La sequía

No es que el tiempo esté loco. Es que lo hemos vuelto loco. El cambio climático es una realidad que estamos normalizando

30 de septiembre 2023 - 00:30

Sucedió hace apenas unos días. Una humareda blanca me recibió al pasar por la Fuente del Milenio camino de mi casa. No era un motor quemado ni un arbusto en llamas. La fumata procedía del humilde puesto de castañas asadas de “El Lobo”, según rezaba en el cartelón colocado por delante de una mesa de playa en la que varios montoncitos de este fruto esperaban su turno para ser introducidos en la olla marrón vitrificada.

Irónicamente, el castañero se había colocado muy cerquita de uno de los considerados como templos del helado en Algeciras. La escena resultaba así de lo más ecléctica. Gente en chanclas y pantalones cortos degustando castañas y calentándose las manos con los conos de papel de estraza mientras otros apuraban la galleta de helados rebosantes.

No es que el tiempo esté loco. Es que lo hemos vuelto loco. El cambio climático es ya una realidad en la estamos normalizando que varias especies florezcan en febrero o que pasen semanas sin que llueva ni una gota de agua.

La prueba más evidente de la sequía (siempre pertinaz) la tenemos en Charco Redondo, donde antiguo puente de piedra resulta más visible que nunca. Tanto que se ha convertido en una suerte de atracción dominguera en la que familias al completo se desplazan hasta el monte para recorrer el antiguo camino. Algo que, para mí, tiene un punto macabro. Que el paso emergido del fondo del embalse vea la luz es, precisamente, porque el agua (y con él la vida) están desapareciendo.

Sin embargo, durante todo el verano hemos visto anunciadas en las grandes superficies piscinas desmontables de 4.000 o 5.000 litros sin depuradora en una ciudad en la que se llega a la playa en menos de diez minutos. Y en el litoral, a su vez, el derroche en las duchas ha sido una constante pese a que varios ayuntamientos han tratado de poner pie en pared, con un éxito relativamente discutible.

Llega el otoño y, previsiblemente, el Campo de Gibraltar afrontará las primeras restricciones serias para la población. Desde 2021 está prohibido llenar piscinas con agua corriente o lavar el coche fuera de las gasolineras, pero quienes han hecho caso son una minoría. Ahora nos tocará lamentarnos. Y quienes antes la han derrochado, seguramente se conviertan ahora en abnegados policías de la sequía, atentos para afear el comportamiento insolidario de algún vecino que riegue sus plantas mientras hace apenas unas semanas dejaban correr el agua recalentada de una piscina hinchable por el sumidero.

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