, viendo a los muertos, ardiendo, nadando... Por último salí corriendo a la otra punta y vino un remolcador, nos recogió y nos llevó al Camporubio, que no se vio afectado y que nos llevó después al astillero de Campamento. Hasta que subí por una escala de gato a tierra firme no pensé que me había salvado, porque creí que no lo contaba”, recordaba Juan Guerrero Fernández, conocido como Amancio en La Línea de la Concepción y en Cepsa, en un artículo en Europa Sur hace 15 años.
"Yo estaba desayunando en la terraza de mi casa en Algeciras y de pronto escuché la detonación. Inmediatamente, acudí a refinería y por el camino iba viendo la columna de humo y la llama, pero no podía identificar de dónde era", recordaba en un artículo en Europa Sur hace cinco años Nicolás Barroso, entonces jefe de Formación de la refinería. Cuando llegó se encontró las puertas abiertas y con el jefe del departamento de Servicios, Enrique Díaz Méndez. "Él tenía una gran experiencia y cuando le pregunté qué podíamos hacer me dijo una sola palabra: refrigerar. Nos pusimos en la fila de mangueras".
Desde que se oyó la primera explosión a las once y diez, cientos de personas (sobre todo trabajadores, cuerpos de seguridad y de emergencias) acudieron con rapidez mientras observaban una columna de humo que se acercó a los 100 metros de altura. La imagen que se encontraron fue terrible. Los dos buques siniestrados estaban operando en uno de los laterales del pantalán de Cepsa cuando el Petragen One explotó ante una posible entrada en contacto de aire con los gases que estaban en el interior del tanque de nafta del buque, con tripulación oriental, que estaba casi vacío. Al parecer, no usó el sistema de gas inerte mientras vaciaba los tanques de carga. La segunda explosión fue en el Camponavia, un barco español de la compañía Campsa. La nafta y el combustible ardieron provocando las llamas y gran columna de humo. Un tercer buque, el Camporubio, consiguió soltar amarras y alejarse del lugar del accidente.
A partir de ahí, surgieron los héroes. El joven Javier Beza iba con unos amigos caminando por la playa de Guadarranque cuando la onda expansiva los lanzó contra la arena. Allí tumbados observaron perplejos "una gigantesca bola de fuego envuelta en una densa capa de ceniza", según recogieron en 2022 José A. Aparicio y Antonio J. Redondo, de Instituto Español para la Reducción de los Desastres (IERD). Los trozos de chapa del Petragen llovieron sobre Beza y sus amigos, que consiguieron retirarse a tiempo a la valla perimetral del complejo químico. El padre de Beza, trabajador de refinería, no estaba trabajando ese día y eso le tranquilizó. Entonces fue cuando vio a un grupo de trabajadores cercados por las llamas. Hicieron el intento de ir a ayudarlos, pero un grupo de bomberos se lo impidió: la temperatura no era inferior a 1.200°. Entonces Beza cogió prestado un pequeño bote varado de unos dos metros de eslora propiedad de un pescador de la zona. Entre chorros de fuego (tuvo que mojarse el pantalón vaquero y la camisa para poder acercarse) divisó a ocho hombres flotando en el agua, agarrados a una boya. A los cuatro que peor estaban los subió a bordo. Los otros se agarraron a la pequeña embarcación. Con sólo dos remos consiguió llevarlos hasta la orilla. Mientras se acercaban los sanitarios, el joven se mezcló entre el bullicio y luego se fue con su tío a comer a una venta. Pretendía pasar desapercibido. No lo logró. En junio de aquel año, la Junta le concedió la primera Medalla de Andalucía junto al policía nacional Luis Borja Guerrero, que se tiró al agua para ayudar a escapar a un tripulante que no se atrevía a saltar del barco. También fueron premiados en aquella primera edición Juan Carlos I de España y el orfebre Fernando Marmolejo. El Gobierno central le concedió la Encomienda de Número de la Orden del Mérito Civil. Beza no sabía entonces que, un día, 36 años después, el paseo marítimo de Puente Mayorga llevaría su nombre como homenaje eterno a su acción. Incluso hoy día, rechaza recordar aquella mañana. Es muy doloroso para él.
El día después del incidente, el rey Juan Carlos I visitó a los heridos ingresados en la Residencia Sanitaria Guerra Zunzunegui, viajando en un helicóptero de la Fuerza Aérea Española que aterrizó en el Estadio Municipal de La Línea. Junto al monarca viajaron el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, y el presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla.
El Juzgado número 1 de San Roque instruyó el caso por la explosión en el petrolero. Los inspectores del Consejo General del Poder Judicial observaron importantes retrasos en la instrucción varios años después. Incluso el juez Elpidio José Silva fue suspendido tres meses de sus funciones. El proceso judicial posterior, tras más de 10 años de actuaciones, concluyó sin emitir sentencia, lo que llevó a archivar el procedimiento. Las razones que llevaron a la peor catástrofe de la Bahía de Algeciras son todavía hoy desconocidas.
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