La justicia en la ciudad

03 de marzo 2023 - 01:35

Pietro Colleta fue un superviviente. Se aclimató a las volubles atmósferas revolucionarias, napoleónicas, republicanas y borbónicas del Nápoles del XIX y como lugarteniente general del rey en Sicilia llegó a considerar que la justicia era la necesidad del pueblo.

Recientemente se han publicado en los medios vistosas infografías junto a la noticia de que la Junta de Andalucía proyecta la construcción de un Palacio de Justicia en Algeciras para el próximo año. Con independencia de los plazos, se trata de un hecho que mejorará los espacios judiciales de nuestra ciudad. El nuevo edificio, de cúbicas formas y paralelos volúmenes, se alzará en sustitución del de la antigua Brigada de Artillería del Estrecho, donde ahora se ubica una de las secciones de la Audiencia Provincial. La nueva construcción no solo potenciará el basculamiento del eje ciudadano hacia el norte, sino que unificará una buena parte de los servicios que ahora se encuentran dispersos por otros inmuebles, como la antigua casa de los Torrelo o el palacio de Marzales, que alza su torreón entre desmesurados bloques en una zona de antiguos enclaves engullidos por la desidia y el asfalto.

El escarpe que flanqueaba por el sur la torre medieval del Espolón, entonces aún en pie, era en el cambio del pasado siglo un lugar hacia el que la burguesía gibraltareña dirigió su interés por urbanizar buena parte de la meseta de la Villa Vieja, donde ya se alzaba la sajona inmensidad del hotel Reina Cristina, escoltado por refinadas mansiones británicas y araucarias de otros meridianos. Muy cerca, junto al Kursaal y a un Casino que no pasó de cimientos desnudos, Albert Thompson, hijo del arquitecto del hotel y Victoria García Mier, nieta de Luis Lombard, erigieron una casona de diseño inglés y coloniales cubiertas, que fue derribada por Pablo Larios y Sánchez de Piña para construir un nuevo hogar para su numerosa familia. En plenos fastos de la exposición sevillana de 1929, mandó levantar un palacete donde habitó con su mujer, María Josefa Fernández de Villavicencio y Crooke, marquesa de Marzales, y su profusa descendencia.

El torreón poligonal fue un homenaje al que caracterizó a la primera posesión parental de la zona, la Casita de Campo de San Martín del Tesorillo y a sus pies se celebraron bodas, fiestas y encuentros de la contada aristocracia algecireña y el poder colonial vecino. Mercedes, Margot o Fabiola Larios pasearon sus blancos trajes de crepé, raso y sedas entre copas confidentes, brindis taimados, tocados de luna y la silueta de un Peñón que todo lo veía.

Con la construcción del nuevo de Justicia, este otro palacio quedará en desuso. Algeciras podrá mantener su habitual desapego o demostrar que está dispuesta a conservar parte de su historia dándole nuevos usos; en este otro caso, la justicia será algo más que una necesidad para el pueblo.

stats