Paco Guerrero
De Regalarte
Si han visto la magnífica serie Succession coincidirán conmigo en que buena parte de las icónicas escenas se desarrollan con el aterrizaje y despegue de monstruosos helicópteros de lujo y jets privados que llevan de aquí para allá, como quien se coge un taxi, a la nada honorable familia Roy.
Los bellísimos planos de Manhattan surcados por las aeronaves aparecen prácticamente en cada capítulo y a bordo de un avión privado se desarrolla una de las escenas fundamentales de la historia.
A escala patria tenemos el bizarro Falcon, al que multitud de usuarios en redes sociales le siguen a diario el rastro como si con ello pudiéramos adivinar los próximos movimientos del presidente. Y, por supuesto, el Air Force One del presidente de los Estados Unidos.
Volar en privado es un símbolo de estatus. De no mezclarse con el pueblo llano. Para los mandatarios se presupone casi una necesidad (por motivos de seguridad) pero a los millonarios y mafiosos no les basta con una cortinita que separe bussiness de turista ni una copa de champán servida en vidrio.
A lo que voy, que me estoy desviando. Un informe de la ONG Consejo Internacional de Transporte Limpio muestra que los aviones ejecutivos generaron tantas emisiones en 2023 como todos los vuelos que salieron del aeropuerto de Heathrow, el mayor de Europa. O dicho de otra forma, cada jet privado genera de media al año tantos gases de efecto invernadero (GEI) como 177 coches u ocho camiones pesados pero moviendo apenas el trasero de un ricachón y sus escoltas.
Resulta demencial que sigamos viendo mapas del tiempo revelando que cada mes es más cálido que el anterior, que se siguen superando récords casi a diario, mientras te piden que recicles el folio o la latita de Coca-cola que para ser producida ha consumido miles de litros de agua. Hasta el Chat GPT tiene un consumo desorbitado de recursos hídricos para refrigerar todos los sistemas electrónicos que obran el (supuesto) milagro de la sabiduría al alcance de las teclas.
Nos pedirán que sigamos separando la basura, seguiremos oyendo en la radio aquella campaña de que ahorrar cada gota de agua cuenta, mientras que apenas el 0,1% más rico del planeta consume para sí la mayor parte de los recursos finitos de este bello planeta. No sobreviviremos para contarlo, claro está, pero debemos contribuir a que las próximas generaciones sigan teniendo en este mundo un rinconcito medianamente habitable.
También te puede interesar
Lo último