Un silencio de Jesús Quintero

Sánchez ha dimitido y ha dejado en suspenso la dimisión. Se ha quedado callado y ha atraído toda la atención

Este mediodía hay convocada en Ferraz una manifestación de apoyo al presidente, con el lema Basta de silencio cómplice. Cuando termine el insólito periodo de reflexión que se ha tomado Pedro Sánchez, haga lo que haga, la vida política estará todavía más crispada. De hecho, ha dimitido y ha dejado en suspenso su dimisión. La salida a esta crisis presidencial, las catalanas y las europeas anuncian una primavera de total polarización.

La carta a la ciudadanía de Sánchez tiene tres vertientes, la personal, la política y la institucional. Hay poco que decir sobre el aspecto sentimental o humano, muy respetable. La estrategia política se presta más a la especulación. Denuncia una espiral de odio irrefrenable y sostiene que hay que pararla, pero de camino se adueña del escenario y moviliza a los suyos. Señala a la ultraderecha política, mediática y judicial para cohesionar a sus aliados izquierdistas y nacionalistas, pero les ha alterado la campaña catalana, con un golpe de timón marca de la casa.

Feijóo no se libra de sus invectivas. Le acusa de haber llevado el caso a la Oficina de Conflicto de Intereses, pidiendo una inhabilitación de cinco a diez años. Le reprocha haber puesto en marcha con Abascal “la máquina del fango”. Aunque en España ya tuvimos guerra sucia del PSOE contra Suárez, en vísperas del golpe del 23-F, y del PP contra Zapatero, acusado de gobierno ilegítimo, tras el intento de Aznar de manipular la autoría de los atentados del 11-M. El jefe del Partido Popular le ha devuelto el escarnio: tilda a Sánchez de “narcisista, infantil e inmaduro”.

Feijóo ha dejado que su partido se movilice al son que marcaban Isabel Díaz Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez, tras la frustración por no poder gobernar. El estilo trumpista del PP ha dejado sin espacio a Vox y creado un clima de tensión insostenible, con un perfecto descrédito de la política. Tellado&Bendodo de un lado y Óscar Puente de otro son pésimos ejemplos. Tiene poco margen Sánchez el lunes. No puede volver como si tal cosa. O se va, opción difícil porque dejaría a su partido huérfano, o convoca una cuestión de confianza.

La vertiente institucional es donde esta estratagema tiene menos consistencia. Si quería pensarse una dimisión debería haberlo debatido en su círculo íntimo sin someter al país a una interinidad. Pero no es su estilo. Lluis Pastor ha hecho un comentario muy acertado en el 24 horas RNE, comparando esta carta con los silencios enfáticos de Jesús Quintero, cuando se quedaba callado y atraía toda la atención...

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