El Supremo no es de fiar

01 de diciembre 2025 - 03:07

Como todo el mundo sabe ya, la sala segunda del Tribunal Supremo ha fallado, en su amplio sentido de la palabra. Sabemos que Álvaro García Ortiz ha sido condenado. Lo que no sabemos son las razones por las que ha sido condenado. Sí conocemos que algunos de quienes le han condenado han colaborado con el Colegio de Abogados de Madrid (CAM) mediante precio. Al Colegio de Abogados de Madrid, la I de Ilustre le sobra, pero no por su papelito jugado en el juicio contra el fiscal general del Estado, sino por otras cosas, como el despido de su director jurídico, que cobraba 200.000 euros, y que le ha servido para añadirle una indemnización de 100.000 euros justo antes de regresar a la Abogacía del Estado y jubilarse. Total, como paga Luis de Vargas, echa vino montañés.

Para quien no lo sepa todavía: tres de los condenadores han impartido unas charlitas a profesionales de la Justicia (abogados, sobre todo) a cambio de dinero. Ocurre sin embargo que el CAM ha sido acusación popular. Para impartir charlitas (o charletas) sí tienen tiempo después del “visto para sentencia”; para razonar y fundamentar la condena de Álvaro García Ortiz, no. Para eso se hacen esperar. Igual el fallado fallo es que es irrazonable y consecuentemente irrazonado. Por cierto, que otro de los condenadores ha sido codirector de la tesis doctoral del abogado de Alberto Quirón. Esperemos que, a la vista del fallado fallo, decida no quitarse la vida ni irse de España. En el kilómetro cero se vive mejor… todavía.

Esa gente de la sala segunda del Tribunal Supremo no son de fiar porque, según parece, decidieron anunciar la condena para evitar que se produjeran filtraciones (a la canallesca, se supone). Y ahí quería llegar yo. De modo que condenan a Álvaro García Ortiz por revelar datos y ellos los revelan prescindiendo del más elemental deber de sigilo. Es decir, ellos ven mal que García Ortiz le cuente a la prensa que Alberto Quirón se conforma con ser condenado por defraudar a Hacienda, pero ellos pueden dictar una providencia anunciando la condena, según fuentes cercanas al Tribunal Supremo para evitar filtraciones. Esa evitación la interpreto como que no se fían unos de otros, no vaya a ser que uno lo cuente antes de que lo cuente otro. Por eso digo que los magistrados de la sala segunda del Tribunal Supremo no se fían unos de otros.

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